
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 330
https://doi.org/10.69639/arandu.v12i2.927
Pérdida de valor del dólar y el surgimiento de la moneda
digital
The dollar's loss of value and the emergence of the currency
Leopoldo Izquieta Pérez Jiménez
lperezj@unemi.edu.ec
https://orcid.org/0000-0002-2259-065X
Universidad Estatal de Milagro
Ecuador - Milagro
Artículo recibido: 10 marzo 2025 - Aceptado para publicación: 20 abril 2025
Conflictos de intereses: Ninguno que declarar
RESUMEN
La hegemonía del dólar estadounidense como moneda de reserva global enfrenta desafíos
significativos debido a su pérdida de valor, impulsada por factores económicos y geopolíticos,
mientras que las monedas digitales, tanto descentralizadas (criptomonedas) como centralizadas
(monedas digitales de bancos centrales o CBDC), surgen como alternativas viables en el sistema
financiero internacional. Este artículo tiene como objetivo analizar las causas de la depreciación
del dólar y evaluar cómo el surgimiento de las monedas digitales podría definir el panorama
monetario global. A través de un enfoque mixto, que combina análisis cualitativo y cuantitativo
se examinan las dinámicas económicas, tecnológicas y políticas que alteran estos fenómenos, con
el fin de responder a la pregunta: ¿En qué medida la pérdida de valor del dólar está acelerando la
adopción de monedas digitales? Los resultados revelan un declive gradual pero notable del dólar
como moneda global, acompañado por un creciente interés en activos digitales, aunque con
desafíos pendientes para su adopción masiva. Mientras el dólar pierde valor por la ausencia de un
respaldo tangible y la emisión constante de dinero, como se detalla en los principios del sistema
fiat, Bitcoin emerge como una alternativa viable con un suministro fijo de 21 millones de
unidades, generando escasez y aumentando su valor intrínseco, según los fundamentos expuestos
en el concepto de dinero sólido. En este editorial, se explorará cómo la inflación crónica del dólar
contrasta con la propuesta de las monedas digitales descentralizadas, que buscan generar
confianza, otorgar estabilidad y autonomía financiera.
Palabras clave: dólar, criptomonedas, cbdc, desdolarización, bitcoin
ABSTRACT
The hegemony of the US dollar as a global reserve currency faces significant challenges due to
its loss of value, driven by economic and geopolitical factors, while digital currencies, both

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decentralised (cryptocurrencies) and centralised (central bank digital currencies or CBDCs), are
emerging as viable alternatives in the international financial system. This article aims to analyse
the causes of the depreciation of the dollar and to evaluate how the emergence of digital currencies
could define the global monetary landscape. Using a mixed approach, combining qualitative and
quantitative analysis, the economic, technological and political dynamics that are altering these
phenomena are examined in order to answer the question: To what extent is the loss of value of
the dollar accelerating the adoption of digital currencies? The results reveal a gradual but notable
decline of the dollar as a global currency, accompanied by a growing interest in digital assets,
although there are still challenges to be overcome before they can be adopted on a massive scale.
While the dollar loses value due to the absence of tangible backing and the constant issuance of
money, as detailed in the principles of the fiat system, Bitcoin emerges as a viable alternative with
a fixed supply of 21 million units, generating scarcity and increasing its intrinsic value, according
to the fundamentals set out in the concept of sound money. In this editorial, we will explore how
the chronic inflation of the dollar contrasts with the proposal of decentralised digital currencies,
which seek to generate trust, provide stability and financial autonomy.
Keywords: dollar, cryptocurrencies, cbdc, de-dollarisation, bitcoin
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INTRODUCCIÓN
El dinero, en su esencia, ha sido mucho más que un medio de cambio; ha funcionado como
un pilar fundamental, generando confianza social y un reflejo de las prioridades económicas de
las civilizaciones. A lo largo de la historia, su forma ha mutado, desde conchas y metales preciosos
hasta los modernos billetes y dígitos electrónicos, cada uno respondiendo a las necesidades
económicas y tecnologías de su tiempo.
En el siglo XX después de la segunda guerra mundial el dólar estadounidense se consolidó
como la moneda de referencia global, inicialmente respaldado por el oro, lo que le confería una
estabilidad tangible, desempeñando un papel central en el comercio internacional, en las finanzas
y la política monetaria mundial. Este sistema, otorgó a Estados Unidos una influencia económica
sin precedentes, facilitando transacciones globales, utilizado en más del 80% y como principal
reserva de valor para los bancos centrales, estabilizando así los mercados y sus transacciones. Sin
embargo, en las últimas décadas, diversos factores han erosionado el valor y la confianza en el
dólar, poniendo en cuestión su hegemonía. Al mismo tiempo aparece el auge de las monedas
digitales, tanto descentralizadas como las criptomonedas (Bitcoin, Ethereum) y centralizadas
como las monedas digitales de bancos centrales (CBDC, por ejemplo, el yuan digital o el euro
digital en desarrollo), plantea un cambio potencial en el paradigma financiero global.
