Vol. 12/ Núm. 4 2025 pág. 1866
https://doi.org/10.69639/arandu.v12i4.1788

Estudio in vitro de la extrusión apical según el sistema de
activación utilizado en la irrigación de conductos

In vitro study of apical extrusion according to the activation system used in canal

irrigation

Alan Fabricio Cano Méndez

alan.cano@umich.mx

https://orcid.org/0009-0009-8620-0962

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

Morelia - México

Liliana Nava Ramos

0960503k@umich.mx

https://orcid.org/0009-0003-9049-3995

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

Morelia México

Gabriela López Torres

gabriela.lopez.torres@umich.mx

https://orcid.org/0009-0003-4256-0313

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

Morelia México

Artículo recibido: 10 octubre 2025 -Aceptado para publicación: 18 noviembre 2025

Conflictos de intereses: Ninguno que declarar.

RESUMEN

La extrusión del irrigante hacia tejidos periapicales durante la desinfección de los conductos
radiculares puede ocasionar dolor, inflamación y daño tisular.
Objetivo: Identificar el sistema de
activación que genera menor extrusión apical de NaClO, reduciendo los riesgos asociados al
tratamiento endodóntico. Materiales y métodos: Se incluyeron 15 biomodelos en 3D, con
conductos simulados anatómicamente a los dientes 11 (Incisivo central superior derecho),
conformados con instrumentos rotatorios de níquel-titanio (BlueShaper de Zarc) a un tamaño
apical 40. Cuatro métodos de activación con NaClO fueron utilizados: Sistema A: Activación
sónica con polímeros (EndoActivator), Sistema B: Activación rotatoria con Finishing Files
(20/.04), Sistema C: Activación dinámica manual y Sistema D: Activación ultrasónica con punta
de biopolímero. El tercio apical de los biomodelos fue adaptado en microtubos Eppendorf, que
sirvieron como viales de recuperación. Con una micropipeta, se recuperó y cuantificó y registró
el volumen de irrigante extruido. Se calculó el promedio y desviación estándar del irrigante
extruido de cada sistema. Resultados: El sistema Finishing Files (20/.04) fue el único que mostró
volúmenes de extrusión, con un promedio de 5.2 ± 6.3 μL; de los 15 dientes evaluados, 8 (53.33%)
presentaron extrusión apical. Los sistemas EndoActivator (activación sónica con polímeros),
activación dinámica manual y activación ultrasónica con punta de polímero no presentaron
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extrusión de irrigante. Conclusiones: La activación del irrigante a la longitud de trabajo podría
aumentar el riesgo de extrusión. Los sistemas activados a 2-3 mm antes de la longitud de trabajo,
se consideran más seguros.

Palabras clave: irrigación endodóntica, extrusión apical, sistemas de activación,
seguridad del irrigante, biomodelos 3D

ABSTRACT

Extrusion of irrigant
into periapical tissues during root canal disinfection can cause pain,
inflammation, and tissue damage. Objective: To identify the activation system that generates the

least apical extrusion of NaClO, reducing the risks associated with endodontic treatmen
t.
Materials and methods: Fifteen 3D biomodels were included, with canals anatomically simulated

for tooth 11 (right maxillary central incisor), shaped with rotary nickel
-titanium instruments (Zarc
BlueShaper) to an apical size of 40. Four NaClO activation
methods were used: System A: Sonic
activation with polymers (EndoActivator), System B: Rotary activation with Finishing Files

(20/.04), System C: Manual dynamic activation, and System D: Ultrasonic activation with a

biopolymer tip. The apical third of the
biomodels was adapted to Eppendorf microtubes, which
served as recovery vials. Using a micropipette, the volume of extruded irrigant was recovered,

quantified, and recorded. The mean and standard deviation of the extruded irrigant for each

system were cal
culated. Results: The Finishing Files system (20/.04) was the only one that
showed extrusion volumes, with a mean of 5.2 ± 6.3 μL; of the 15 teeth evaluated, 8 (53.33%)

presented apical extrusion. The EndoActivator system (sonic activation with polymers),
manual
dynamic activation, and ultrasonic activation with a polymer tip did not show irrigant extrusion.

Conclusions: Activating the irrigant at the working length could increase the risk of extrusion.

Systems activated 2
3 mm before the working length are considered safer.
Keywords
: endodontic irrigation, apical extrusion, activation systems, irrigant safety, 3D
biomodels.

