
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 2957
Educación y Salud como Motores del Desarrollo Económico
en Ecuador: ¿Inversión o Gasto?
Education and Health as Drivers of Economic Development in Ecuador: Investment or
Expenditure?
Eddy Iván Yancha Mera
eyancham@uteq.edu.ec
https://orcid.org/0009-0006-3622-1499
Universidad Técnica Estatal de Quevedo
Facultad de Ciencias Sociales, Económicas y Financieras
Quevedo –Ecuador
Edison Daniel Lara Vásconez
elarav2@uteq.edu.ec
https://orcid.org/0009-0003-7985-2336
Universidad Técnica Estatal de Quevedo
Facultad de Ciencias Sociales, Económicas y Financieras
Quevedo –Ecuador
Wendy Tamara Mora Carpio
wmorac@uteq.edu.ec
https://orcid.org/0000-0001-7378-2304
Universidad Técnica Estatal de Quevedo
Facultad de Ciencias Sociales, Económicas y Financieras
Quevedo –Ecuador
Félix Lorenzo Gómez Gutiérrez
fgomez@uteq.edu.ec
https://orcid.org/0000-0002-3060-5452
Universidad Técnica Estatal de Quevedo
Facultad de Ciencias Sociales, Económicas y Financieras
Quevedo –Ecuador
Artículo recibido: 10 abril 2025 - Aceptado para publicación: 20 mayo 2025
Conflictos de intereses: Ninguno que declarar
RESUMEN
Este estudio analiza la relación entre la inversión pública en salud y educación y el crecimiento
económico en Ecuador durante el período 2010–2023. Utilizando un enfoque cuantitativo,
explicativo y longitudinal, se aplicaron modelos de regresión lineal múltiple para evaluar el
impacto de variables como años promedio de escolaridad, tasa de alfabetización, esperanza de
vida, gasto público y tasa de mortalidad infantil sobre el Producto Interno Bruto real. Los datos
fueron recopilados de fuentes oficiales nacionales e internacionales y tratados mediante el
software Stata 17. Los resultados muestran una correlación positiva y estadísticamente
significativa entre el gasto público en salud y educación y el crecimiento económico, destacando
el rol del capital humano como factor clave del desarrollo sostenible, en línea con la teoría del

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crecimiento endógeno. Las variables de escolaridad y esperanza de vida resultaron especialmente
relevantes. Se concluye que la inversión en salud y educación no debe considerarse un gasto, sino
un componente esencial para fomentar el crecimiento económico a largo plazo.
Palabras clave: crecimiento económico, inversión pública, salud, educación, capital
humano
ABSTRACT
This study analyzes the relationship between public investment in health and education and
economic growth in Ecuador during the period 2010-2023. Using a quantitative, explanatory and
longitudinal approach, multiple linear regression models were applied to evaluate the impact of
variables such as average years of schooling, literacy rate, life expectancy, public spending and
infant mortality rate on real Gross Domestic Product. Data were collected from official national
and international sources and processed using Stata 17 software. The results show a positive and
statistically significant correlation between public spending on health and education and
economic growth, highlighting the role of human capital as a key factor in sustainable
development, in line with the endogenous growth theory. The schooling and life expectancy
variables were particularly relevant. It is concluded that investment in health and education should
not be considered an expense, but an essential component for promoting long-term economic
growth.
Keywords: Economic growth, public investment, health, education, human capital
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INTRODUCCIÓN
El carácter estratégico del gasto público cobra especial relevancia cuando se analiza su
orientación hacia sectores estructurantes como la educación y la salud. Desde una perspectiva
fiscal convencional, ambas áreas han sido tratadas a menudo como dimensiones de gasto social;
sin embargo, enfoques contemporáneos desde la teoría del crecimiento endógeno (Lucas, 1988;
Romer, 1990) insisten en conceptualizarlas como vectores de acumulación de capital humano,
capaces de generar externalidades positivas sobre la productividad agregada. Así, invertir en estos
sectores no solo satisface derechos fundamentales, sino que transforma las bases del crecimiento
económico de largo plazo.