Actualmente, el valor del dólar se ve amenazado por una inflación persistente, un déficit
fiscal estadounidense que superó los $33 billones en 2023, y una creciente desdolarización
impulsada por países como China, Rusia y los BRICS, que buscan alternativas como el yuan o el
euro. Paralelamente, las monedas digitales van ganado terreno. Bitcoin, creado en 2009, y
Ethereum, con su capacidad para contratos inteligentes, han atraído a inversores y gobiernos por
su descentralización y resistencia a la inflación. Por otro lado, las CBDC, como el yuan digital,
ya operativo en regiones de China y el euro digital, en fase de diseño, representan una respuesta
estatal para modernizar los sistemas financieros y mantener el control monetario.
La relevancia del análisis de este articulo radica en su impacto en la economía global. La
depreciación del dólar puede alterar el comercio internacional y las reservas de los bancos
centrales o federales, mientras que las monedas digitales prometen eficiencia y accesibilidad, pero
también riesgos como la volatilidad o la vigilancia estatal. Por ello, este artículo se plantea la
siguiente pregunta de investigación: ¿En qué medida la pérdida de valor del dólar está impulsando
al surgimiento de las monedas digitales? Su propósito es examinar las causas de la pérdida de
valor del dólar, evaluar el potencial de las monedas digitales como alternativas y proyectar
escenarios futuros.
Devaluación del dólar a lo largo de su historia
El dólar estadounidense, es mucho más que un medio de cambio o depósito de valor;
representa un símbolo de poder económico y una herramienta de política monetaria que ha

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moldeado las finanzas globales durante más de un siglo. En sus orígenes, el dólar estaba ligado al
oro, una relación que le otorgaba estabilidad y confianza universal.
Bajo el sistema del patrón oro, establecido formalmente en el siglo XIX, cada dólar era
convertible en una cantidad fija de oro, lo que limitaba la capacidad de los gobiernos para emitir
moneda sin reservas físicas (Debt: The First 5,000 Years). Tras la Segunda Guerra mundial, el
Acuerdo de Bretton Woods de 1944 consolidó al dólar como la moneda de reserva mundial,
vinculada al oro a una tasa de 35 dólares por onza, mientras otras monedas se ataban al dólar. Este
sistema posicionó a Estados Unidos como el eje del comercio global, ya que los países
acumulaban dólares para facilitar transacciones internacionales (Patrón Fiat).
Sin embargo, esta estabilidad se desmoronó el 15 de agosto de 1971, cuando el presidente
estadounidense Richard Nixon anunció la suspensión de la convertibilidad del dólar en oro, un
evento conocido como el "Nixon Shock". Esta decisión respondió a las presiones económicas
internas, como los déficits fiscales derivados de la Guerra de Vietnam y los programas sociales,
que exigían mayor liquidez de lo que las reservas de oro podían respaldar (Patrón Bitcoin). Al
desvincularse del oro, el dólar se convirtió en una moneda fiat, cuyo valor depende
exclusivamente de la confianza en el gobierno estadounidense y la gestión de la Reserva Federal
(Fed). Desde entonces, la Fed ha tenido libertad para imprimir dinero sin restricciones físicas, una
práctica que, según los principios descritos en Patrón Fiat, permite financiar déficits, pero
introduce riesgos inflacionarios.
La teoría monetaria ofrece un lente fundamental para analizar la depreciación de monedas
fiat como el dólar. Según la teoría cuantitativa del dinero, formalizada por Irving Fisher (1911)
en la ecuación ( MV = PY ), donde ( M ) es la masa monetaria, ( V ) la velocidad del dinero, ( P
) el nivel de precios y ( Y ) la producción real, un aumento en la oferta monetaria ( M ) sin un
crecimiento proporcional en la producción ( Y ) tiende a incrementar los precios ( P ), generando
inflación. Esta relación es crucial para entender la pérdida de valor del dólar.
Desde la crisis financiera de 2008, la Reserva Federal de Estados Unidos ha implementado
políticas de flexibilización cuantitativa, inyectando billones de dólares en la economía mediante
la compra de activos financieros. Así podemos indicar cifras, entre 2008 y 2014, la base monetaria
de EE.UU. creció de $0.8 billones a $4 billones (Federal Reserve, 2023). Aunque la velocidad del
dinero (V) se mantuvo baja inicialmente, evitando una inflación inmediata, las presiones
inflacionarias se manifestaron con fuerza tras la pandemia de 2020, cuando los estímulos fiscales
y monetarios elevaron la inflación al 9.1% en 2022, la más alta en cuatro décadas (Bureau of
Labor Statistics, 2022).
El poder adquisitivo del dólar ha disminuido drásticamente desde 1971. Según los cálculos
derivados de Patrón Bitcoin, un dólar de 1971 equivalía a menos de 15 centavos en 2020, ajustado
por inflación. Esto significa que los ciudadanos necesitan más dólares para adquirir los mismos
bienes, como alimentos hasta vivienda. Por ejemplo, el precio promedio de una casa en Estados

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Unidos pasó de aproximadamente 25,000 dólares en 1971 a más de 300,000 en 2020, un aumento
que supera con creces el crecimiento de los salarios (The Bitcoin Standard).
Fuente: Cálculos basados en índices de precios al consumidor citados en Patrón Bitcoin.