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licencia Creative Commons Atribution 4.0 International.
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INTRODUCCIÓN

La irrigación representa una de las fases más críticas dentro del tratamiento endodóntico,
al desempeñar funciones esenciales que no pueden lograrse mediante la instrumentación
mecánica por sí sola (Haapasalo et al, 2014). Su relevancia radica en su capacidad para eliminar
detritos, disolver tejido pulpar necrótico, reducir la carga microbiana y lubricar el sistema de
conductos, favoreciendo una limpieza tridimensional efectiva de las superficies radiculares
(Berman & Hargreaves, 2022; Iriboz, 2015). Como señalan Estrela et al. (2002), la anatomía
compleja del sistema de conductos radiculares impide que los instrumentos rotatorios y manuales
logren una desinfección completa por sí mismos, por lo que la irrigación adquiere un papel
protagónico en la prevención del fracaso endodóntico (Al-Jadaa et al., 2023), ya que se ha
comprobado que solo el 35% de las superficies del conducto son tocadas por los instrumentos
(Mitchell et al, 2010).

Boutsioukis et al. (2010) subrayan que los efectos químicos de los irrigantes deben
combinarse con métodos adecuados de activación para asegurar su penetración en las
irregularidades del conducto, como istmos, conductos accesorios y ramificaciones apicales, zonas
donde persisten residuos orgánicos y bacterias incluso después de la instrumentación. Esta
situación se agrava en dientes con ápices inmaduros o curvaturas pronunciadas, donde el control
del irrigante se vuelve aún más desafiante.

Entre los irrigantes más utilizados, el hipoclorito de sodio (NaClO) destaca por su
capacidad para disolver tejido orgánico y su efecto antimicrobiano amplio. Mohammadi (2008)
detallan que la efectividad del NaClO depende de su concentración, temperatura, volumen
aplicado y tiempo de contacto, variables que deben optimizarse para mejorar su acción sin
comprometer la seguridad del procedimiento. Sin embargo, cuando este irrigante se extruye más
allá del foramen apical, puede causar complicaciones clínicas considerables, como necrosis
tisular, dolor agudo, edema y parestesias, especialmente en zonas anatómicas con proximidad a
estructuras vasculonerviosas, como advierten (Mitchell et al., 2011).

La irrigación segura requiere, por tanto, un equilibrio entre eficacia y control apical,
especialmente en casos de ápices amplios o cuando la longitud de trabajo no se puede delimitar
con precisión. Jiang et al. (2012) enfatizan que los métodos de activación del irrigante no solo
modifican su capacidad de limpieza, sino también influyen directamente en la presión
hidrodinámica ejercida dentro del conducto, lo que puede derivar en extrusión apical si no se
controla adecuadamente.

Por estas razones, el diseño de sistemas de activación debe contemplar la necesidad de
maximizar la eficacia de la irrigación sin poner en riesgo los tejidos periapicales. Así, se han
desarrollado diversas estrategias de activación que emplean mecanismos sónicos, ultrasónicos,
dinámicos manuales y de presión apical negativa. Cada una de estas técnicas posee características
Vol. 12/ Núm. 4 2025 pág. 1869
que impactan de forma distinta en la distribución, velocidad y volumen del irrigante dentro del
conducto.

Este panorama plantea la necesidad de comparar el comportamiento de los distintos
sistemas de activación en términos de seguridad, especialmente considerando su potencial para
inducir extrusión apical. Por lo tanto, comprender la fisiología del sistema de conductos, los
efectos del NaClO y las propiedades físico-hidrodinámicas de cada sistema de activación resulta
indispensable para optimizar los protocolos clínicos de irrigación.

La extrusión apical del irrigante representa una de las principales complicaciones en el
tratamiento endodóntico, pues puede ocasionar eventos clínicos adversos como dolor, edema,
inflamación e incluso necrosis de tejidos periapicales. Esta situación compromete la
biocompatibilidad del procedimiento, pudiendo afectar el pronóstico del tratamiento,
especialmente en casos con ápices abiertos, raíces cortas o canales con reabsorciones.

Según lo señalado por Estrela et al. (2002), diversos factores intervienen en la posibilidad
de que el irrigante traspase el foramen apical. Estos factores no dependen únicamente del irrigante
utilizado, sino también de variables anatómicas, técnicas y operativas. La longitud de trabajo, el
diámetro apical, el tipo de instrumento, la velocidad y presión de irrigación, así como el método
de activación del irrigante, son determinantes en la aparición o prevención de la extrusión.

