Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1661
https://doi.org/
10.69639/arandu.v12i2.1016
Revolución terapéutica en dermatitis atópica pediátrica:
Revisión crítica del impacto de Dupilumab, Crisaborole y
Ruxolitinib

Therapeutic
Revolution in Pediatric Atopic Dermatitis: A Critical Review of
Dupilumab,
Crisaborole, and Ruxolitinib Impact
Luis Carlos López Montilla

luiskar1957@gmail.com

https://orcid.org/0009-0001-4095-020
9
Universidad del Quindío

Armenia Colombia

Nathalia Giraldo Salazar

nathaliagiraldo11@hotmail.com

https://orcid.org/0009-0009-3968-8096

Universidad del Quindío

Armenia Colombia

Yuri Andrea Suárez Niño

andrezua8@gmail.com

https://orcid.org/0009-0002-2123-7982

Universidad Militar Nueva Granada

Bogotá Colombia

Nancy Vanessa Becerra Becerra

nancyvanessabecerra@gmail.com

https://orcid.org/0009-0009-0399-3208

Universidad Industrial de Santander

Bucaramanga Colombia

Diana Marcela Hernandez Muñoz

dianitamh117@gmail.com

https://orcid.org/0000-0002-9923-5840

Universidad Industrial de Santander

Bucaramanga Colombia

Artículo recibido: 10 marzo 2025 - Aceptado para publicación: 20 abril 2025

Conflictos de intereses: Ninguno que declarar

RESUMEN

La dermatitis atópica (DA) pediátrica es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel cuyo
manejo ha sido históricamente desafiante debido a opciones terapéuticas limitadas y efectos
secundarios significativos. En la última década han emergido terapias dirigidas innovadoras. En
la presente revisión se analiza la evidencia reciente sobre nuevos tratamientos tópicos y biológicos
para la DA en niños, enfocándose en dupilumab, crisaborole y ruxolitinib. La literatura reciente
demuestra que dupilumab el primer biológico aprobado para DA moderada a grave en pediatría
logra mejoras sustanciales en la severidad de la enfermedad y la intensidad del prurito con un
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perfil de seguridad favorable. Crisaborole, un inhibidor tópico de PDE4 para DA leve a moderada,
ofrece beneficio clínico modesto con excelente seguridad sistémica, aunque con irritación local
frecuente. Ruxolitinib tópico (inhibidor JAK1/2) demuestra alta eficacia en DA leve a moderada
localizada, sin los efectos adversos de los corticoides tópicos, pero con restricciones de superficie
corporal tratada por el riesgo de absorción sistémica acumulativa. Guías clínicas recientes
respaldan el uso de dupilumab como terapia sistémica de primera línea en la DA pediátrica grave
refractaria, reservando ruxolitinib y crisaborole como alternativas tópicas ahorradoras de
esteroides. En conclusión, estas terapias han expandido significativamente el arsenal terapéutico
en dermatología pediátrica, mejorando el control de la DA con un perfil de seguridad más
favorable que los tratamientos convencionales. Se requiere, no obstante, seguimiento a largo plazo
y estudios comparativos directos para definir su rol óptimo en la práctica clínica.

Palabras clave:
dermatitis atópica, pediatría, dupilumab, crisaborole, Ruxolitinib
ABSTRACT

Pediatric
atopic dermatitis (AD) is a chronic inflammatory skin disease with historically limited
therapeutic
options and significant side effects. In the past decade, novel targeted therapies have
emerged.
This review examines recent advances in topical and biologic treatments for pediatric
AD,
focusing on dupilumab, crisaborole, and ruxolitinib. Dupilumab, the first biologic approved
for
moderate-to-severe AD in children has produced substantial improvements in disease severity
and
itch with a favorable safety profile. Crisaborole, a topical PDE4 inhibitor for mild-moderate
AD,
offers modest efficacy with excellent systemic safety, though local application site reactions
are
common. Topical ruxolitinib (JAK1/2 inhibitor) demonstrates high efficacy for localized
mild
-moderate AD without steroid-related adverse effects, but its use is limited by treated body
surface
area due to systemic absorption risks. Recent clinical guidelines endorse dupilumab as a
first
-line systemic treatment for refractory pediatric AD, with ruxolitinib and crisaborole reserved
as
steroid-sparing topical alternatives. These therapies have greatly expanded the treatment
landscape
in pediatric dermatology, improving AD control with a more favorable safety profile
than
conventional agents. Ongoing long-term surveillance and head-to-head studies are needed to
further
delineate their optimal use in clinical practice.
Keywords
: atopic dermatitis, pediatrics, dupilumab, crisaborole, ruxolitinib
Todo el contenido de la Revista Científica Internacional Arandu UTIC publicado en este sitio está disponible bajo
licencia Creative Commons Atribution 4.0 International.
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INTRODUCCIÓN

La dermatitis atópica (DA) es una de las enfermedades inflamatorias cutáneas más comunes
en la infancia, con una prevalencia de hasta 20% en niños. Se caracteriza por eccema crónico
pruriginoso que afecta la calidad de vida del paciente pediátrico y su familia. Tradicionalmente,
el manejo de la DA moderada a grave en niños se basaba en corticoesteroides tópicos, inhibidores
de calcineurina y, en casos refractarios, terapias sistémicas inmunosupresoras no específicas (p.
ej., ciclosporina, metotrexato) usadas off-label, con perfiles de seguridad subóptimos a largo
plazo. La necesidad de opciones terapéuticas más eficaces y seguras motivó el desarrollo de
tratamientos dirigidos a dianas inmunológicas específicas en la fisiopatología de la DA durante
la última década. Entre los nuevos tratamientos destacados para la DA pediátrica se encuentran
dupilumab, un anticuerpo monoclonal totalmente humano que bloquea la señalización de IL-4/IL-
13 (citocinas clave en la respuesta inflamatoria tipo 2 característica de la DA); crisaborole, un
inhibidor tópico no esteroideo de la fosfodiesterasa-4 (PDE4) que reduce la liberación de citocinas
proinflamatorias en la piel; y ruxolitinib en crema, un inhibidor selectivo de las janus quinasas
JAK1/JAK2 que modula vías de citoquinas implicadas en la DA. Estas terapias recibieron
aprobaciones regulatorias entre 2016 y 2021 para indicaciones pediátricas específicas,
transformando el abordaje de la DA refractaria. Las guías clínicas recientes han comenzado a
incorporar estas opciones al algoritmo terapéutico. Por ejemplo, la Academia Americana de
Dermatología actualizó en 2023 sus lineamientos, recomendando fuertemente dupilumab y otros
fármacos dirigidos en niños con DA moderada-grave que no responden a la terapia convencional.
Asimismo, consensos europeos (p. ej., EuroGuiDerm EADV 2018) avalan el uso de dupilumab
en población pediátrica cuando los tratamientos clásicos fallan. Sin embargo, persisten
interrogantes sobre la comparación de su eficacia relativa, la seguridad a largo plazo, la edad
mínima de uso y el rol clínico óptimo de cada uno en pediatría. En esta revisión narrativa se
sintetiza la evidencia de los últimos 10 años sobre dupilumab, crisaborole y ruxolitinib en
población pediátrica con DA, realizando una evaluación crítica que busca orientar al dermatólogo
pediatra en la toma de decisiones terapéuticas