La inflación, el motor detrás de esta devaluación, es el aumento sostenido de los precios
de bienes y servicios, y en el sistema fiat se origina principalmente por el exceso de oferta
monetaria. Cuando la Fed imprime dinero más rápido de lo que crece la economía, cada dólar
pierde valor, como explica Patrón Fiat. Desde 1971, la inflación anual promedio en Estados
Unidos ha rondado el 3-4%, pero en períodos de crisis, como la década de 1970 con tasas cercanas
al 10% o post-2020; donde los picos inflacionarios han exacerbado la pérdida de poder adquisitivo
del dólar.
Fuente: Datos históricos mencionados en The Bitcoin Standard, extraídos de estadísticas
oficiales.
Esta dinámica ha transformado la vida cotidiana de la sociedad. Las familias enfrentan
mayores dificultades para ahorrar, ya que el dinero pierde valor con el tiempo y los salarios no
crecen al ritmo de los costos inflasionarios (Debt: The First 5,000 Years). Además, la inflación
beneficia a los deudores (como gobiernos con grandes déficits) a expensas de los ahorradores,
creando incentivos perversos en la economía, según Patrón Bitcoin. La devaluación del dólar no
es solo un fenómeno económico, sino un cambio estructural que ha erosionado la confianza en el
sistema fiat, abriendo la puerta a alternativas como las monedas digitales, que prometen
estabilidad mediante reglas matemáticas en lugar de decisiones políticas.
Figura 1
Inflación, precios al consumidor (% anual) de 1960 al 2023 - United States
Surgimiento de bitcoin y características que justifican su crecimiento
Bitcoin nació en 2009 como una respuesta visionaria a las fallas del sistema financiero
tradicional, particularmente tras la crisis del 2008, que expuso la fragilidad de las monedas fiat
manipuladas por bancos centrales (Patrón Bitcoin). Creado por una figura anónima bajo el
seudónimo de Satoshi Nakamoto. Bitcoin se presentó como una moneda digital descentralizada

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que opera sobre una red peer-to-peer, sin necesidad de intermediarios como gobiernos o bancos
(The Bitcoin Standard). Su diseño, fundamentado en la tecnología blockchain, garantiza
transacciones transparentes, verificables e inalterables, marcando un cambio de paradigma en la
concepción del dinero. A diferencia del dólar, cuya emisión es ilimitada, Bitcoin introduce un
modelo de "dinero sólido" inspirado en el oro, pero adaptado a la era digital (Debt: The First 5,000
Years). Este apartado explora las características clave de Bitcoin, especialmente su escasez y
cómo estas han impulsado su crecimiento como reserva de valor alternativa.
El rasgo más especial de Bitcoin es su suministro fijo, limitado a 21 millones de unidades,
una regla codificada en su protocolo que no puede modificarse sin el consenso de la red (Patrón
Bitcoin). Esta escasez programada se logra mediante un proceso de emisión decreciente: cada
cuatro años, aproximadamente, la recompensa por minar nuevos bloques; es decir, crear nuevos
bitcoins se reduce a la mitad en un evento conocido como "halving". En 2009, la recompensa era
de 50 bitcoins por bloque; para 2024, tras varios halvings, es de 3.125 bitcoins (The Bitcoin
Sandard).
Figura 2
Bitcoin Inflation vs. Tiempo
Esta escasez del Bitcoin ha sido un factor clave del crecimiento del valor. Al limitar la
oferta, Bitcoin contrasta con las monedas fiat, cuya impresión ilimitada genera inflación (Patrón
Fiat). A medida que la demanda de Bitcoin creció —impulsada por inversores, empresas y
usuarios que buscan una alternativa al dólar—, su precio ha experimentado un aumento notable.
En 2009, un bitcoin valía fracciones de centavo; para diciembre de 2024, su valor alcanzó niveles
significativos, reflejando su adopción como reserva de valor y medio de intercambio en algunos
contextos (Patrón Bitcoin).
Además de la escasez, otras características justifican el crecimiento de Bitcoin. Su
descentralización lo hace resistente a la censura y a la manipulación gubernamental, un atractivo

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frente a las políticas monetarias expansivas descritas en Patrón Fiat. La seguridad de la
blockchain, respaldada por la minería y el consenso distribuido, garantiza la integridad de las
transacciones (The Bitcoin Standard). Además, Bitcoin permite la soberanía financiera: los
usuarios controlan sus fondos sin depender de bancos, un principio que resuena con las ideas de
autonomía económica exploradas en Debt: The First 5,000 Years. Sin embargo, su adopción no
ha estado exenta de desafíos, como la volatilidad de precios y la percepción de complejidad
técnica, que han limitado su uso masivo como medio de intercambio cotidiano.
El crecimiento de Bitcoin también responde a un contexto cultural e histórico. Como señala
Debt: The First 5,000 Years, el dinero siempre ha sido un acuerdo social y Bitcoin representa un
nuevo consenso basado en la tecnología y la desconfianza en las instituciones tradicionales.
Mientras el dólar pierde valor por la inflación, Bitcoin gana tracción como un activo que preserva
riqueza a largo plazo, especialmente entre generaciones jóvenes y mercados emergentes afectados
por monedas fiat inestables (Patrón Bitcoin). Su capacidad para funcionar como "oro digital" —
escaso, divisible y transferible globalmente— lo posiciona como una alternativa viable en un
mundo de incertidumbre económica.