El tamaño del foramen apical es particularmente relevante. En conductos amplios,
especialmente aquellos con ápices inmaduros o reabsorbidos, el control del irrigante se vuelve
más difícil. Mohammadi (2008) indican que, a mayor apertura apical, mayor es el riesgo de
extrusión, incluso con volúmenes reducidos de irrigante. Además, si el instrumento de irrigación
se introduce hasta la longitud de trabajo sin respetar una distancia segura de retracción (2-3 mm
antes del ápice), se incrementa considerablemente la posibilidad de que el irrigante sea forzado
hacia los tejidos periapicales.

La presión positiva generada por las jeringas convencionales, cuando se utiliza sin
dispositivos de activación controlada, también contribuye al riesgo de extrusión. Mitchell et al.
(2011) hacen énfasis en que, aunque el hipoclorito de sodio tiene una alta eficacia antimicrobiana,
su extrusión puede provocar severas reacciones adversas, debido a su citotoxicidad y acción
proteolítica.

La activación del irrigante es otro de los factores más relevantes, pues modifica la dinámica
de flujo dentro del conducto. Como lo plantean Jiang et al. (2012), los sistemas de activación
pueden alterar las presiones intraconducto y, dependiendo del diseño del instrumento, su
vibración o movimiento, se puede inducir una mayor o menor propulsión del líquido. Por esta
razón, resulta fundamental evaluar experimentalmente cuáles sistemas inducen menor extrusión.

En el presente estudio, se observaron diferencias sustanciales en la capacidad de los
sistemas para evitar la extrusión. Por ejemplo, el sistema Finishing File (rotatorio) fue el único
que presentó volúmenes extruidos, posiblemente debido a su contacto cercano con las paredes
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apicales y su activación hasta la longitud de trabajo. En contraste, los sistemas que trabajan con
activación sónica (EndoActivator), ultrasónica con puntas de polímero, o dinámica manual,
mostraron mayor seguridad, al activarse a una distancia prudente del ápice y generar una dinámica
más controlada del fluido.

En conjunto, los factores anatómicos del diente, el tipo de irrigante, la técnica de irrigación,
y especialmente el sistema de activación utilizado, interactúan de manera compleja en la
generación o prevención de la extrusión. La evaluación objetiva de estos factores, bajo
condiciones estandarizadas, permite establecer criterios de seguridad para la práctica clínica y
evidencia la importancia de seleccionar no solo un buen irrigante, sino también un método
adecuado de activación.

La extrusión apical de soluciones irrigantes durante el tratamiento endodóntico representa
una de las complicaciones más temidas, tanto por su impacto clínico inmediato como por las
secuelas que puede dejar en los tejidos periapicales. La literatura consultada en este estudio
remarca que, si bien el hipoclorito de sodio (NaClO) es altamente eficaz en la desinfección de los
conductos, su contacto con tejidos periapicales puede ser gravemente citotóxico.

El estudio de Estrela et al. (2002) destaca que cuando el NaClO extruye hacia el periápice
puede provocar necrosis tisular, reacciones inflamatorias severas, dolor postoperatorio intenso,
edema facial, hematomas e incluso parestesia en casos extremos. Esto se debe a sus propiedades
oxidativas y su alto pH, que le otorgan una capacidad proteolítica destructiva sobre tejidos vivos.

Estas consecuencias no solo comprometen la recuperación del paciente, sino que también
pueden afectar directamente el éxito del tratamiento endodóntico. Una extrusión severa puede
dañar el ligamento periodontal, el hueso alveolar y estructuras adyacentes como el seno maxilar
o los nervios periféricos, dependiendo de la ubicación del diente tratado. La persistencia del dolor,
la inflamación o incluso el desarrollo de lesiones pueden llevar a una reintervención, o en casos
extremos, a la pérdida del órgano dentario.

Mohammadi (2008) refieren que estas situaciones suelen deberse a técnicas de irrigación
inadecuadas o a la falta de control sobre la presión ejercida en el interior del conducto,
especialmente cuando se trabaja con presión positiva sin dispositivos que regulen el flujo del
irrigante. Aun en conductos amplios o con ápices inmaduros, el uso indiscriminado de NaClO sin
precauciones puede derivar en extrusión, aunque el volumen utilizado sea mínimo.