Entre 2010 y 2023, Ecuador ha atravesado escenarios complejos que han puesto a prueba
la capacidad del Estado para sostener y reorientar sus políticas públicas. Las tensiones fiscales,
los cambios institucionales y la pandemia de COVID-19 han afectado no solo la asignación
presupuestaria, sino también la efectividad del gasto. A pesar de ello, se ha registrado un aumento
progresivo en los recursos destinados a salud y educación, lo que plantea interrogantes sobre la
naturaleza y la eficiencia de estas asignaciones, especialmente donde las demandas sociales
crecen y los recursos fiscales se tornan cada vez más limitados.
En este marco, se vuelve necesario repensar la relación entre inversión social y desempeño
económico. ¿Representan realmente los recursos asignados a la salud y la educación una inversión
con retorno económico tangible, o se mantienen como una forma de gasto estructural con baja
rentabilidad social? Este artículo parte de esta pregunta para analizar el caso ecuatoriano,
evaluando, desde una perspectiva teórico-empírica, si el gasto público en salud y educación ha
actuado como motor del desarrollo o si, por el contrario, ha reproducido patrones de ineficiencia
que debilitan su potencial transformador.
La Teoría del Crecimiento Endógeno, en su formulación clásica (Lucas, 1988; Romer,
1990), replantea los motores del desarrollo económico al desplazar el foco desde la acumulación
de capital físico hacia la generación y preservación del capital humano y del conocimiento. En
estos modelos, la educación y la salud no son factores periféricos, sino ejes estructurales que
permiten explicar el crecimiento sostenido a partir de mecanismos internos, como la acumulación
de habilidades, la innovación continua y la productividad individual mejorada. De este modo, la
política pública adquiere un papel activo y no subsidiario en la construcción del potencial
económico.
El capital humano —entendido como el conjunto de capacidades cognitivas, técnicas,
físicas y sociales acumuladas por una población— se convierte en el canal privilegiado a través
del cual las políticas sociales generan retornos económicos. En este marco, la educación
incrementa la eficiencia de la fuerza laboral, facilita la difusión tecnológica y mejora la
adaptabilidad de los trabajadores frente a los cambios estructurales. Por su parte, la salud garantiza

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la continuidad de la actividad económica al disminuir la morbilidad, ampliar la vida activa y
reducir la carga fiscal asociada a enfermedades evitables.
Según Goczek et al. (2021), “la educación y la salud, que son componentes importantes del
capital humano, tienen un impacto en el crecimiento económico”. Además, estos autores acentúan
que “el ahorro en la calidad de la educación […] no será rentable en términos de crecimiento
económico”. A ello se suma el llamado de Mann et al. (2020) a comprender la educación como
una herramienta estratégica, no solo para reducir el desempleo, sino para ampliar los retornos
económicos de por vida, especialmente cuando se prioriza la educación superior y técnica.
La inversión en educación constituye uno de los mecanismos más efectivos para fortalecer
el capital humano y, por ende, para potenciar el crecimiento económico sostenido. No se trata
únicamente de ampliar el acceso o la cobertura, sino de asegurar que los recursos asignados se
traduzcan en aprendizajes efectivos, competencias transferibles y mejoras reales en la
productividad de las personas. Desde esta perspectiva, la educación deja de ser un servicio de
asistencia social y se convierte en un activo estratégico, capaz de generar retornos privados y
públicos en el mediano y largo plazo.