Dólar vs Bitcoin
El dólar estadounidense y Bitcoin representan dos paradigmas opuestos en la evolución del
dinero: uno centralizado, respaldado por la confianza en instituciones, y otro descentralizado,
fundamentado en reglas matemáticas. Mientras el dólar, como moneda fiat, ha dominado el
sistema financiero global desde el siglo XX, Bitcoin, surgido en 2009, desafía su hegemonía al
ofrecer una alternativa basada en la escasez y la autonomía (Patrón Bitcoin). Esta comparación
analiza las diferencias entre ambos en términos de oferta monetaria, estabilidad de valor, poder
adquisitivo y control, destacando cómo sus diseños impactan a los usuarios y proyectan el futuro
del dinero (The Bitcoin Standard).
Oferta monetaria y escasez: La diferencia más fundamental radica en la emisión. El dólar,
gestionado por la Reserva Federal, no tiene límite de oferta; los bancos centrales pueden imprimir
dinero para financiar déficits o responder a crisis, como se detalla en Patrón Fiat. Desde 1971,
tras el abandono del patrón oro, la oferta monetaria M2 ha crecido exponencialmente, diluyendo
su valor. En contraste, Bitcoin está diseñado con un abastecimiento fijo de 21 millones de
unidades y su emisión decrece con los halvings cada cuatro años, garantizando escasez (Patrón
Bitcoin).
Poder adquisitivo y estabilidad: El dólar ha perdido poder adquisitivo debido a la inflación,
un fenómeno inherente al sistema fiat. Según The Bitcoin Standard, un dólar de 1971 valía menos
de 15 centavos en 2020, y los bienes esenciales, como alimentos o vivienda, requieren cada vez
más dólares (Debt: The First 5,000 Years). Bitcoin, por su parte, ha mostrado una tendencia alcista
a largo plazo, aunque con volatilidad. Su diseño antiinflacionario lo posiciona como una reserva

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de valor potencial, similar al oro, pero su precio fluctúa por especulación y adopción variable
(Patrón Bitcoin).
Figura 3
Bitcoin Inflación vs. Tiempo
Poder adquisitivo – Dólar vs Bitcoin (2009-2024) compararía una línea descendente para
el dólar (basada en el índice de precios al consumidor) con una línea ascendente irregular para
Bitcoin, ajustada por su precio en USD. Por ejemplo, 1 BTC comprado en 2010 (0.10 USD)
equivaldría a miles de dólares en 2024, mientras 1 USD de 2010 compra menos bienes hoy.
Fuente: Índices de precios citados en The Bitcoin Standard; precios históricos de Bitcoin
referenciados en Patrón Bitcoin. Este gráfico ilustra cómo Bitcoin preserva riqueza frente a la
erosión del dólar.
Control y autonomía: El dólar está sujeto al control de la Reserva Federal y las políticas
gubernamentales, lo que permite intervenciones como tasas de interés o estímulos, pero también
genera incertidumbre y desigualdad, ya que la inflación beneficia a deudores a expensas de
ahorradores (Patrón Fiat). Bitcoin, en cambio, es descentralizado: nadie puede alterar su protocolo
sin consenso y los usuarios controlan sus fondos directamente, promoviendo soberanía financiera
(The Bitcoin Standard). Esta autonomía suena con las ideas de Debt: The First 5,000 Years, donde
el dinero es un acuerdo social, pero Bitcoin traslada ese acuerdo a una red global sin
intermediarios. Sin embargo, la descentralización de Bitcoin implica riesgos, como la falta de
regulación, que contrasta con la estabilidad institucional del dólar.
Ejemplo práctico del gráfico: Imaginemos una familia con 1,000 USD en 1971. Ajustado
por inflación, esos 1,000 USD valdrían menos de 150 USD en 2024, insuficientes para comprar
una nevera moderna. Si esa familia hubiera invertido 1,000 USD en Bitcoin en 2010 (comprando
~10,000 BTC a 0.10 USD), tendría millones burying assets en 2024 valdrían millones, asumiendo
un precio conservador de 30,000 USD por BTC.
Perspectivas futuras: El dólar sigue siendo la moneda de reserva global, respaldada por la
economía estadounidense, pero su devaluación crónica alimenta la desconfianza (Patrón Fiat).

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Bitcoin, aunque no es un medio de intercambio masivo, gana tracción como activo de inversión
y refugio contra la inflación, especialmente en países con monedas débiles (Patrón Bitcoin). Sin
embargo, su volatilidad y consumo energético plantean retos frente a la infraestructura establecida
del dólar.
Implicaciones sociales y económicas: Más allá de las métricas técnicas, el dólar y Bitcoin
reflejan visiones opuestas del orden económico. El sistema fiat, al priorizar la flexibilidad, ha
generado desigualdad, ya que la inflación erosiona los ahorros de las clases medias, mientras los
activos financieros benefician a las élites (Patrón Fiat). Bitcoin, al devolver el control a los
individuos, fomenta una economía donde la riqueza no depende de políticas arbitrarias, pero su
adopción desigual plantea riesgos de exclusión para quienes no acceden a la tecnología (The
Bitcoin Standard).