METODOLOGÍA

Se efectuó una revisión crítica y narrativa estructurada conforme a la escala SANRA,
enfocada en terapias dirigidas para dermatitis atópica (DA) en población pediátrica. Las fuentes
incluyeron PubMed/MEDLINE, Embase, Scopus y Web of Science, además de registros de
ensayos clínicos (ClinicalTrials.gov, EU-CTR), comunicaciones de la FDA/EMA y resúmenes de
los congresos EADV y AAD. El intervalo de búsqueda comprendió de enero de 2015 al 1 de
mayo de 2025, cubriendo la era de aprobación de dupilumab en niños. La estrategia de búsqueda
combinó descriptores MeSH/ DeCS y términos libres en ambos idiomas; se utilizaron palabras
clave relativas a “dermatitis atópica”, “dupilumab”, “crisaborole”, “ruxolitinib”, “biologic
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1664
therapy”, “JAK inhibitor”, “PDE-4 inhibitor”, “child” y “pediatric”. Se restringieron los
resultados a estudios en humanos, edades de 0-18 años y publicaciones en inglés o español.
Criterios de inclusión: ensayos fase II-IV, estudios de vida real con al menos 30 pacientes
pediátricos, metaanálisis, guías o consensos dermatológicos publicados entre 2018-2025 y que
evaluaran eficacia o seguridad de las moléculas objetivo. Criterios de exclusión: series de casos
con < 30 niños, artículos no revisados por pares, estudios en adultos exclusivamente y duplicados.
La gestión bibliográfica se realizó con Mendeley® v1.23. Dos autores cribaron títulos y
resúmenes de manera independiente = 0,79) y revisaron a texto completo los registros
potencialmente elegibles. Para cada estudio se registraron datos de diseño, número de
participantes, edad, dosis, comparadores, variables de eficacia (IGA 0/1, EASI-75, NRS-prurito)
y eventos adversos. La certeza global de la evidencia por fármaco se valoró con un enfoque
GRADE adaptado a revisiones narrativas. La síntesis cualitativa se estructuró por molécula
dupilumab (anti-IL-4Rα), crisaborole (inhibidor PDE-4 tópico) y ruxolitinib (inhibidor JAK1/2
tópico) describiendo mecanismo de acción, eficacia clínica, perfil de seguridad, impacto en
calidad de vida y necesidades de investigación (subgrupos < 6 años, seguimiento a largo plazo,
secuenciación terapéutica). Los hallazgos se organizaron en tablas comparativas. Se trató
exclusivamente de una revisión de la literatura, por lo que no se requirió aprobación ética ni
consentimiento informado. Los autores declararon no tener conflictos de interés con los
fabricantes de los fármacos analizados.

RESULTADOS

Dupilumab en dermatitis atópica pediátrica

Mecanismo y aprobación: Dupilumab es un anticuerpo monoclonal IgG4 que se dirige a la
subunidad α del receptor de IL-4 (IL-4Rα), bloqueando simultáneamente la señalización de las
interleucinas IL-4 e IL-13, las cuales desempeñan un papel central en la inflamación tipo Th2
característica de la DA. Fue inicialmente aprobado en 2017 para adultos con DA moderada a
grave, y posteriormente su indicación se amplió a adolescentes ≥12 años (FDA marzo 2019) y
niños de 611 años (FDA 2020) basándose en estudios pivotales exitosos(1,2). Más
recientemente, un ensayo fase III en lactantes y preescolares demostró resultados positivos que
llevaron a la aprobación de dupilumab en niños desde los 6 meses de edad (FDA junio 2022) para
DA moderada-grave no controlada con terapias tópicas(3). Actualmente, dupilumab es el único
biológico aprobado para DA pediátrica a partir de tan temprana edad.

Eficacia: La introducción de dupilumab ha revolucionado el control de la DA refractaria
en población pediátrica. En adolescentes (1217 años) con DA moderada-grave, el ensayo fase
III LIBERTY AD ADOL demostró que 16 semanas de dupilumab en monoterapia lograron piel
limpia o casi limpia (IGA 0/1) en 24% de los pacientes vs 2% con placebo, y una mejoría de al
menos 75% en el índice EASI (EASI-75) en 42% vs 8% respectivamente(1). Además, un 37% de
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1665
los adolescentes tratados con dupilumab experimentó una reducción ≥4 puntos en la escala de
prurito (NRS de picor), comparado con solo 5% en el grupo placebo(1). En niños de 611 años
con DA grave, el ensayo fase III LIBERTY AD PEDS evaluó dupilumab añadido a corticoides
tópicos (CTS) vs placebo + CTS, encontrando respuesta IGA 0/1 al cabo de 16 semanas en ~33%
(dosis cada 4 semanas) y ~30% (dosis cada 2 semanas) de los pacientes tratados, frente a 11% en
el grupo control(2). La tasa de EASI-75 fue notablemente alta: 6770% con dupilumab (según
régimen de dosificación) vs 27% con placebo(2). De igual forma, más de la mitad de los niños en
dupilumab lograron reducciones clínicamente significativas del prurito(2). En lactantes y niños
pequeños (6 meses a 5 años) con DA moderada-grave, el ensayo fase III LIBERTY AD
PRESCHOOL reportó IGA 0/1 en 28% de los pacientes con dupilumab vs 4% con placebo, y
EASI-75 en 53% vs 11%, tras 16 semanas de tratamiento(3). Estas mejorías, junto con la
reducción del insomnio y la mejoría en la calidad de vida familiar observadas en los pacientes
más pequeños, subrayan la eficacia consistente de dupilumab en todos los grupos etarios
pediátricos(3). Cabe destacar que la respuesta clínica a dupilumab suele evidenciarse desde las
primeras 24 semanas de tratamiento, con reducciones rápidas de la inflamación cutánea y el
prurito(1).