El valor económico de la educación depende directamente de su calidad, pertinencia y
eficiencia en el uso de recursos, Baharin et al. (2020) insisten en que, para sostener mejoras en la
productividad laboral, los países deben priorizar la formación de graduados altamente
cualificados, especialmente en niveles superiores. Sin embargo, una educación de calidad no
depende exclusivamente del volumen de gasto. Como señalan Quispe et al. (2024), la eficiencia
técnica del gasto público en educación presenta marcadas desigualdades regionales, lo que obliga
a diseñar políticas diferenciadas y contextualizadas. En el caso de América Latina, Ramos et al.
(2021) muestra que una parte considerable del gasto educativo no se traduce en aprendizajes
adecuados. Estas observaciones invitan a repensar la inversión educativa no solo en términos de
cobertura, sino como una política integral que articule calidad, inclusión y pertinencia en función
del desarrollo económico.
Mientras que la educación construye habilidades y capacidades, la salud garantiza la
permanencia y funcionalidad del capital humano en el tiempo. Un sistema sanitario sólido
preserva la fuerza laboral, reduce las interrupciones por enfermedad y prolonga la vida activa de
las personas. De este modo, la salud no solo tiene implicaciones en términos de bienestar
individual, sino que constituye un requisito estructural para el desarrollo económico, al mitigar la
depreciación del capital humano y sostener la productividad agregada.
Sin embargo, el impacto del gasto sanitario sobre los indicadores de salud no siempre es
directo ni homogéneo. Akinlo & Sulola (2019) sostienen que en países con instituciones frágiles,
el gasto en salud no contribuye significativamente a reducir la mortalidad infantil, lo que puede
deberse a fenómenos como la corrupción, la mala gestión o la fungibilidad del gasto público. Esta
advertencia resalta que el volumen de inversión no es suficiente: la calidad institucional y la

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eficiencia en la ejecución son variables críticas para transformar el gasto sanitario en mejoras
reales de salud pública.
El caso ruso, expuesto por Aganbegyan (2017), ilustra cómo una baja inversión relativa en
salud se traduce en una mayor mortalidad y una menor esperanza de vida, estableciendo un
vínculo entre asignaciones presupuestarias y vulnerabilidad demográfica. Por su parte, Jafrin et
al. (2021) destacan que el acceso a saneamiento, la educación en salud y la urbanización
planificada tienen una relación positiva con la esperanza de vida, mientras que factores como la
contaminación ambiental —como también lo confirma Zhang et al. (2022)— afectan
negativamente la salud pública. En consecuencia, invertir en salud implica no solo construir
hospitales, sino también transformar entornos físicos y sociales que permitan a las personas vivir
más y vivir mejor.
La educación y la salud, si bien son dimensiones distintas del capital humano, funcionan
de manera interdependiente. Existen efectos cruzados que refuerzan la acumulación de
capacidades: una población educada tiende a adoptar mejores prácticas de salud, mientras que
una población sana tiene mayores probabilidades de sostener procesos de aprendizaje eficaces y
continuos, ambas áreas conforman un círculo virtuoso, donde la mejora en una potencia es el
rendimiento de la otra, generando impactos amplificados sobre la productividad y el crecimiento
económico.
Goczek et al. (2021) subrayan que salud y educación no deben concebirse como sectores
aislados, sino como pilares complementarios del desarrollo. Una mala salud compromete el
retorno de la inversión educativa al reducir la participación escolar o interrumpir trayectorias
académicas; de igual manera, un bajo nivel educativo limita la comprensión y apropiación de
prácticas preventivas, reduciendo el impacto de las políticas sanitarias. Por ello, advierten que
descuidar la calidad de la educación o la cobertura sanitaria compromete seriamente las metas de
crecimiento a mediano y largo plazo. Jafrin et al. (2021) confirman esta relación al mostrar que
el nivel educativo se correlaciona con mejores hábitos alimenticios, higiene y prevención,
mientras que el acceso a servicios básicos como saneamiento y agua potable mejora
significativamente los resultados en salud pública.