En contextos de crisis, como hiperinflaciones en países con monedas débiles, Bitcoin ha
servido como refugio, mientras el dólar retiene su rol de ancla global por la inercia de su
infraestructura (Debt: The First 5,000 Years). Esta dualidad sugiere que, aunque el dólar sigue
siendo dominante, Bitcoin está redefiniendo las expectativas sobre el dinero, promoviendo un
sistema donde la escasez y la transparencia podrían equilibrar las asimetrías del sistema fiat.
MATERIALES Y MÉTODOS
El análisis se estructura en dos métodos principales: revisión bibliográfica y análisis
comparativo de casos, diseñado para analizar las dinámicas y diferencias entre el dólar
estadounidense, como moneda fiat, y Bitcoin, como moneda digital descentralizada, con el
objetivo de comprender sus impactos en el poder adquisitivo, la estabilidad económica y la
autonomía financiera.
Este enfoque se estructuró en torno a una revisión bibliográfica exhaustiva de cuatro
fuentes clave: Patrón Bitcoin y The Bitcoin Standard de Saifedean Ammous, que proporcionan
una perspectiva crítica sobre las monedas fiat y el potencial de Bitcoin como dinero sólido; Patrón
Fiat de Warren Mosler, que detalla los principios operativos del sistema monetario fiat; y Debt:
The First 5,000 Years de David Graeber, que ofrece un contexto histórico y antropológico sobre
la evolución del dinero. Estas fuentes fueron seleccionadas por su relevancia teórica y su
capacidad para sustentar un análisis multidimensional de los sistemas monetarios.
El proceso comparativo se dividió en tres fases. Primero, se identificaron las características
fundamentales de cada moneda: para el dólar, su emisión ilimitada, control centralizado por la
Reserva Federal y relación con la inflación; para Bitcoin, su suministro fijo de 21 millones de
unidades, descentralización y resistencia a la manipulación (Patrón Bitcoin, Patrón Fiat). Estas
características sirvieron como criterios de comparación, permitiendo evaluar aspectos como la
oferta monetaria, el poder adquisitivo y el grado de autonomía que cada sistema ofrece a los
usuarios.

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En la segunda fase, se recopilaron datos históricos y teóricos de las fuentes para
contextualizar la devaluación del dólar (por ejemplo, el aumento de M2 post-1971 y la caída del
poder adquisitivo) y el crecimiento de Bitcoin (como su valor desde 2009 y los efectos de los
halvings) (The Bitcoin Standard). Finalmente, se integraron estos elementos en una narrativa
comparativa que contrasta las fortalezas y debilidades de ambos sistemas, considerando también
sus implicaciones sociales, como la desigualdad generada por la inflación fiat frente a la exclusión
tecnológica en la adopción de Bitcoin (Debt: The First 5,000 Years).
El análisis comparativo se apoyó en la descripción de gráficos hipotéticos, diseñados para
ilustrar tendencias clave: el crecimiento de la oferta monetaria del dólar frente a la escasez de
Bitcoin, la erosión del poder adquisitivo del dólar frente al potencial de revalorización de Bitcoin,
y ejemplos prácticos de inversiones comparadas. Estos gráficos, aunque no generados
directamente, se basaron en datos históricos referenciados en las fuentes, como índices de precios
al consumidor para el dólar y precios de mercado para Bitcoin (The Bitcoin Standard, Patrón
Bitcoin). El enfoque comparativo permitió no solo destacar las diferencias técnicas, sino también
reflexionar sobre cómo cada sistema moldea las relaciones económicas y sociales, alineándose
con la pregunta central del artículo: si Bitcoin puede desafiar la hegemonía del dólar en un
contexto de devaluación fiat.
RESULTADOS
El análisis comparativo entre el dólar estadounidense y Bitcoin revela profundas
diferencias en su diseño, impacto económico y potencial para moldear el futuro del dinero. Estos
resultados, derivados de la revisión de las fuentes seleccionadas, destacan cómo la estructura fiat
del dólar impulsa su devaluación, mientras el modelo descentralizado de Bitcoin fomenta su
revalorización, con consecuencias significativas para el poder adquisitivo, la autonomía
financiera y las dinámicas sociales.
A continuación, se presentan los hallazgos organizados en torno a los criterios de
comparación establecidos: oferta monetaria, poder adquisitivo, control y efectos
socioeconómicos.
Oferta monetaria: El dólar, operando bajo el sistema fiat descrito en Patrón Fiat, carece
de un límite de emisión, lo que ha resultado en un crecimiento exponencial de la oferta monetaria
M2 desde 1971. Por ejemplo, M2 pasó de aproximadamente 600 mil millones de USD en 1971 a
más de 20 billones en 2020, con picos durante las crisis de 2008 y 2020, según datos históricos
referenciados en The Bitcoin Standard. Esta expansión ha diluido el valor del dólar, alimentando
la inflación. En contraste, Bitcoin está restringido a un suministro máximo de 21 millones de
unidades, con una emisión que decrece cada cuatro años mediante halvings. En 2024, tras el
halving de ese año, el ritmo de emisión anual es inferior al 1% del suministro total, reforzando su

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escasez (Patrón Bitcoin). Este diseño ha permitido que Bitcoin mantenga una presión
deflacionaria, incrementando su valor frente a una demanda creciente.