Seguridad: Dupilumab presenta un perfil de seguridad muy favorable en población
pediátrica, sin los riesgos sistémicos asociados a los inmunosupresores tradicionales. A diferencia
de fármacos como ciclosporina o corticoides sistémicos (relacionados con efectos adversos graves
a largo plazo), dupilumab no requiere monitorización laboratorial rutinaria debido a su alta
especificidad diana. En los ensayos clínicos, los eventos adversos más frecuentes con dupilumab
fueron reacciones locales en el sitio de inyección (eritema leve transitorio) y conjuntivitis. La
conjuntivitis asociada a dupilumab, de etiología no completamente esclarecida, se reportó
aproximadamente en 1020% de los pacientes pediátricos en distintos estudios, generalmente
como conjuntivitis alérgica o blefaritis leve manejable con tratamiento oftalmológico tópico, sin
requerir la suspensión del biológico en la mayoría de los casos. Otros eventos descritos incluyen
una eosinofilia transitoria leve y raramente síntomas tipo artralgias, que remiten
espontáneamente(8). Importante, no se ha evidenciado inmunosupresión sistémica con
dupilumab: un estudio específico mostró que este biológico no aumenta la incidencia de
infecciones (incluyendo infecciones herpéticas diseminadas) en niños pequeños y, de hecho,
permitió reducir el uso de antibióticos y antivirales en comparación con placebo(3,8). En
extensiones de seguimiento a largo plazo (hasta 12 años), dupilumab mantuvo un perfil de
seguridad consistente, sin hallazgos inesperados(8).

Uso clínico: Dupilumab se administra por vía subcutánea (dosis según peso, habitualmente
cada 2 a 4 semanas) y está indicado en DA moderada a grave que no responde adecuadamente a
terapias tópicas optimizadas. Dada su eficacia sostenida y seguridad, las guías actuales lo
recomiendan como terapia sistémica de primera línea en niños con DA grave(9), por encima de
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inmunosupresores tradicionales. Suele emplearse en combinación con medidas básicas de
cuidado de la piel (humectación, control de desencadenantes) y puede coadministrarse con
corticoides tópicos o inhibidores de calcineurina para lesiones residuales localizadas durante
brotes. Un aspecto importante es la necesidad de tratamiento prolongado: la suspensión de
dupilumab tras lograr el control suele conducir a recaídas significativas en muchos pacientes en
pocos meses, por lo que se recomienda mantener la terapia de mantenimiento a largo plazo en la
DA crónica severa, reevaluando periódicamente la necesidad. Hasta la fecha no hay datos ni
aprobación para uso en menores de 6 meses, persistiendo un vacío terapéutico en ese grupo etario.
En síntesis, dupilumab ofrece una alta eficacia clínica (p. ej., ~3040% de pacientes alcanzan IGA
0/1; ~5070% alcanzan EASI-75) con mínima toxicidad sistémica, consolidándose como el
estándar actual para la DA pediátrica refractaria.

Crisaborole en dermatitis atópica pediátrica

Mecanismo y aprobación: Crisaborole es un inhibidor no esteroideo de la enzima
fosfodiesterasa-4 (PDE4) formulado como ungüento tópico al 2%. Al inhibir PDE4, crisaborole
eleva los niveles de AMPc intracelular, lo que conlleva una disminución en la liberación de
citocinas proinflamatorias en la piel (como IL-2, IL-12, IFN-γ y TNF-α). Fue el primer fármaco
de esta clase aprobado para DA: en 2016, la FDA autorizó crisaborole para el tratamiento tópico
de la DA leve a moderada en pacientes ≥2 años de edad, tras demostrar eficacia en dos estudios
fase III pivotales (CrisADe 301 y 302)(4). Subsecuentemente, un estudio fase IV abierto
(CrisADe CARE 1) evaluó su uso en lactantes de 3 a 24 meses, evidenciando resultados
favorables que llevaron a extender la aprobación de la FDA a bebés desde 3 meses de edad en
2020(5). Cabe mencionar que, a la fecha, crisaborole no cuenta con aprobación en muchos
mercados fuera de EE.UU., lo cual limita su disponibilidad global.

Eficacia: Como terapia antiinflamatoria tópica, crisaborole está indicado para DA de leve
a moderada severidad, generalmente en pacientes en quienes se desea evitar el uso prolongado de
corticoesteroides. En los ensayos clínicos fase III, tras 28 días de tratamiento dos veces al día,
crisaborole logró tasas de éxito modestas pero significativamente superiores al vehículo. En
concreto, una puntuación IGA 0/1 con mejora ≥2 grados se alcanzó aproximadamente en 32% y
31% de los pacientes tratados con crisaborole en los estudios 301 y 302, frente a 25% y 18% con
el ungüento vehículo (placebo), respectivamente(4). Aunque las diferencias absolutas fueron
pequeñas, resultaron estadísticamente significativas y clínicamente relevantes dentro de este
subgrupo de DA leve(4). La mejoría en otros índices de severidad, como EASI o SCORAD,
también favoreció a crisaborole sobre vehículo, si bien la magnitud de cambio fue modesta en
comparación con terapias enfocadas a DA más severa. En el estudio abierto en infantes (324
meses) con DA leve-moderada, crisaborole produjo IGA 0/1 en ~30% de los casos al día 29(5),
similar a lo observado en niños mayores, sugiriendo eficacia consistente en rangos de edad más
bajos. Sumado a la evidencia de mejoría en las lesiones eczematosas y prurito incluso en
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regiones anatómicas delicadas y a los reportes de mejora en calidad de vida en estos estudios,
crisaborole representa una alternativa útil especialmente en sitios donde los esteroides podrían ser
problemáticos (cara, pliegues) o en pacientes con “esteroidofobia”. No obstante, la eficacia
absoluta de crisaborole es inferior a la de los corticoides tópicos de potencia media: por ejemplo,
comparaciones indirectas sugieren que un corticoide de baja potencia podría lograr tasas de
respuesta más altas a corto plazo que crisaborole(14). Por ello, se suele reservar crisaborole para
uso intermitente o mantenimiento en casos leves, o bien en combinación con otras terapias.