Por su parte, Heckman y Mosso (2014) han demostrado que los programas de atención
integral en la primera infancia —que combinan educación temprana y atención sanitaria— son
los más eficaces en términos de retorno social, ya que actúan en la etapa más sensible de
formación del capital humano.
Los efectos de la inversión pública en salud y educación pueden observarse más claramente
al examinar su relación con ciertos indicadores estructurales del capital humano, tales como los
años promedio de escolaridad, la esperanza de vida, la tasa de finalización de la educación
secundaria y el acceso a servicios sanitarios. Estas variables no solo permiten evaluar el impacto

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social de la inversión estatal, sino que también actúan como predictoras del crecimiento
económico.
En Ecuador, entre 2010 y 2023, los años promedio de escolaridad aumentaron, alcanzando
los 9.8 años según datos del INEC. Según Moreira et al. (2024), este aumento se asocia con un
crecimiento promedio de $166,97 dólares en el PIB per cápita, reflejando el valor económico
acumulativo de la educación. Del mismo modo, un incremento del 1 % en el gasto educativo se
relaciona con un aumento promedio de $14,75 dólares en el ingreso per cápita, es decir que,
incluso ajustes marginales en el presupuesto pueden tener efectos apreciables si se canalizan de
manera eficiente.
En términos sanitarios, la esperanza de vida en Ecuador pasó de 75 años en 2010 a 77.5
años en 2023, de acuerdo con datos del INEC. No obstante, estas cifras esconden desigualdades
territoriales marcadas: las provincias rurales presentan indicadores sustancialmente más bajos,
especialmente en acceso a agua potable, atención primaria y servicios preventivos. Como indica
Jafrin et al. (2021), estas brechas estructurales condicionan la efectividad del gasto sanitario y
limitan su contribución al desarrollo.
El Producto Interno Bruto (PIB) real constituye una medida clave del desempeño
económico de los países, y su análisis a lo largo del tiempo permite identificar correlaciones con
la inversión pública en sectores estratégicos. En el caso ecuatoriano, el PIB real mostró una
trayectoria irregular entre 2010 y 2023. Según cifras del Banco Central del Ecuador (BCE), el
crecimiento promedio anual fue del 3 %, con caídas pronunciadas durante 2015–2016 —producto
de la crisis petrolera y el terremoto de Manabí—, y en 2020, debido al impacto de la pandemia de
COVID-19.
Durante este mismo período, la inversión pública en educación y salud mantuvo una
tendencia ascendente, aunque con altibajos. Según datos del Ministerio de Finanzas, el gasto en
educación pasó de USD 3 07 millones en 2010 a USD 4 907 millones en 2023, mientras que el
gasto en salud creció de USD 2 035 millones a USD 5 882 millones. Aunque no puede
establecerse una causalidad directa, estudios como el de Roja et al., (2020) señalan una
correlación positiva y significativa entre el aumento de la inversión educativa y el crecimiento
económico.
El gasto social, puede ser eficiente y focalizado, siempre y cuando contribuya al
crecimiento económico sostenido. Como señala Moreira et al. (2024), el vínculo entre variables
educativas —como la tasa de inscripción o la finalización de la secundaria— y el PIB per cápita
es estadísticamente significativo, pero depende de factores institucionales y territoriales que
deben ser considerados para evitar una lectura simplista o lineal de los datos.
En el ámbito internacional, numerosos estudios han abordado la relación entre gasto social,
capital humano y crecimiento económico, generando hallazgos que, si bien no siempre son
trasladables de forma directa, ofrecen referencias valiosas para el análisis ecuatoriano. Uno de los

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enfoques más consistentes es el que plantea que la eficacia del gasto público en educación no
depende exclusivamente de su magnitud, sino de su capacidad para traducirse en logros de
aprendizaje, reducción de desigualdades y mejora de la empleabilidad. Este principio se ha
confirmado en diversos contextos mediante evaluaciones de impacto y estudios de eficiencia
técnica.