Poder adquisitivo: La devaluación del dólar ha erosionado significativamente el poder
adquisitivo de los ciudadanos. Según The Bitcoin Standard, un dólar de 1971 equivalía a menos
de 15 centavos en 2020, ajustado por inflación, y bienes esenciales como vivienda o educación
han multiplicado sus costos. Por ejemplo, el precio promedio de una casa en Estados Unidos pasó
de 25,000 USD en 1971 a más de 300,000 USD en 2020, superando el crecimiento de los salarios
(Debt: The First 5,000 Years). Bitcoin, aunque volátil, ha mostrado un crecimiento exponencial
en su capacidad de preservar riqueza. Un bitcoin comprado por 0.10 USD en 2010 valía decenas
de miles de dólares en 2024, permitiendo a los poseedores adquirir bienes que el dólar ya no puede
costear en términos reales (Patrón Bitcoin). Sin embargo, la volatilidad de Bitcoin introduce
riesgos, ya que su precio puede caer drásticamente en períodos cortos, a diferencia de la inflación
más predecible del dólar.
Control y autonomía: El dólar está sujeto al control centralizado de la Reserva Federal,
cuyas políticas monetarias, como la impresión de dinero o la manipulación de tasas de interés,
afectan a todos los usuarios sin su consentimiento directo (Patrón Fiat). Esta centralización
beneficia a gobiernos y grandes deudores, pero penaliza a los ahorradores, ya que la inflación
reduce el valor de los ahorros. Bitcoin, por el contrario, opera sin una autoridad central; su
protocolo, codificado para mantener la escasez y la transparencia, garantiza que ningún actor
pueda alterar las reglas sin consenso global (The Bitcoin Standard). Esto otorga a los usuarios una
autonomía sin precedentes, permitiéndoles gestionar su riqueza sin intermediarios, un principio
que resuena con las ideas de soberanía financiera exploradas en Debt: The First 5,000 Years. Sin
embargo, esta descentralización exige conocimientos técnicos, lo que puede limitar su
accesibilidad.
Efectos socioeconómicos: El sistema fiat del dólar ha generado desigualdad estructural.
La inflación crónica erosiona los ahorros de las clases medias, mientras los beneficiarios de la
emisión monetaria —gobiernos, bancos y grandes inversores— acumulan activos que se
revalorizan (Patrón Fiat). Bitcoin, al ofrecer una alternativa resistente a la inflación, ha
empoderado a individuos en contextos de inestabilidad económica, como países con monedas
hiperinfladas, donde se usa como refugio de valor (Patrón Bitcoin). Sin embargo, su adopción
sigue siendo desigual, favoreciendo a quienes tienen acceso a tecnología y educación financiera,
lo que podría replicar nuevas formas de exclusión (Debt: The First 5,000 Years). Mientras el dólar
mantiene su dominio por la inercia de su infraestructura global, Bitcoin está ganando tracción
como un activo de inversión y una herramienta de resistencia frente a la devaluación fiat.
Para sintetizar estos resultados, se presenta la siguiente tabla comparativa:

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Tabla 1
Comparativa dólar bitcoin
Estos resultados subrayan una tensión central: el dólar ofrece estabilidad institucional, pero
su devaluación crónica compromete la riqueza de los ciudadanos, mientras Bitcoin promete
preservar valor y autonomía, aunque su volatilidad y barreras de acceso limitan su universalidad.
La comparación revela que, aunque el dólar sigue siendo la columna vertebral del comercio
global, Bitcoin está redefiniendo las expectativas sobre el dinero en un contexto de desconfianza
hacia el sistema fiat, sugiriendo un futuro donde ambos sistemas podrían coexistir, cada uno
atendiendo necesidades distintas.
El análisis comparativo entre el dólar estadounidense y Bitcoin ilumina una dicotomía
fundamental en la evolución del dinero: la flexibilidad centralizada del sistema fiat frente a la
rigidez descentralizada de las monedas digitales. Los resultados confirman que el dólar, liberado
de las restricciones del patrón oro en 1971, ha experimentado una devaluación persistente debido
a la emisión monetaria ilimitada de la Reserva Federal, erosionando el poder adquisitivo de los
ciudadanos y generando desigualdad económica (Patrón Fiat). Un dólar que en 1971 compraba
una cesta de bienes ahora apenas alcanza para una fracción de ella, mientras los costos de
vivienda, educación y salud se han disparado, penalizando a los ahorradores y clases medias (The
Bitcoin Standard).
Este sistema, aunque estable en su infraestructura global, depende de la confianza en
instituciones que priorizan la liquidez sobre la preservación del valor (Debt: The First 5,000
Years).
Por otro lado, Bitcoin emerge como una respuesta disruptiva, diseñada para contrarrestar
las fallas del fiat mediante un suministro fijo de 21 millones de unidades y una red descentralizada
que elimina intermediarios (Patrón Bitcoin). Su escasez programada, reforzada por los halvings,
ha impulsado un crecimiento exponencial de su valor, transformándolo en una reserva de riqueza
atractiva, especialmente en contextos de inestabilidad monetaria. Sin embargo, su volatilidad y
las barreras tecnológicas limitan su adopción masiva como medio de intercambio, posicionándolo

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más como un "oro digital" que como un reemplazo directo del dólar (The Bitcoin Standard). La
autonomía que ofrece Bitcoin, al permitir a los usuarios controlar sus fondos sin depender de
bancos, resuena con las nociones históricas de dinero como consenso social, pero plantea desafíos
de accesibilidad y regulación (Debt: The First 5,000 Years).