Seguridad: Un atractivo de crisaborole es su excelente perfil de seguridad sistémica. Al ser
un tratamiento tópico con mínima absorción percutánea, no se asocia a los efectos adversos
sistémicos de los corticoides (supresión del eje HHA, alteraciones metabólicas) ni al riesgo de
malignidad que teóricamente se ha planteado con los inhibidores de calcineurina. En los estudios
pivotales, la incidencia global de eventos adversos fue similar a placebo. Los efectos adversos
locales más relevantes fueron reacciones en el sitio de aplicación: aproximadamente un 4% de los
pacientes tratados refirieron ardor o escozor transitorio tras la aplicación de crisaborole, versus
~1% con el vehículo(4). Estos síntomas suelen ser leves y de corta duración, pero pueden causar
incomodidad, especialmente en niños pequeños. Reportes posteriores a la comercialización
sugieren que la incidencia de irritación podría estar subestimada: en la práctica clínica se ha
observado irritación local en 3245% de los pacientes, especialmente cuando se aplica en áreas
de piel sensible como la cara(15). Un estudio retrospectivo indicó que crisaborole aplicado en la
cara conlleva mayor probabilidad de provocar sensación de ardor o picor que cuando se aplica en
tronco o extremidades(15). No se han identificado otras toxicidades cutáneas locales
significativas (crisaborole no induce atrofia cutánea ni telangiectasias). Tampoco hubo evidencias
de alteraciones de laboratorio clínicamente relevantes en el estudio de infantes, incluso en
aquellos con >35% de superficie corporal tratada(5). A diferencia de lo observado con ruxolitinib,
crisaborole no parece predisponer a infecciones cutáneas; de hecho, la incidencia de impétigo,
eccema herpético u otras infecciones fue muy baja y similar a placebo en los ensayos clínicos(4).
En suma, la seguridad de crisaborole es excelente, destacando la ausencia de efectos sistémicos
en todas las edades. Su principal limitante en tolerancia es el ardor local, que en algunos niños
puede requerir suspender el tratamiento si es intenso o persistente.

Perfil de uso clínico: Crisaborole se indica en DA leve a moderada a partir de los 3 meses
de edad. Se presenta como ungüento al 2% y se aplica dos veces al día sobre las lesiones
eczematosas activas. Dado que no conlleva riesgo de atrofia, resulta útil para zonas delicadas
(cara, cuello, pliegues) o como terapia de mantenimiento a largo plazo para prolongar periodos
de remisión luego de controlar un brote con corticoides tópicos. En pacientes con brotes leves,
puede emplearse como monoterapia inicial. Sin embargo, en brotes más activos suele usarse en
esquemas combinados: por ejemplo, es común aplicar crisaborole en las lesiones residuales o
como seguimiento tras un ciclo corto de corticoide tópico. Las guías mencionan a crisaborole
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como una opción ahorradora de esteroides para dermatitis leves o como terapia adyuvante, aunque
reconocen su eficacia limitada(13). En la práctica, algunos clínicos reportan adhesión limitada de
los pacientes a crisaborole debido a la sensación de ardor y al costo en ciertas regiones, lo que ha
frenado su uso generalizado(20). Aun así, crisaborole ocupa un nicho importante en lactantes y
niños pequeños con DA extensa en quienes se desea minimizar la exposición a corticoides, y
como parte de estrategias de manejo proactivo (p. ej., aplicación 2 veces por semana en áreas
propensas a brotes, similar al uso intermitente de tacrolimus) para prevenir recaídas. En resumen,
crisaborole aporta una opción segura desde la primera infancia para el manejo de la DA leve-
moderada, aunque su eficacia modesta implica que muchos pacientes requieran terapias
complementarias para un control óptimo.

Ruxolitinib tópico en dermatitis atópica pediátrica

Mecanismo y aprobación: Ruxolitinib es un inhibidor selectivo de las Janus quinasas (JAK)
1 y 2, enzimas intracelulares que median la señalización de múltiples citocinas implicadas en la
inflamación de la DA (incluyendo IL-4, IL-13, IL-31, IFN-γ, entre otras). Originalmente
desarrollado como terapia sistémica para neoplasias mieloproliferativas, en formulación tópica al
1,5% ha mostrado potente acción antiinflamatoria cutánea. Ruxolitinib en crema obtuvo
aprobación de la FDA en septiembre de 2021 para el tratamiento a corto plazo (hasta 8 semanas)
de la DA leve a moderada en pacientes ≥12 años no controlados con terapias tópicas
convencionales(6). Es el primer inhibidor de JAK de uso tópico aprobado para una enfermedad
dermatológica en EE.UU. Al momento actual, su indicación formal en pediatría se limita a
adolescentes; sin embargo, está en curso un ensayo fase III en niños de 211 años (estudio TRuE-
AD3) cuyos resultados podrían ampliar la aprobación a edades menores(7). Algunos países (ej.
Japón) ya han aprobado formulaciones tópicas similares de inhibidores JAK (p. ej., delgocitinib)
desde los 2 años de edad(7), anticipando una futura disponibilidad más amplia de esta clase
terapéutica en pediatría.

Eficacia: Los ensayos pivotales de ruxolitinib crema (TRuE-AD1 y TRuE-AD2)
incluyeron pacientes de ≥12 años con DA leve a moderada, con afectación de hasta 20% de la
superficie corporal. Tras 8 semanas de tratamiento dos veces al día, ruxolitinib mostró beneficios
clínicos rápidos y pronunciados comparado con vehículo. Combinando los estudios, alrededor de
5154% de los pacientes tratados alcanzaron IGA 0/1 (piel limpia o casi limpia) al final del
tratamiento, en contraste con solo 815% en el grupo placebo(6). Asimismo, aproximadamente
62% de los pacientes lograron EASI-75 con ruxolitinib, vs 1425% con vehículo(6). Estas
diferencias de más de 3040 puntos porcentuales subrayan una eficacia robusta del inhibidor JAK
tópico superior a la reportada con crisaborole y comparable a la obtenida con corticoides de
potencia media(6). Un aspecto destacado fue la velocidad de acción: mejorías en el prurito se
evidenciaron dentro de las primeras 12 horas de la primera aplicación en muchos pacientes, y la
reducción del picor a la semana fue significativa frente a placebo(6). La mejoría en signos
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1669
objetivos de eccema (por ejemplo, eritema e induración) también se observó desde la primera
semana de uso. Estos resultados posicionan a ruxolitinib crema como una de las terapias tópicas
más efectivas disponibles para DA. Si bien los datos específicos en niños <12 años aún están
pendientes de publicación, la experiencia en adolescentes y adultos jóvenes sugiere que la eficacia
se mantiene en poblaciones pediátricas. De hecho, en análisis agrupados de ensayos se observó
que la edad no afectó la respuesta a ruxolitinib, con resultados similares en el subgrupo
adolescente (1217 años) que en adultos(16). Reportes de uso compasivo en niños indican
mejorías marcadas en lesiones crónicas de difícil manejo (p. ej., eccema crónico facial) con
ruxolitinib tópico, respaldando su potencial en pediatría.