Mitchell et al. (2011) advierten que el riesgo de extrusión se incrementa cuando los
sistemas de activación llevan el irrigante hasta la longitud de trabajo o más allá. Esto sucede
especialmente con sistemas rotatorios agresivos o con técnicas que no respetan la distancia de
seguridad apical recomendada (2-3 mm antes del ápice).

En contraste, Jiang et al.
(2012) subrayan que los sistemas de activación que permiten un
control más conservador de la profundidad de inserción, así como una distribución dinámica del
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irrigante sin presión directa hacia el ápice, se asocian con una menor incidencia de
complicaciones.

Los hallazgos del presente estudio coinciden con esta línea de pensamiento. El sistema
Finishing Files fue el único que presentó extrusión apical, lo que podría explicarse por su
activación a la longitud de trabajo y por la energía rotacional que genera presión hacia el tercio
apical. En cambio, los sistemas EndoActivator, activación manual dinámica y activación
ultrasónica con punta de polímero no presentaron extrusión, posiblemente gracias a su modo de
acción más gentil y su inserción más conservadora dentro del conducto.

En consecuencia, la elección del sistema de activación no debe centrarse únicamente en la
eficacia de limpieza, sino también en su capacidad para minimizar los riesgos clínicos. La
seguridad biológica del procedimiento endodóntico requiere estrategias de irrigación controladas,
especialmente en pacientes con factores anatómicos o clínicos que incrementan el riesgo de
extrusión.

Aunque el hipoclorito de sodio (NaClO) es la solución irrigante más utilizada en
endodoncia por su capacidad antimicrobiana y de disolución de tejido orgánico (Mohammadi,
2008), su efectividad depende en gran medida de su correcta distribución y penetración en todo
el sistema de conductos. Debido a la complejidad anatómica del sistema radicular, las técnicas
tradicionales de irrigación pasiva no garantizan una limpieza completa. Por ello, la activación del
irrigante se ha convertido en una estrategia fundamental para mejorar la eficiencia de la
desinfección intracanal (Jiang et al., 2012).

Durante el tratamiento endodóntico, uno de los pasos más determinantes para el éxito
terapéutico es la fase de desinfección. Esta tiene como objetivo eliminar bacterias, tejido pulpar
necrótico y restos orgánicos o inorgánicos del sistema de conductos radiculares. Sin embargo, la
complejidad anatómica del conducto radicular, con istmos, ramificaciones y zonas inaccesibles
para los instrumentos mecánicos, dificulta la limpieza completa mediante métodos
convencionales.

Por ello, la irrigación con soluciones químicas, como el hipoclorito de sodio (NaClO),
cumple una función indispensable. Este irrigante ha demostrado tener un potente efecto
antimicrobiano, además de la capacidad de disolver tejido orgánico. No obstante, su eficacia
depende no solo de su composición química, sino también de cómo se distribuye dentro del
sistema de conductos. Es aquí donde los métodos de activación del irrigante se vuelven relevantes:
su función es mejorar la penetración, circulación y renovación del líquido dentro del conducto,
asegurando que alcance áreas inaccesibles y se mantenga en contacto suficiente con las superficies
a tratar. La activación del irrigante, por tanto, no es un lujo técnico, sino una estrategia crítica
para potenciar la eficacia del tratamiento y minimizar el riesgo de fallo terapéutico.

Uno de los principales riesgos asociados a la irrigación en endodoncia es la extrusión apical
del irrigante, es decir, el paso involuntario del líquido más allá del ápice dental, hacia los tejidos
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periapicales. Este fenómeno puede producirse por varios factores: la presión ejercida dentro del
conducto, la longitud a la que se introduce la aguja o el instrumento de activación, la anatomía
radicular del diente, y el tipo de técnica utilizada. Cuando ocurre la extrusión de soluciones como
el hipoclorito de sodio, las consecuencias pueden ser severas: necrosis de tejidos, dolor intenso,
inflamación, hematomas, parestesias o incluso daños irreversibles en estructuras periapicales. Por
ello, uno de los criterios fundamentales para seleccionar un sistema de activación es su nivel de
seguridad respecto al control de la extrusión. A continuación, se describen los principales sistemas
de activación evaluados en este estudio, todos ellos aplicados con NaClO al 5.25% y utilizados
en biomodelos con conductos simulados de dientes 11.