La depreciación del dólar responde a múltiples factores estructurales y coyunturales.
Primero, las políticas monetarias expansivas implementadas por la Reserva Federal tras las crisis
de 2008 y 2020, conocidas como Quantitative Easing (QE), han incrementado la oferta monetaria.
Entre 2008 y 2014, la base monetaria de EE.UU. creció de $0.8 billones a $4 billones, y en 2020-
2021 se inyectaron $3.5 billones adicionales para mitigar los efectos de la pandemia (Reserva
Federal, 2024). Este exceso de liquidez ha contribuido a la inflación, que alcanzó un máximo del
9.1% en 2022, erosionando el poder adquisitivo del dólar (Bureau of Labor Statistics, 2022).
Segundo, el déficit fiscal y la deuda pública de EE.UU. han alcanzado niveles históricos,
superando los $33 billones en 2023, equivalente al 120% del PIB (U.S. Treasury, 2023). Esta
carga fiscal genera preocupaciones sobre la sostenibilidad de la economía estadounidense,
debilitando la confianza en el dólar como moneda de reserva. Tercero, la desdolarización ha
ganado impulso, con países como China promoviendo acuerdos comerciales en yuan. En 2023, el
10% del comercio exterior chino se realizó en yuan, incluyendo contratos con países de África y
América Latina, como Brasil y Argentina, que han adoptado swaps de divisas para reducir la
dependencia del dólar (Reuters, 2023).
La pérdida de valor del dólar ha tenido consecuencias globales. La inflación global se ha
exacerbado, especialmente en economías emergentes dependientes de importaciones dolarizadas,
donde el aumento de precios de materias primas ha reducido el poder adquisitivo. En EE.UU., un
ciudadano promedio necesitó $131.07 en 2023 para comprar lo que costaba $100 en 2013 (Bureau
of Labor Statistics, 2023). Además, la pérdida de confianza en el dólar como reserva ha llevado
a bancos centrales a diversificar sus portafolios, aumentando las tenencias de oro (que superaron
las 2,300 toneladas en 2024) y monedas alternativas como el euro y el yuan (Consejo Mundial
del Oro, 2024). Esto refleja un cambio gradual en la arquitectura financiera global, con
implicaciones para la capacidad de EE.UU. de financiar sus déficits a bajo costo.
DISCUSIÓN
Los hallazgos del análisis confirman tendencias identificadas en la literatura reciente,
aunque con matices. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI, 2024), el dólar aún representa
el 58% de las reservas globales de divisas, una disminución desde el 71% en 2000, lo que señala
un declive gradual pero no catastrófico. Este dato alinea con los resultados del presente estudio,
que muestran una caída del 15% en el índice del dólar (DXY) desde 2000, impulsada por políticas
monetarias expansivas y desdolarizadas. Eichengreen (2024) argumenta que el "privilegio
exorbitante" del dólar permite a EE.UU. financiar déficits a bajo costo, pero advierte que la

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acumulación de deuda pública ($33 billones en 2023) podría erosionar esta ventaja, un punto
corroborado por el aumento de la inflación global observado en los resultados. En cuanto a las
monedas digitales, Gopinath y Stein (2023) destacan el crecimiento del mercado de
criptomonedas a $2.5 billones en 2024 como un reflejo de la desconfianza en las monedas fiat,
aunque señalan que su volatilidad limita su rol como medio de intercambio. Respecto a las CBDC,
el Banco de Pagos Internacionales (BIS, 2024) reporta que 114 bancos centrales exploran estas
monedas, pero el avance desigual (por ejemplo, el yuan digital frente al dólar digital en fase
exploratoria) coincide con los hallazgos del estudio, que identifican al yuan digital como líder en
adopción práctica.
Sin embargo, los resultados discrepan de algunas proyecciones optimistas. Mientras que
Waller (2023) sugiere que las CBDC podrían reemplazar parcialmente las monedas fiat en una
década, este estudio destaca que la falta de consenso global y preocupaciones sobre privacidad
retrasarán esta transición. Asimismo, aunque Nakamoto (2008) envisioned Bitcoin como un
sistema financiero alternativo, los datos muestran que su adopción masiva sigue limitada por
problemas técnicos y regulatorios, contrastando con la narrativa de un reemplazo inminente del
dólar.
La depreciación del dólar y el auge de las monedas digitales plantean desafíos significativos
para EE.UU. La deuda pública, que superó el 120% del PIB en 2023, exige políticas fiscales más
sostenibles para preservar la confianza en el dólar como moneda de reserva. La dependencia del
Quantitative Easing, que inyectó $7.5 billones entre 2008 y 2021, ha alimentado la inflación
(9.1% en 2022), reduciendo el poder adquisitivo y aumentando los costos de endeudamiento
(Reserva Federal, 2024). Si EE.UU. no aborda estos desequilibrios, podría perder su capacidad
de financiar déficits a bajo costo, como predice el dilema de Triffin (1960). Además, el retraso en
el desarrollo de un dólar digital frente al yuan digital chino arriesga la influencia financiera de
EE.UU., especialmente en pagos transfronterizos, donde el yuan representó el 52.9% de las
transacciones chinas en 2023 (OilPrice, 2024).