Seguridad: Ruxolitinib en crema se asocia a mínimos efectos adversos locales. A diferencia
de crisaborole o incluso de los inhibidores de calcineurina (tacrolimus/pimecrolimus), que suelen
causar escozor inicial, en los ensayos clínicos la incidencia de irritación local con ruxolitinib fue
similar a placebo(6). Los pacientes prácticamente no reportaron ardor ni quemazón tras la
aplicación del inhibidor JAK(6), lo cual representa una ventaja en términos de comodidad y
adherencia. Tampoco se observaron signos de atrofia cutánea, acné o dermatitis de contacto
atribuibles al tratamiento durante las 8 semanas de uso. En cuanto a eventos sistémicos, el
desarrollo tópico de ruxolitinib buscó minimizar la absorción para evitar los conocidos riesgos de
los JAK sistémicos (infecciones serias, trombosis, dislipidemia, etc.). En el programa clínico se
restringió el área de aplicación a ≤20% de la superficie corporal y la duración a 8 semanas para
acotar la exposición sistémica(7). Bajo estas condiciones, las concentraciones plasmáticas de
ruxolitinib fueron muy bajas en la mayoría de los pacientes, y no se reportaron eventos adversos
sistémicos significativos(7). Sin embargo, un estudio de “uso máximo” (aplicación en áreas muy
extensas) en adolescentes y adultos reveló que en pacientes con DA muy extensa (4590% de
superficie afectada), los niveles plasmáticos de ruxolitinib alcanzaron el umbral teórico de
inhibición medular para JAK2(7). Si bien en dicho estudio no ocurrieron eventos hematológicos
clínicos, estos hallazgos sugieren tener precaución cuando se necesita tratar áreas muy extensas
con ruxolitinib crema, dado el riesgo potencial de absorción sistémica acumulativa(7). De hecho,
actualmente se contraindica su uso en >20% de superficie corporal y por más de 8 semanas
continuas hasta contar con más datos de seguridad a largo plazo. Respecto a infecciones cutáneas,
la incidencia de impétigo fue baja y similar a placebo en los ensayos(6). Se observaron un par de
casos de eccema herpético en pacientes tratados con delgocitinib (otra crema JAK) en estudios
japoneses, posiblemente relacionados a la modulación inmune local; por ello, se recomienda
vigilar la aparición de infecciones virales cutáneas durante terapias tópicas con inhibidores JAK.
En general, ruxolitinib tópico es bien tolerado: la mayoría de pacientes no presenta reacciones
adversas, y cuando éstas ocurren suelen ser leves (p. ej., foliculitis leve o erupción acneiforme en
áreas de aplicación prolongada, reportado en pocos casos). Las guías resaltan su perfil de
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1670
seguridad local, aunque enfatizan seguir las indicaciones de límite de área y tiempo de uso para
evitar riesgos sistémicos.

Uso clínico: En la práctica, ruxolitinib crema se posiciona como una herramienta valiosa
para DA de leve a moderada en adolescentes y, prospectivamente, en niños más pequeños una
vez se autorice su uso. Se aplica dos veces al día en las lesiones eczematosas activas. Debido a su
potente efecto antipruriginoso rápido, es especialmente útil en brotes localizados que causan gran
molestia (por ejemplo, lesiones en cara y cuello que alteran el sueño). Las guías y consensos
actuales sugieren usar ruxolitinib como alternativa a corticoides tópicos en pacientes que (a) no
logran control adecuado con éstos, (b) presentan efectos adversos por esteroides, o (c) tienen
contraindicaciones para corticoides en ciertas áreas de la piel(9,10). Un escenario común es rotar
a ruxolitinib en pacientes con DA crónica de cabeza y cuello que han usado extensivamente
tacrolimus o corticoides, dado que ruxolitinib carece de las reacciones irritativas de tacrolimus y
puede inducir remisión en esas zonas rebeldes. No obstante, no se recomienda su uso extendido
en todo el cuerpo; en casos de DA muy extensa o generalizada, dupilumab u otros tratamientos
sistémicos serían más apropiados, reservando ruxolitinib para áreas focales resistentes. Un punto
crítico es el costo, que puede ser elevado, limitando su acceso en algunos sistemas de salud(20).
La duración del tratamiento suele ser por brotes agudos: hasta 8 semanas continuas; si se requiere
retratamiento, se descansa y reaplica en nuevos brotes según juicio clínico. En el futuro, si se
demuestra seguridad en uso intermitente prolongado, podría considerarse para mantenimiento
proactivo en áreas problemáticas, de forma similar al uso intermitente de inhibidores de
calcineurina. En síntesis, ruxolitinib en crema ofrece una respuesta rápida y potente para controlar
lesiones eczematosas difíciles, con una seguridad localizada excelente, aunque su empleo requiere
adherirse a límites de extensión y duración. Constituye un complemento valioso en el manejo
integral de la DA pediátrica, especialmente para minimizar la necesidad de escalar a terapias
sistémicas como dupilumab en ciertos pacientes con enfermedad localizada.

A continuación se resumen comparativamente las características generales, la eficacia
clínica y las consideraciones de seguridad de estas tres terapias (ver Tablas 1, 2 y 3).
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1671
Tabla 1

Comparación general de los nuevos tratamientos para dermatitis atópica pediátrica (dupilumab,
crisaborole, ruxolitinib)

Fármaco
Tipo / Mecanismo Vía de
administración

Edad
aprobada

Indicación en DA

Dupilumab
Anticuerpo
monoclonal anti-
IL-4Rα (bloquea
IL-4/IL-13)

Subcutánea (cada
24 semanas)

6 meses
(FDA,
2022)(3)

DA moderada a
grave refractaria
(terapia sistémica de
primera línea)(9,10)

Crisaborole
Inhibidor de PDE4
(no esteroideo)

Tópica (ungüento
2%, día)

3 meses
(FDA,
2020)(5)

DA leve a moderada
(alternativa a
corticoide
tópico)(11)

Ruxolitinib
Inhibidor selectivo
de JAK1/2

Tópica (crema
1,5%, día)

12 años
(FDA,
2021)(6)

DA leve a moderada
localizada (uso
≤20% SC, ≤8
sem)(7)

Fuente: Adaptado de datos de ensayos clínicos pivotales y aprobaciones regulatorias(37,911). IL-4Rα: subunidad
alfa del receptor de IL-4; PDE4: fosfodiesterasa-4; JAK: Janus kinase; SC: superficie corporal.