Por ejemplo, Mann et al. (2020) advierten que los retornos de la inversión educativa varían
significativamente según el nivel alcanzado: los adultos con educación terciaria presentan tasas
de empleo y de ingresos notablemente superiores frente a quienes no completaron la educación
secundaria. Esta brecha no solo es importante a nivel individual, sino que también determina el
tipo de crecimiento que una economía puede sostener en el tiempo. De igual forma, Ramos et al.
(2021) muestran que en Brasil solo un bajo porcentaje de estudiantes de escuelas públicas alcanza
niveles adecuados de aprendizaje, es decir, altos niveles de inversión sin eficiencia ni control de
calidad pueden conducir a resultados decepcionantes.
En esta misma línea, Quispe et al. (2024) encuentran que la eficiencia del gasto educativo
en Perú es altamente desigual entre regiones. Mientras que Coelho et al. (2021), analizando redes
escolares en contextos latinoamericanos, señalan que incluso dentro de una misma ciudad las
disparidades en logros educativos pueden ser profundas, sugiriendo debilidades institucionales en
la distribución de recursos y en la gestión pública. Estos estudios aportan una conclusión fuerte
para Ecuador: no basta con invertir más, sino que es imprescindible hacerlo mejor, con
mecanismos de evaluación permanente y una lógica orientada a resultados sostenibles en términos
de capital humano.
El debate sobre el gasto público en educación y salud ha estado marcado por tensiones
estructurales entre los imperativos fiscales y las necesidades sociales. Aunque el volumen de
inversión ha aumentado en las últimas décadas, aún persiste una percepción ambigua sobre su
efectividad: ¿se trata realmente de una inversión con retorno económico, o de un gasto inercial
incapaz de transformar las condiciones estructurales del país? Esta pregunta se torna
especialmente relevante en contextos donde los márgenes fiscales son estrechos y la presión por
resultados es creciente como el caso de Ecuador.
La falta de estudios integrales que evalúen los efectos económicos de la inversión en capital
humano en el país limita la capacidad del Estado para diseñar políticas públicas basadas en
evidencia. Como lo demuestra la literatura reciente, el impacto de estas inversiones no es
automático ni garantizado: depende de la calidad de la gestión, la coherencia de las políticas y su
articulación con estrategias de desarrollo territorial. Por ello, comprender el vínculo entre el gasto
en salud y educación y el comportamiento de indicadores económicos como el PIB real es
fundamental no solo desde una perspectiva académica, sino también para la planificación pública.
Este estudio se propone llenar ese vacío, al analizar de manera sistemática la evolución del
gasto público en salud y educación en Ecuador entre 2010 y 2023, en relación con indicadores

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clave de capital humano y desempeño económico. A partir de un enfoque estadístico y crítico, se
busca determinar si estas asignaciones presupuestarias han funcionado como motores del
desarrollo o si, por el contrario, han reproducido patrones de bajo impacto económico. Frente a
los desafíos que sufre Ecuador en materia de sostenibilidad fiscal, desigualdad social y rezago
estructural, resulta imperativo replantear el rol de la inversión pública en sectores estratégicos
como la educación y la salud.
El objetivo central es evaluar si la inversión pública en salud y educación en Ecuador ha
contribuido a dinamizar el crecimiento económico o si, por el contrario, se ha comportado como
un gasto estructural sin retorno económico significativo. Para ello, se utilizarán fuentes oficiales
nacionales e internacionales y se pondrá énfasis en el comportamiento conjunto de indicadores
como el PIB real, los años promedio de escolaridad, la esperanza de vida, entre otros.
MATERIALES Y MÉTODOS
Enfoque, diseño y alcance del estudio
Este estudio adoptó un enfoque cuantitativo de tipo explicativo y longitudinal, con el
propósito de analizar la relación entre la inversión pública en salud y educación y el crecimiento
económico en Ecuador durante el período 2010–2023. El diseño fue no experimental y
correlacional, con un alcance retrospectivo basado en el análisis de series temporales anuales. La
investigación se fundamentó teóricamente en la Teoría del Crecimiento Endógeno (Lucas, 1988;
Romer, 1990), que reconoce la acumulación de capital humano como un determinante interno del
crecimiento económico sostenido.