Activación sónica con polímeros (EndoActivator): El sistema EndoActivator es un
dispositivo de activación sónica diseñado para usarse con puntas de polímero flexible. Su
funcionamiento se basa en la emisión de ondas sonoras de baja frecuencia, que generan agitación
del irrigante dentro del conducto. La punta no corta ni desgasta el diente, ya que su material y su
forma son no abrasivos, lo cual representa una ventaja en términos de seguridad y adaptabilidad
a la anatomía del conducto. El movimiento generado por este sistema promueve la circulación del
NaClO y mejora su capacidad de remover desechos y biofilm. Además, su aplicación puede
realizarse a una distancia prudente antes de la longitud de trabajo (2-3 mm), lo que disminuye la
presión en el tercio apical. Esto lo convierte en una herramienta útil no solo para mejorar la
eficacia del irrigante, sino también para reducir la posibilidad de extrusión.

Activación dinámica manual: La activación dinámica manual es una técnica sencilla y
ampliamente utilizada en la práctica clínica diaria. Consiste en realizar movimientos ascendentes
y descendentes dentro del conducto con un cono de gutapercha compatible con la conformación
del mismo. Este movimiento mecánico genera turbulencia e incrementa el contacto del irrigante
con las paredes del conducto. Esta técnica no requiere equipamiento especializado, lo cual la hace
accesible en términos económicos. Su eficacia depende en gran medida del control del operador:
la velocidad, el número de movimientos y la profundidad a la que se introduce el cono. Si se
ejecuta correctamente, puede lograr una buena activación sin aplicar presión directa al ápice,
sobre todo si se mantiene a una distancia segura de la longitud de trabajo.

Activación ultrasónica con punta de polímero: La activación ultrasónica representa una
tecnología de mayor complejidad que la sónica o la manual. Su principio se basa en la transmisión
de ondas ultrasónicas de alta frecuencia a través de una punta insertada dentro del conducto. Estas
ondas generan fenómenos físicos como el microstreaming (corrientes de fluido a escala
microscópica) y la cavitación (formación de burbujas que colapsan), los cuales contribuyen a
desorganizar el biofilm y remover residuos adheridos. Tradicionalmente, las puntas de activación
ultrasónica eran metálicas, lo que generaba ciertos riesgos de contacto excesivo con las paredes
del conducto o de generación de calor. En este estudio, se utilizó una variante más moderna: una
punta de biopolímero, cuyo diseño permite transmitir la energía sin producir fricción abrasiva.
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Esta innovación ofrece un mejor perfil de seguridad para conductos finos o con curvaturas. El
protocolo recomienda activar este sistema sin llegar a la longitud de trabajo, para evitar la
posibilidad de sobrepresión en la región apical.

Activación rotatoria con Finishing Files: Este sistema emplea limas rotatorias tipo
Finishing Files con especificaciones 20/.04. Estas limas se introducen en el conducto y se activan
mediante un motor rotatorio a bajas revoluciones. Su diseño permite movilizar el irrigante
mecánicamente, favoreciendo su desplazamiento en zonas de difícil acceso. A diferencia de otros
sistemas, estas limas pueden llegar hasta la longitud de trabajo, lo cual podría incrementar el
contacto del irrigante con el ápice. Aunque esta característica puede mejorar el alcance del
NaClO, también eleva el riesgo de generar presión directa que facilite la extrusión. Por tanto,
aunque el sistema rotatorio puede ser útil para finalizar la limpieza de conductos anchos y rectos,
requiere un alto grado de precisión y control por parte del operador. Además, es importante
considerar el diámetro final de preparación del conducto, ya que un conducto con apertura amplia
puede facilitar aún más el empuje del irrigante si se activa en su totalidad.

MATERIALES Y MÉTODOS

Este fue un estudio experimental, in vitro y cuantitativo. Se emplearon 15 réplicas
tridimensionales del diente 11, con conductos rectos y una longitud de trabajo uniforme de 25
mm.

Figura 1

Biomodelos

Los conductos fueron conformados mediante técnica corono-apical con instrumentos
rotatorios de níquel-titanio (sistema BlueShaper) hasta un tamaño apical 40 (Z6). Durante esta
fase se irrigó con NaClO al 2.5% y se verificó la preparación mediante la colocación del cono
maestro.
Vol. 12/ Núm. 4 2025 pág. 1874
Figura 2

Instrumentación de los conductos radiculares con el sistema Blue Shapper de Zarc

Posteriormente, cada biomodelo fue sometido a uno de los siguientes cuatro sistemas de
activación de irrigante:

1.
Sistema A EndoActivator (sónico con polímero) (Figura 3): punta mediana 25/.04
colocada a 2 mm de la longitud de trabajo, activada a 10,000 ciclos/minuto por 20 segundos.