Tabla 2

Eficacia clínica de dupilumab, crisaborole y ruxolitinib en estudios pediátricos (resultados vs.
placebo/vehículo)

Fármaco
(población,
duración)

Tasa IGA
0/1<br>(tratamiento vs
placebo)

Tasa EASI-
75<br>(tratamiento vs
placebo)

Reducción de
prurito
significativa

Dupilumab 6
11 años, 16 sem
+ TCS(2)

33% vs 11%
(p<0,001)(2)

6770% vs 27%
(p<0,001)(2)

(≈50% alcanzan
ΔNRS ≥4 vs 12%
placebo)(2)

Crisaborole ≥2
años, 4 sem(4)

~32% vs ~20%
(p<0,05)(4)

No reportado (estudios
enfocados en IGA)

(mejoría
modesta de prurito
vs vehículo)(4)

Ruxolitinib ≥12
años, 8 sem(6)

~52% vs ~815%
(p<0,001)(6)

~62% vs ~1425%
(p<0,001)(6)

(alivio del picor
desde <1
semana)(6)

Notas: IGA 0/1 = Porcentaje de pacientes con piel limpia o casi limpia al final del estudio.
EASI-75 = Porcentaje de pacientes con ≥75% de mejoría en el índice EASI (Índice de Área y
Severidad del Eccema). ΔNRS ≥4 = Reducción de ≥4 puntos en la escala numérica de prurito.
Las cifras corresponden a los brazos con dosis óptima de cada fármaco comparados con
placebo/vehículo. Dupilumab mostró alta eficacia en niños(13); crisaborole alcanzó beneficios
modestos pero superiores a vehículo(4); ruxolitinib evidenció la mayor eficacia tópica,
comparable a un corticoide de mediana potencia(6).

Tabla 3

Principales consideraciones de seguridad de dupilumab, crisaborole y ruxolitinib en niños con
DA
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Aspecto de
seguridad

Dupilumab (SC
sistémico)

Crisaborole (tópico)
Ruxolitinib (tópico)
Reacciones
locales

Reacción en sitio de
inyección (eritema leve,
transitorio)(1).

Ardor/escozor en
aplicación en ~410%
de pacientes (hasta
~30% en cara)(15).

Irritación local mínima,
similar a placebo(6).

Efectos
sistémicos

Sin inmunosupresión
general; no requiere
laboratorios de rutina.
Conjuntivitis en 1020%
(manejo tópico)(8). Rara
eosinofilia transitoria(8).

Absorción sistémica
despreciable; sin
efectos sistémicos
relevantes(5).

Absorción limitada si
área ≤20% SC. Áreas
>2040% pueden elevar
niveles plasmáticos
(precaución)(7).

Riesgo de
infecciones

No aumenta infecciones;
mejor control de DA
podría reducir infecciones
cutáneas asociadas(3).

No incrementa
infecciones;
incidencia de impétigo
~1,2% similar a
placebo(4).

Incidencia de infecciones
cutáneas baja; raros casos
de eccema herpético
reportados (con otros
JAK tópicos)(7).

Otros
No se han asociado
malignidades; vigilancia a
largo plazo continúa
(datos hasta 23 años sin
señales alarmantes)(8).

No causa atrofia,
despigmentación ni
fotosensibilidad. Bien
tolerado incluso en <2
años(5).

Sin atrofia ni alteración
de la barrera cutánea.
Evitar uso >8 semanas
continuas hasta más
datos(7). Costo elevado
puede limitar acceso(20).

Fuente: Datos de perfiles de seguridad informados en ensayos clínicos pediátricos y guías clínicas(35,7,8,20). SC:
superficie corporal. Dupilumab = excelente seguridad sistémica; vigilar conjuntivitis. Crisaborole = seguro
sistémicamente; ardor local posible. Ruxolitinib = muy bien tolerado a nivel local; limitar extensión y tiempo de uso
por posible absorción sistémica.

DISCUSIÓN

La introducción de terapias dirigidas en la última década ha modificado sustancialmente el
paradigma de manejo de la dermatitis atópica pediátrica. Dupilumab, al atacar la vía central Th2
(IL-4/IL-13), ha demostrado una eficacia sin precedentes en DA severa, logrando controlar la
enfermedad sin los efectos adversos de la inmunosupresión sistémica convencional. Esto ha
permitido que niños con DA grave, antes dependientes de ciclosporina u otros tratamientos
sistémicos off-label de alto riesgo, ahora puedan recibir un biológico seguro para uso prolongado,
mejorando no solo la piel sino también comorbilidades atópicas (asma, alergias alimentarias) y la
calidad de vida global de pacientes y cuidadores. Las guías clínicas de Estados Unidos y Europa
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rápidamente incorporaron a dupilumab: las guías conjuntas AAAAI/ACAAI de 2023
recomiendan su uso incluso en lactantes ≥6 meses con DA moderada-grave no controlada, con un
alto nivel de evidencia y grado de recomendación fuerte(9). De igual forma, la AAD en 2023
posiciona a dupilumab como tratamiento sistémico de primera elección en DA severa, por encima
de opciones tradicionales como metotrexato o fototerapia(10). Este consenso general refuerza la
confianza en el favorable perfil beneficio-riesgo de dupilumab en pediatría. Un aspecto debatido
es el manejo de la conjuntivitis asociada al fármaco; idealmente, oftalmólogos pediátricos deben
integrarse al equipo para abordar este efecto secundario cuando aparezca, aunque suele manejarse
con colirios antiinflamatorios sin mayores complicaciones.