Fuentes y recolección de datos
Los datos utilizados fueron de carácter secundario, recopilados de fuentes estadísticas
oficiales. Las siguientes tablas resume las variables clave, el periodo analizado y la fuente
correspondiente:
Tabla 1
Origen de las variables
Variable Fuentes Frecuencia / Periodo
Años promedio de
escolaridad
Secretaría de Derechos Humanos -
Igualdad de Género (2023)
Anual, 2010–2023Ministerio de Educación (2014)
INEC – Censo de Población y Vivienda
Tasa de alfabetización
Banco Mundial
Anual, 2010–2023INEC – Reducción del analfabetismo
Banco Mundial
Esperanza de vida
Secretaría de Derechos Humanos -
Igualdad de Género (2021) Anual, 2010–2023
INEC – Defunciones Generales 2023

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Tasa de mortalidad infantil Banco Mundial – Informe principal Anual, 2010–2023
Gasto público en salud
INEC – Cuentas Satélite de Salud 2022
Anual, 2010–2023
INEC – Boletín Técnico CSS 2007-2019
Ministerio de Finanzas (2010)
INEC – Presentación Resultados CSE
(2007–2019)
Gasto público en educación
INEC – CSE 2021 Anual, 2010–2023
INEC – CSE 2023 Anual, 2010–2023
Cuenta satélite de servicios de educación
– INEC Anual, 2010–2023
Nota: Creado por los autores
Tabla 2
Variables e indicadores
Categoría Variable Unidad / Medida
Crecimiento Producto Interno Bruto (PIB real) Millones de USD constantes
(base 2010)
Educación
Gasto público en educación Millones de USD constantes
(base 2010)
Años promedio de escolaridad Años
Tasa de alfabetización Porcentaje (%)
Salud
Gasto público en salud Millones de USD constantes
(base 2010)
Esperanza de vida al nacer Años
Tasa de mortalidad infantil Defunciones por 1 000
nacidos vivos
Nota: Creado por los autores
Técnica de análisis estadístico
El tratamiento estadístico se estructuró en dos fases. En primer lugar, se realizó un análisis
de tendencia y evolución de las variables principales mediante gráficos de series temporales. En
segundo lugar, se aplicaron regresiones lineales múltiples con el objetivo de estimar el efecto
conjunto e individual de las variables independientes sobre el PIB real.
Las ecuaciones generales de los modelos fueron las siguientes:
Modelo 1 – Capital Humano:
𝑃𝐼𝐵𝑡 = 𝛽0 + 𝛽1(𝐸𝑠𝑐𝑜𝑙𝑎𝑟𝑖𝑑𝑎𝑑𝑡) + 𝛽2(𝐴𝑙𝑓𝑎𝑏𝑒𝑡𝑖𝑧𝑎𝑐𝑖𝑜ˊ𝑛𝑡) + 𝛽3(𝐸𝑠𝑝𝑒𝑟𝑎𝑛𝑧𝑎𝑉𝑖𝑑𝑎𝑡)
+ 𝛽4(𝑀𝑜𝑟𝑡𝐼𝑛𝑓𝑡) + 𝜀𝑡
Modelo 2 – Gasto Público:
𝑃𝐼𝐵𝑡 = 𝛼0 + 𝛼1(𝐺𝑎𝑠𝑡𝑜𝑆𝑎𝑙𝑢𝑑𝑡) + 𝛼2(𝐺𝑎𝑠𝑡𝑜𝐸𝑑𝑢𝑐𝑎𝑐𝑖𝑜ˊ𝑛𝑡) + 𝜇𝑡

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Donde:
𝑃𝐼𝐵𝑡 es el Producto Interno Bruto real en el año t
𝛽𝑖𝛼𝑖 son los coeficientes estimados
𝜀𝑡𝜇𝑡 son los errores aleatorios
Ambos modelos fueron evaluados mediante
Coeficientes de determinación 𝑟2 𝑦 𝑟2 ajustado
Pruebas de significancia (P-value, F de Fisher)
Verificación de multicolinealidad (VIF)
Heterocedasticidad (prueba de Breusch–Pagan)
Normalidad (prueba de Shapiro–Wilk)
Herramientas y software
El análisis fue realizado utilizando el software estadístico Stata 17, debido a su robustez
para manejar regresiones multivariadas, diagnóstico de supuestos clásicos y análisis de series
