RECIDE Revista Científica del Centro de Investigación y Desarrollo
ISSN en línea: 3005-5865 (online), Mes-octubre, 2025, Volumen V, Número 1 – Pág. 84
recide.utic@gmail.com - Fernando de la Mora, Paraguay.
conciencia, que permite la actualidad de hechos y vivencias, incluido la percepción
interna del presente, se constituye una vez más como fuente del flujo constante
de las vivencias que hace aparecer el pasado como recuerdos en la memoria, y, a
partir de ahí, surge la posibilidad de la promesa, y consecuencia, del futuro.
Nietzsche como pudimos notar, nos ayuda a recuperar la constitución de la
conciencia del tiempo, donde fluye incesantemente el pasado y futuro. Y esta
facultad de prometer, que es inherente al hombre, es simplemente excepcional,
por eso, Nietzsche sostiene con relación a esta asombrosa condición que es “el
problema fundamental del hombre” (das eigentliche Problem vom Menschen). Este
problema fundamental hace alusión al hombre en cuanto tal, ya que este no solo
es capaz de prometer, sino también tiene conciencia del tiempo, en el que
descubre su admirable existencia y, además, percibe en sí como un gran
problema. Lo que en el fondo Nietzsche busca transmitirnos es que la existencia
es un problema para el hombre, este es el único animal problemático, en este
sentido ningún otro de su género lo aventaja.
Si la capacidad de hacer promesa está vinculada con el futuro, entonces la
de cumplir esa promesa está ligada al pasado, o sea, con los recuerdos. Aquí
surge un problema, según nuestro filósofo, ya que cualquier recuerdo es propenso
al olvido. El olvido es, por un lado, una amenaza a la promesa, ya que con
frecuencia olvidamos cumplir las promesas hechas. Por otro lado, el olvido ejerce
un efecto positivo en el hombre, ya que vacía el cúmulo de vivencias y experiencias
en la memoria. “El olvido no es una mera vis inertiae, como creen los superficiales;
antes bien, es una facultad de inhibición activa, una facultad positiva en el más
estricto sentido” (p. 97). La memoria no solo se encarga de diluir paulatinamente
recuerdos irrelevantes, sino también debilita o mengua los insignificantes hasta
borrarlos definitivamente. Y todo esto es un proceso constitutivo de la misma
naturaleza del hombre, donde están implicados órganos sensoriales,
neurobiológicos, facultades espirituales como la conciencia, vivencias,
experiencias y, sobre todo, el tiempo, que es fundamental, donde se conjugan sus
dimensiones básicas: pasado, presente y futuro. Lo importante es rescatar esta
sugestiva idea de Nietzsche que el olvido cumple una función de “inhibición activa”
y, por lo tanto, esta función es indiscutiblemente positiva en la vida del hombre.