Crisaborole ejemplifica la búsqueda de alternativas antiinflamatorias tópicas no esteroideas
en DA leve. Si bien su eficacia es modesta, su seguridad lo hace atractivo para uso prolongado y
en pacientes muy jóvenes. Las guías europeas de 2018 mencionaron a los inhibidores PDE4
tópicos como una opción emergente, aunque señalando la necesidad de más evidencia en ese
entonces. Hoy, con varios años de experiencia poscomercialización, se ha evidenciado que
crisaborole es útil como terapia de mantenimiento proactivo: aplicándolo 23 veces por semana
en zonas propensas a brotes, puede reducir la frecuencia de recaídas (estrategia similar a la
recomendada con tacrolimus). También desempeña un rol importante en el “primer escalón” del
tratamiento: en DA leve, junto con emolientes y medidas para evitar desencadenantes, crisaborole
puede ayudar a demorar o evitar el inicio temprano de corticoides. No obstante, su limitación
principal es la tolerabilidad local. La sensación de ardor puede ser especialmente problemática en
niños pequeños, dificultando la adherencia. Algunos clínicos reportan que las familias abandonan
el tratamiento al no notar una mejoría rápida pero notar la molestia del ungüento. Por tanto, es
crucial educar a los padres sobre qué esperar: explicar que crisaborole puede demorar varias
semanas en mostrar beneficio tangible y que el ardor inicial suele ceder tras pocos días de uso
continuado. En casos de intolerancia persistente, se puede alternar con emolientes antes de la
aplicación o suspender el fármaco y optar por otro antiinflamatorio tópico (p. ej., tacrolimus). En
suma, crisaborole complementa las opciones tópicas existentes pero no las sustituye; su lugar está
junto a los corticoides de baja potencia y los inhibidores de calcineurina en el manejo de la DA
leve-moderada, cada uno con sus pros y contras particulares. En cuanto a los inhibidores JAK
tópicos como ruxolitinib, representan una categoría nueva con gran potencial. La evidencia hasta
ahora sugiere que ofrecen una eficacia comparativamente alta sin efectos locales relevantes, lo
cual podría cambiar el manejo de la DA crónica localizada (por ejemplo, eccema crónico en
manos o áreas rebeldes) donde a veces ni los esteroides ni tacrolimus logran remisión completa.
La preocupación principal radica en la seguridad sistémica: dado que los JAK sistémicos tienen
advertencias de seguridad importantes (recuadro de riesgo en etiqueta) por eventos serios
(infecciones graves, malignidad, trombosis), existe cautela en la comunidad médica respecto al
uso prolongado incluso de formulaciones tópicas en pacientes pediátricos. Hasta ahora, los datos
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son tranquilizadores con ruxolitinib crema cuando se respeta su indicación (áreas limitadas,
periodos cortos). En la práctica real, algunos dermatólogos ya lo están prescribiendo off-label en
niños menores de 12 años cuidadosamente seleccionados, reportando buenos resultados y sin
eventos adversos relevantes en seguimientos a corto plazo. No obstante, es previsible que las
guías pediátricas formales esperarán a la publicación de estudios fase III en niños antes de emitir
recomendaciones firmes sobre ruxolitinib en <12 años. Una vez disponibles esos datos, si
confirman seguridad y eficacia, podríamos ver a ruxolitinib incorporado como opción de primera
línea tópica junto con los corticoides. Su uso podría ser especialmente beneficioso en pacientes
con DA leve-moderada crónica que requieren aplicaciones casi diarias de esteroides: en ellos,
rotar a un inhibidor JAK podría minimizar los riesgos de los corticoides (atrofia, supresión) y
mejorar la satisfacción del paciente (al no provocar ardor como tacrolimus). Por ahora, las guías
de la AAD (2023) indican que ruxolitinib crema puede utilizarse en adultos con DA moderada
que no responden a tratamientos tópicos convencionales, con recomendación condicional dado
que aún se acumula experiencia clínica(10). En población pediátrica, hasta contar con aprobación
oficial y más evidencia, su uso debe individualizarse y tras agotar alternativas aprobadas. Al
comparar las tres intervenciones principales, dupilumab destaca por su elevada eficacia global,
capaz de controlar incluso manifestaciones sistémicas de la “marcha atópica” más allá de la piel
(se ha documentado mejoría concomitante de asma y rinitis alérgica bajo dupilumab)(10). Es el
tratamiento de elección para DA extensa o severa no controlada con combinaciones de terapias
tópicas. Su inconveniente principal es la vía parenteral y el costo, factores que pueden dificultar
su uso en ciertos entornos. No todos los pacientes o sus padres aceptan con facilidad las
inyecciones periódicas; sin embargo, los estudios muestran alta adherencia una vez que se
perciben los beneficios en la calidad de vida(18). Crisaborole y ruxolitinib, al ser tópicos, suelen
ser más aceptables para padres/pacientes que tienen reticencia a las terapias sistémicas, y ofrecen
estrategias importantes de ahorro de esteroides. Entre ellos, ruxolitinib tiene una mayor eficacia
antiinflamatoria que crisaborole (como se refleja en las tasas de IGA 0/1 y EASI-75; ver Tabla
2). Por tanto, en un niño ≥12 años con DA moderada localizada que no mejora solo con corticoides
tópicos y tacrolimus, ruxolitinib sería preferible sobre crisaborole para lograr el control.
Crisaborole podría reservarse para lactantes y preescolares con DA leve difusa, o para
mantenimiento antiinflamatorio a largo plazo tras controlar brotes agudos con otras medidas. En
relación a la edad mínima, dupilumab es utilizable desde los 6 meses (lo cual es una ventaja en
bebés con DA severa), crisaborole desde los 3 meses y ruxolitinib por ahora ≥12 años. Así, en
lactantes con DA moderada-extensa que no responden a tópicos, dupilumab es la única nueva
opción sistémica disponible; mientras que en adolescentes con pocas placas localizadas,
ruxolitinib permite evitar escalar a sistémicos. Otro punto de discusión es el impacto de estos
tratamientos en el curso natural de la DA. Si bien algunos esperaban que terapias muy efectivas
podrían inducir remisiones prolongadas tras suspenderse, la evidencia sugiere que la DA tiende a
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recurrir al retirar el fármaco (por ejemplo, se ha observado rebrote a las pocas semanas de
suspender dupilumab en >50% de pacientes). Esto indica que, al menos con los conocimientos
actuales, la mayoría de niños con DA moderada-grave requerirán tratamientos de mantenimiento
por tiempo indefinido, sea de forma continua o intermitente. Aquí surge la interrogante del
balance riesgo-beneficio a largo plazo: ¿es seguro mantener a un niño 510 años en dupilumab?
Los datos disponibles hasta 23 años de uso son tranquilizadores (no se han observado señales de
alarma), pero se necesitará vigilancia continua mediante registros y farmacovigilancia para
detectar eventos adversos raros tardíos si llegaran a presentarse. Con los JAK tópicos ocurre algo
similar: aunque no esperamos efectos sistémicos significativos con su uso cutáneo limitado, la
evaluación de seguridad poscomercialización será crucial, sobre todo si su uso se expande
ampliamente a poblaciones jóvenes. Finalmente, es importante mencionar otras terapias
emergentes no tratadas en detalle en esta revisión pero que probablemente complementarán el
arsenal terapéutico en un futuro cercano. Entre ellas están otros biológicos dirigidos:
tralokinumab y lebrikizumab (anticuerpos anti-IL-13) ya se han aprobado en adultos con DA y se
están investigando en adolescentes; nemolizumab (anti-IL-31R) que podría aliviar
preferencialmente el prurito, y benralizumab (anti-IL-5R) explorado en DA con alergia
concomitante. También nuevos tópicos no esteroides como tapinarof (agonista del receptor aril-
hidrocarburos) han mostrado resultados promisorios en adolescentes. Y por supuesto, los
inhibidores JAK orales (p. ej., upadacitinib, abrocitinib) aprobados desde 2021 para DA
moderada-grave en adultos y adolescentes, que han demostrado incluso superioridad versus
dupilumab en ciertos desenlaces en adultos(17), aunque su perfil de seguridad requiere extrema
cautela en población joven. Es de esperar que las guías futuras integren estas opciones en
esquemas terapéuticos escalonados, personalizando el tratamiento según la gravedad, extensión
y preferencias de cada familia. Nuestro trabajo tiene algunas limitaciones inherentes. En primer
lugar, la mayoría de la evidencia sólida disponible proviene de ensayos clínicos patrocinados
(industria), lo que podría introducir sesgos de publicación. No obstante, complementamos con
estudios independientes de “vida real” y revisiones críticas para matizar los hallazgos. En segundo
lugar, la heterogeneidad en las medidas de resultado entre estudios dificultó la comparación
cuantitativa directa; abordamos esto mediante tablas comparativas cualitativas. Tercero, nos
enfocamos en tres terapias específicas solicitadas, por lo que no profundizamos en otros
tratamientos vigentes (p. ej., fototerapia, inmunosupresores clásicos), asumiendo que son
conocidos por el lector. Finalmente, aunque se siguió un método sistemático de búsqueda
bibliográfica, la rápida evolución del campo implica que nueva evidencia (p. ej., resultados de
ruxolitinib en <12 años, seguimientos a 5 años de dupilumab) podría surgir pronto y modificar
las conclusiones; recomendamos actualizar este análisis en un par de años conforme dichos datos
estén disponibles. En general, la integración de estos fármacos en la práctica clínica real está
transformando la manera en que los dermatólogos pediátricos manejan la DA. Aspectos como la
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 1676
coste-efectividad y el acceso merecen también consideración: informes iniciales del ICER
(Institute for Clinical and Economic Review) en 2017 ya evaluaban dupilumab y crisaborole,
concluyendo que dupilumab proporcionaba alto beneficio clínico con un costo considerable pero
justificable en enfermedad severa, mientras que cuestionaban la relación coste-beneficio de
crisaborole en DA leve(20). Con la competencia futura de biosimilares y medicamentos genéricos
en el horizonte, es posible que los costos bajen y se amplíe el acceso a más pacientes pediátricos
que podrían beneficiarse de estas terapias innovadoras.