temporales. Adicionalmente, se empleó Microsoft Excel para la limpieza y organización de los
datos originales.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Tabla 3
Modelos de regresión sobre PIB: variables sociales y gasto público
Supuesto/Medida Modelo 1 (Gasto Salud
y Educación)
Modelo 2 (Indicadores
Sociales)
R² 0.8836 0.9053
R² ajustado 0.8624 0.8632
Prob > F 0.0000 0.0001
VIF promedio 4.85 2.57
Heterocedasticidad 0.1878 0.4425
Normalidad (SW) 0.8213 0.1303
Variables Coeficiente (p-value) Coeficiente (p-value)
- Gast. Salud 0.011113 (0.002) —
- Gast. Educación 0.0000236 (0.997) —
- Constante 45.81233 (0.013) —
- Años Escolaridad — 22.40118 (0.008)
- Alfabetización — 227.2931 (0.142)
- Esperanza Vida — 3.634545 (0.008)
- Mortalidad Inf. — -278.9264 (0.230)
- Constante — -587.8196 (0.001)
Nota: Creado por los autores

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La estimación de los modelos econométricos permitió analizar el impacto diferencial de
los componentes del capital humano y del gasto social sobre el crecimiento económico real del
Ecuador entre 2010 y 2023. Ambos modelos muestran niveles elevados de ajuste, con coeficientes
de determinación 𝑅2 de 0.8836 (Modelo 1: Gasto Social) y 0.9053 (Modelo 2: Indicadores
Sociales). Esto sugiere que más del 88 % y 90 % de la variación del PIB real es explicada por las
variables incluidas en cada especificación.
Modelo 1: Gasto Público en Salud y Educación
En el Modelo 1, se encontró que el gasto en salud tiene un efecto estadísticamente
significativo y positivo sobre el PIB real (𝛽 =0.0111, 𝑝=0.002). En términos prácticos, un
aumento de USD 1 millón en inversión sanitaria se asocia con un incremento de USD 11.1
millones en el PIB. Relativamente, un aumento del 10 % en el gasto en salud se correlaciona con
un incremento estimado de 1.11 % del PIB real, señalando alta rentabilidad económica. Goczek
et al. (2021), destacan que la salud no solo mejora la calidad de vida, sino que también aumenta
la productividad laboral.
Por el contrario, el gasto en educación no fue significativo desde el punto de vista
estadístico (𝛽=0.0000236, 𝑝=0.997). Si bien el signo positivo del coeficiente apunta en la
dirección esperada, el efecto marginal es nulo en términos prácticos: un incremento del 10 % en
el gasto educativo apenas se traduce en un 0.0023 % de crecimiento en el PIB, mostrando un
impacto limitado en el corto plazo. Esta aparente ineficacia se explica por dos factores: primero,
el tamaño reducido de la muestra (n = 14), que incrementa la varianza de los estimadores y limita
la potencia de las pruebas estadísticas; segundo, el carácter estructural y de largo plazo de los
retornos educativos, que tienden a acumularse con el paso de generaciones. En ese sentido, Gethin
(2025) afirma que “los efectos de la educación sobre el crecimiento económico, aunque
indiscutibles, son graduales y difíciles de captar en análisis de corto horizonte”.