Figura 3

Sistema Endiactivator

2.
Sistema B Finishing Files (rotatorio) (Figura 4): punta 20/.04 activada a 700 rpm hasta
la longitud de trabajo, durante 20 segundos.
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Figura 4

Sistema Finishing Files

3.
Sistema C Activación dinámica manual (Figura 5): mediante un cono de gutapercha a 2
mm de la longitud de trabajo, en 3 ciclos de 35 movimientos.

Figura 5

Activación dinámica manual

4.
Sistema D Activación ultrasónica con punta de polímero (Figura 6): punta E74 (ISO
25) acoplada a cavitron DTE, activada a 2 mm de la longitud de trabajo en modo E por 20
segundos.

Figura 6

Activación ultrasónica

Cada conducto fue irrigado pasivamente con aguja ranurada, seguido de tres ciclos de
activación específicos por sistema. Entre ciclos, se añadió irrigante adicional. Todos los ensayos
se realizaron por triplicado. Para la recolección y medición de extrusión, el tercio apical de cada
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biomodelo se colocó en microtubos Eppendorf sellados con resina, que funcionaron como viales
de recuperación para cuantificar el volumen extruido (Figura 7).

Figura 7

Adaptación del biomodelo al microtubo Ependorff

Tras cada activación, se midió el volumen de NaClO extruido con micropipeta calibrada
(5-50 μL) (Figura 8) y se registraron los datos para cada muestra. El análisis estadístico se llevó
a cabo con los volúmenes organizados por sistema de activación. Se calculó el promedio y la
desviación estándar de los volúmenes extruidos. Posteriormente, se aplicó un análisis ANOVA
de una vía con un nivel de significancia de p ≤ 0.05, seguido de la prueba de Tukey para identificar
diferencias entre grupos.

Figura 8

Recuperación del volumen de irrigante extruido
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RESULTADOS

Los resultados mostraron diferencias claras entre los sistemas, siendo únicamente el
sistema Finishing Files (20/.04) el que generó extrusión apical en las muestras. Este sistema
(sistema B), correspondiente a activación rotatoria, presentó un volumen promedio de extrusión
de 5.2 ± 6.3 μL, con valores que oscilaron entre un mínimo de 3 μL y un máximo de 17.56 μL.
De las 15 muestras evaluadas con este sistema, 8 dientes (53.33%) presentaron extrusión de
irrigante, mientras que los 7 dientes restantes (46.66%) no la presentaron. Por otro lado, los
sistemas EndoActivator (sistema A), activación dinámica manual (sistema C) y activación
ultrasónica con punta de polímero (sistema D) no presentaron extrusión apical de irrigante en
ninguna de sus muestras. Cabe mencionar que, en el caso del sistema D, aunque el fabricante
recomienda su uso en seis conductos, durante el presente estudio se optó por reemplazar la punta
cada cuatro conductos. Esta decisión se tomó luego de observar fracturas en las puntas durante la
primera ronda de activación, específicamente en los biomodelos 3 y 7, debido a su activación
fuera del conducto. Al integrar el análisis de las 60 muestras totales (15 por sistema), se observó
que 52 muestras (86.66%) no presentaron extrusión apical de irrigante, mientras que 8 muestras
(13.33%) sí la presentaron, todas ellas asociadas al sistema Finishing Files. Esta comparación
integral se presenta en la Tabla 1, que resume los valores mínimos, máximos, promedios,
desviación estándar y el porcentaje de extrusión en cada grupo experimental.

Tabla 7

Comparación de los cuatro sistemas de activación en relación con la extrusión del Hipoclorito
extruido apicalmente (μL)

Sistema A

Activación Sónica
con Polímeros
(Endoactivator)

Sistema B

Activación
Rotatoria con
Finishing Files
(20/04)

Sistema C

Activación
Dinámica
Manual

Sistema D

Activación
Ultrasónica con
Punta de
Polímero

Valor de p

Extrusión
Observada
No Si No No
% De Dientes
con Extrusión
0% 53.33% 0% 0% 0.066
DS
0 6.27 0 0
Mínimo
0 3 0 0
Máximo
0 17.56 0 0
Media
0 5.16 0 0
Aunque el sistema B fue el único que presentó extrusión, el valor de p fue de 0.066, lo cual
sugiere una diferencia que se aproxima a la significancia estadística convencional (p < 0.05), sin
alcanzarla.