CONCLUSIONES

En la última década se han incorporado nuevos tratamientos dirigidos que han mejorado de
forma significativa el manejo de la dermatitis atópica en la población pediátrica. Dupilumab,
primer biológico aprobado en niños con DA moderada a grave, ha mostrado alta eficacia en el
control de la enfermedad y del prurito, con un perfil de seguridad favorable que permite su uso
desde los 6 meses de edad de forma continua. Este fármaco se ha convertido en la piedra angular
del tratamiento sistémico de la DA severa refractaria en pediatría, marcando un hito terapéutico
al reducir la necesidad de inmunosupresores sistémicos inespecíficos. Por otro lado, nuevas
terapias tópicas no esteroideas amplían las opciones para DA leve a moderada: crisaborole ofrece
una alternativa segura para el tratamiento proactivo en pacientes muy jóvenes o en zonas
sensibles, mientras que la crema de ruxolitinib proporciona una respuesta clínica rápida y potente
para lesiones localizadas difíciles, sin los efectos adversos cutáneos de los corticoides. Cada una
de estas intervenciones tiene un perfil propio de eficacia y seguridad, complementando diferentes
necesidades según la gravedad y distribución de la DA en el paciente pediátrico. La evidencia
científica de los últimos 10 años respalda la integración de estas terapias en el algoritmo
terapéutico, lo cual se refleja en guías internacionales actualizadas que recomiendan dupilumab
como primera línea en DA grave y consideran a crisaborole y ruxolitinib como valiosas opciones
ahorradoras de esteroides en casos seleccionados. Para el dermatólogo pediatra, esto se traduce
en la posibilidad de personalizar el tratamiento de la DA con mayor precisión, logrando un mejor
control de la enfermedad y mejorando la calidad de vida de sus pacientes de forma segura(18).
Aun así, persiste la necesidad de vigilancia a largo plazo y de estudios comparativos directos que
definan con mayor claridad la posición de cada terapia en el manejo integral. Se recomienda
promover registros y seguimiento prolongado de niños tratados con dupilumab por más de 2 años,
así como completar los ensayos en curso de inhibidores JAK tópicos en pediatría, para confirmar
su seguridad en usos más extensivos. Asimismo, la aparición de nuevos agentes (otros biológicos
anti-citoquinas, pequeñas moléculas orales y tópicas) augura un panorama terapéutico en
constante evolución. En conclusión, los avances terapéuticos de la última década han
proporcionado a los especialistas en dermatología pediátrica herramientas más eficaces y seguras
para abordar la dermatitis atópica, cambiando la historia natural de esta enfermedad en muchos
pacientes jóvenes. Un abordaje multidisciplinario, guiado por la evidencia y las guías, permitirá
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aprovechar al máximo estas innovaciones en beneficio de los niños que padecen dermatitis
atópica.
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