Modelo 2: Indicadores Sociales del Capital Humano
El segundo modelo, basado en variables estructurales acumulativas, presenta un ajuste
superior y permite una visión más robusta del capital humano. La escolaridad promedio exhibe
un coeficiente de 22.401 (𝑝=0.008), lo cual indica que cada año adicional de escolaridad se asocia
con un incremento de USD 22.4 mil millones en el PIB. Esta magnitud es coherente con la teoría
de Romer (1990) y Lucas (1988), quienes resaltan el papel de la educación en la acumulación de
conocimiento, habilidades cognitivas y adaptabilidad laboral. Además, Moreira et al. (2024) y
Mann et al. (2020) han documentado que las mejoras educativas generan retornos especialmente
altos en sectores técnicos y de innovación, alineándose con estos resultados.
La esperanza de vida también mostró un impacto significativo (𝛽=3.6345, 𝑝=0.008).
Cada año adicional de longevidad está vinculado con un incremento de USD 3.63 mil millones
en el PIB. Demostrando que la salud es un activo económico y no un gasto pasivo, reforzando los

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planteamientos de Aganbegyan (2017), quien advierte que la subinversión en salud reduce la
productividad nacional y genera pérdidas económicas estructurales.
En cuanto a la tasa de alfabetización (𝛽=227.29, 𝑝=0.142) y la mortalidad infantil
(𝛽=−278.92, 𝑝=0.230), aunque no significativas al 95 %, sus signos son teóricamente coherentes:
positivo en el caso de la alfabetización y negativo para la mortalidad. Un aumento de 1 punto
porcentual en la alfabetización se asocia con un crecimiento del PIB de USD 2.27 mil millones,
mientras que una reducción similar en la mortalidad infantil implicaría un aumento de USD 2.79
mil millones.
Comparativamente, se observa que el gasto en salud tiene efectos inmediatos y
significativos, mientras que los beneficios de la educación se revelan de manera acumulativa,
expresados con mayor claridad en variables como la escolaridad promedio. Esta diferencia
temporal entre inversión y resultado ha sido ampliamente discutida en la literatura: según
Hanushek & Woessmann (2020), “los impactos económicos de la educación son contundentes,
pero tardíos, y requieren de estabilidad institucional y continuidad de políticas”.
CONCLUSIONES
El análisis demuestra con claridad que la inversión en salud y educación incide
positivamente en el crecimiento económico del Ecuador, aunque sus efectos difieren en magnitud
y temporalidad. El gasto en salud presenta un impacto directo y estadísticamente significativo,
con una elasticidad aproximada del 1.1 % del PIB por cada 10 % de aumento en la inversión
sanitaria, lo que lo convierte en un componente de alto rendimiento económico inmediato.
En contraste, el gasto educativo no muestra efectos significativos en el corto plazo; sin
embargo, sus beneficios se revelan de forma acumulativa a través de variables estructurales como
la escolaridad promedio. Esta última exhibe una fuerte asociación con el PIB real, estimándose
un incremento de USD 22.4 mil millones por cada año adicional de educación promedio, lo que
confirma su papel estratégico en el desarrollo económico sostenible.
Asimismo, la esperanza de vida, como proxy de salud poblacional, también evidencia una
relación positiva sólida, con un impacto de USD 3.63 mil millones por cada año adicional de vida,
reforzando la noción de que una población más sana es también una población más productiva.
En síntesis, los resultados validan que la salud genera retornos económicos en el corto
plazo, mientras que la educación lo hace en el mediano y largo plazo. Ambas dimensiones del
capital humano actúan como motores complementarios del crecimiento, y su fortalecimiento
representa no solo una prioridad social, sino también una decisión económica racional y
estratégica.

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REFERENCIAS
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