DISCUSIÓN

Los resultados obtenidos muestran que el sistema Finishing Files fue el único que presentó
extrusión apical, con un promedio de 5.2 ± 6.3 μL y un rango entre 3 y 17.56 μL. Este hallazgo
Vol. 12/ Núm. 4 2025 pág. 1878
puede explicarse por las características del instrumento y su activación hasta la longitud de
trabajo, lo cual incrementa la presión positiva hacia el ápice y facilita el desplazamiento del
irrigante. Este comportamiento coincide con lo reportado por Boutsioukis et al. (2010), quienes
demostraron que la profundidad de inserción de la punta y el tipo de flujo generado influyen
directamente en la extrusión. Asimismo, Gomes et al. (2023) señalan que el diseño y la conicidad
del instrumento pueden modificar el comportamiento hidrodinámico del irrigante, aumentando la
presión apical y, con ello, el riesgo de extrusión. En contraste, los sistemas EndoActivator,
activación dinámica manual y activación ultrasónica con punta de polímero no presentaron
extrusión en ninguna de las muestras. Este resultado puede atribuirse a que todos fueron activados
2-3 mm antes de la longitud de trabajo, reduciendo la presión hidráulica apical. Este
comportamiento se alinea con lo descrito por Desai y Himel (2009), quienes observaron
volúmenes mínimos y clínicamente no significativos de extrusión con EndoActivator, y por
Rodríguez-Figueroa et al. (2014), que reportaron extrusión leve únicamente en dos dientes (310
μL). Igualmente, Yost et al. (2015) encontraron que el EndoActivator produce menor extrusión
comparado con otros métodos, confirmando su perfil de seguridad. Por otro lado, el sistema
ultrasónico con punta de polímero mostró una activación segura cuando se mantuvo dentro del
conducto, aunque se observaron fracturas en las puntas al activarlas fuera de él. Este fenómeno
refuerza lo señalado por Mitchell et al. (2011), quienes subrayan que el método de activación y la
longitud de trabajo son factores críticos en la aparición de extrusión apical. Los resultados
respaldan lo planteado por Kanagasingam y Blum (2020) y Parkar et al. (2024), al recordar que
la extrusión del hipoclorito representa un riesgo clínico considerable y que el control de la presión
y la distancia de activación son determinantes para prevenirla. Los sistemas que trabajan con
activación controlada (particularmente EndoActivator y la activación ultrasónica con puntas de
polímero) demostraron un mejor balance entre eficacia de irrigación y seguridad apical, a
diferencia del sistema rotatorio, cuya potencia y profundidad de inserción lo hacen potencialmente
más riesgoso.

CONCLUSIONES

Entre los sistemas analizados, únicamente Finishing Files (20/.04) evidenció extrusión
apical del irrigante.

Los sistemas de activación EndoActivator, dinámica manual con cono de gutapercha y
ultrasónica con punta de polímero no generaron evidencia de extrusión apical bajo las condiciones
experimentales evaluadas.

La activación a longitud de trabajo, como ocurre con Finishing Files, se relaciona con un
mayor riesgo de extrusión apical, en contraste con los sistemas que se activan a 23 mm antes del
foramen.
Vol. 12/ Núm. 4 2025 pág. 1879
Dado que el modelo experimental utilizado no contempló la presencia de tejidos
periapicales, es posible que los volúmenes de irrigante extruido hayan sido mayores a los que se
presentarían en condiciones clínicas reales. Por lo tanto, los resultados deben interpretarse con
cautela y no extrapolarse directamente a la práctica clínica sin considerar esta limitación.

Tomando en cuenta los beneficios y limitaciones de cada sistema de activación evaluado,
la agitación del irrigante puede considerarse una estrategia eficaz y segura durante el tratamiento
endodóntico, siempre que se aplique a una distancia de 2 a 3 mm por debajo de la longitud de
trabajo, evitando así el riesgo de extrusión apical.
Vol. 12/ Núm. 4 2025 pág. 1880
REFERENCIAS

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