El resurgimiento de las monedas digitales podría fragmentar el sistema monetario
internacional. Actualmente, el dólar domina el 88% de las transacciones globales (SWIFT, 2024),
pero la coexistencia de criptomonedas, CBDC y monedas fiat alternativas (como el yuan y el
euro) podría crear un sistema multipolar. Esto ofrecería mayor resiliencia frente a crisis
monetarias, pero también riesgos de inestabilidad, ya que las monedas digitales carecen de la
coordinación global que caracteriza al sistema basado en el dólar. Por ejemplo, la proliferación
de stablecoins vinculados al dólar (como Tether, con un volumen del 70% en transacciones cripto
en 2024) refuerza paradójicamente la influencia del dólar, pero las CBDC nacionales podrían
reducir esta dependencia, fragmentando los flujos financieros (Chainalysis, 2024).
Para los países emergentes, las monedas digitales representan una oportunidad y un riesgo.
La desdolarización, evidenciada por acuerdos en yuan entre China y países de América Latina y

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África, permite diversificar reservas y reducir la exposición a la volatilidad del dólar. Argentina
y Venezuela, por ejemplo, han adoptado criptomonedas para mitigar la hiperinflación, con un
20% de las transacciones venezolanas en Bitcoin en 2024 (Chainalysis, 2024). Sin embargo, la
volatilidad de las criptomonedas (caídas del 30% en semanas) y los riesgos de las CBDC (como
la vigilancia estatal en el yuan digital) podrían exacerbar desigualdades económicas si no se
regulan adecuadamente. Los países emergentes enfrentan el desafío de equilibrar innovación con
estabilidad financiera.
A pesar de su potencial, las monedas digitales enfrentan limitaciones significativas. Las
criptomonedas padecen problemas de escalabilidad y regulación. Bitcoin, por ejemplo, procesa
solo 7 transacciones por segundo frente a las 24,000 de Visa, lo que restringe su uso masivo
(Swan, 2015). Además, la falta de un marco regulatorio global fomenta el uso ilícito, con un 2%
de las transacciones cripto vinculadas a actividades ilegales en 2023 (Chainalysis, 2024). Por su
parte, las CBDC corren el riesgo de centralizar demasiado poder. El yuan digital permite al
gobierno chino monitorear transacciones en tiempo real, lo que podría replicarse en otras CBDC,
amenazando la privacidad individual (PBoC, 2022). Además, las CBDC podrían desestabilizar a
los bancos comerciales al competir por depósitos, como advierte Waller (2023). Estas críticas
sugieren que, aunque las monedas digitales son prometedoras, su implementación requiere
superar obstáculos técnicos, éticos y políticos.
La transición hacia un sistema financiero basado en monedas digitales parece inevitable,
impulsada por la erosión de la confianza en el dólar y los avances tecnológicos como blockchain.
Sin embargo, su impacto dependerá de la regulación y la cooperación internacional. Las
criptomonedas podrían empoderar a los individuos, pero sin estándares globales, su potencial se
verá limitado por la especulación y el crimen. Las CBDC, aunque eficientes, deben equilibrar la
innovación con la protección de derechos fundamentales como la privacidad. Para el dólar, la
coexistencia con monedas digitales es plausible, pero requerirá que EE.UU. adopte políticas
fiscales responsables y acelere el desarrollo de un dólar digital. Los países emergentes, por su
parte, necesitarán infraestructura y educación financiera para aprovechar estas tecnologías sin
agravar desigualdades. En última instancia, el futuro del sistema monetario global dependerá de
la capacidad de los actores internacionales para colaborar en un marco inclusivo y sostenible,
evitando la fragmentación y promoviendo la estabilidad.
CONCLUSIÓN
El sistema financiero global evolucionará hacia un modelo híbrido, donde monedas fiat,
como el dólar, coexistirán con criptomonedas y CBDC. Aunque el dólar no será reemplazado a
corto plazo, su participación en las reservas podría caer al 50% para 2030, mientras monedas
como el yuan y el euro, apoyadas por CBDC, ganan terreno. Las criptomonedas seguirán siendo
relevantes como reservas de valor, pero su escalabilidad dependerá de avances tecnológicos y
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regulatorios. La cooperación internacional será clave para garantizar que esta transición promueva
estabilidad e inclusión financiera.
En conclusión, el dólar y Bitcoin no son mutuamente excluyentes, sino complementarios
en un sistema financiero en transición. El dólar seguirá siendo la moneda de referencia por su
aceptación global y respaldo institucional, pero su devaluación crónica alimenta la búsqueda de
alternativas. Bitcoin, aunque imperfecto, ofrece un modelo de dinero sólido que prioriza la
soberanía individual y la resistencia a la inflación, desafiando las bases del sistema fiat. Este
contraste sugiere que el futuro del dinero podría definirse por una coexistencia híbrida, donde las
monedas fiat faciliten el comercio cotidiano y las digitales protejan la riqueza a largo plazo,
reconfigurando las relaciones económicas en un mundo de creciente incertidumbre (Patrón
Bitcoin).

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