
Vol. 12/ Núm. 3 2025 pág. 3860
https://doi.org/10.69639/arandu.v12i3.1597
Neuroeducación y aprendizaje temprano: una revisión crítica
sobre la estimulación sensorial y el desarrollo cognitivo en la
educación inicial
Neuroeducation and Early Learning: A Critical Review on Sensory Stimulation and
Cognitive Development in Early Childhood Education
Raquel Elizabeth Verdugo Ibarra
kelitaraquel060@gmail.com
https://orcid.org/0009-0006-9987-1659
Investigador Independiente
Riobamba-Ecuador
Sandra del Roció Avendaño Soberón
sandravendano2010@gmail.com
https://orcid.org/0009-0007-6708-6768
Investigador Independiente
Riobamba-Ecuador
Lidia Narcisa Auquilla Morocho
narcisauquilla@yahoo.es
https://orcid.org/0009-0008-4723-5268
Investigador Independiente
Riobamba-Ecuador
Laura Ronquillo Peggfy Yajaira
peggfyahaira@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0001-0498-3775
Investigador Independiente
Riobamba-Ecuador
Silvana Verónica Lluguin Valdiviezo
veronicalluguin@gmail.com
https://orcid.org/0009-0005-6338-6865
Investigador Independiente
Riobamba-Ecuador
Artículo recibido: 18 agosto 2025 - Aceptado para publicación: 28 septiembre 2025
Conflictos de intereses: Ninguno que declarar.
RESUMEN
La neuroeducación ha puesto en evidencia que el cerebro infantil aprende a partir de experiencias
sensoriales tempranas, sin embargo, este conocimiento aún no se traduce de forma sistemática en
la práctica pedagógica de la educación inicial. El presente artículo expone una revisión narrativa
y crítica de investigaciones recientes (2020–2025) que analizan la relación entre estimulación
sensorial y desarrollo cognitivo en niños de 3 a 5 años, con el objetivo de identificar aportes,
vacíos y desafíos para su incorporación en el aula. Se revisaron aproximadamente sesenta
publicaciones científicas de bases de datos como Scopus, Web of Science, ERIC, SciELO,
Consensus y Google Scholar, priorizando artículos con evidencia empírica y revisiones teóricas,
además de libros académicos actualizados. Los estudios coinciden en que los entornos

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multisensoriales favorecen el desarrollo de la atención, la memoria de trabajo, el lenguaje y las
funciones ejecutivas, y que estos efectos se potencian cuando el docente actúa como mediador
activo de las experiencias. También se advierte que la falta de acceso a entornos sensorialmente
ricos en contextos vulnerables contribuye a brechas cognitivas tempranas, lo que plantea un
desafío ético para la equidad educativa. Aunque los beneficios de la estimulación sensorial están
sólidamente respaldados por la evidencia neurocientífica, persiste una brecha entre teoría y
práctica: la mayoría de los programas educativos continúan priorizando aprendizajes verbales y
preacadémicos, relegando lo sensorial a espacios marginales. Se concluye que integrar la
neuroeducación en la educación inicial requiere reorientar la enseñanza hacia experiencias
significativas que partan de la exploración sensorial y el juego como base de todo aprendizaje.
Palabras clave: neuroeducación, estimulación sensorial, desarrollo cognitivo, educación
inicial, aprendizaje temprano
ABSTRACT
Neuroeducation has revealed that the infant brain learns primarily through early sensory
experiences, yet this knowledge has not been systematically translated into pedagogical practices
in early childhood education. This article presents a narrative and critical review of recent studies
(2020–2025) analyzing the relationship between sensory stimulation and cognitive development
in children aged 3 to 5 years, aiming to identify contributions, gaps, and challenges for their
incorporation in educational settings. Approximately sixty scientific publications were reviewed
from databases such as Scopus, Web of Science, ERIC, SciELO, Consensus, and Google Scholar,
prioritizing empirical studies, theoretical reviews, and updated academic books. The studies
consistently report that multisensory environments foster the development of attention, working
memory, language, and emerging executive functions, and that these effects are enhanced when
teachers act as active mediators of experiences. The review also highlights that the lack of access
to rich sensory environments in vulnerable contexts contributes to early cognitive gaps, raising
an ethical challenge for educational equity. Although the benefits of sensory stimulation are
strongly supported by neuroscience, there remains a gap between theory and classroom practice:
most early education programs still prioritize verbal and pre-academic learning, while sensory
exploration remains marginal. The findings suggest that integrating neuroeducation into early
childhood education does not require a radical curricular reform, but rather a shift in perspective—
acknowledging that learning begins in the body, through active exploration, and only later in
words. This shift could help create richer, more equitable early learning environments.
Keywords: neuroeducation, sensory stimulation, cognitive development, early childhood
education, early learning
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INTRODUCCIÓN
En la etapa de educación inicial, el aprendizaje no comienza en los libros ni en las palabras:
comienza en los sentidos. Cada textura, sonido o color que el niño explora es un detonante de
conexiones neuronales que darán forma a sus procesos cognitivos futuros. Sin embargo, en
muchas prácticas pedagógicas todavía se asume que la estimulación sensorial es algo accesorio o
exclusivamente terapéutico, lo que ha relegado su papel en la planificación didáctica cotidiana.
Esta mirada fragmentada ha generado un vacío preocupante: si la educación ignora el modo en
que el cerebro infantil se estructura a partir de la experiencia sensorial, corre el riesgo de
obstaculizar las bases mismas del pensamiento y la autorregulación desde los primeros años.
Durante la última década, y especialmente en los años recientes, ha resurgido con fuerza el
interés por conectar los hallazgos de la neuroeducación con la educación infantil temprana. Kohli
(2025) señala que el aprendizaje basado en el juego potencia de manera significativa funciones
cognitivas como memoria, atención y resolución de problemas, y que estos beneficios se originan
precisamente en la riqueza sensorial de las experiencias lúdicas. Esta perspectiva contrasta con
modelos más academicistas centrados en la instrucción verbal temprana, evidenciando que la vía
sensorial no solo acompaña el aprendizaje, sino que lo posibilita.
Rakesh et al. (2024) amplían este enfoque al demostrar que el grado de estimulación
cognitiva presente en los entornos tempranos —hogar y escuela— influye directamente en el
desarrollo neurocognitivo, y que las desigualdades socioeconómicas limitan el acceso a dichas
experiencias. Esta evidencia refuerza la necesidad de que las instituciones educativas compensen
esas brechas ofreciendo ambientes ricos en estímulos sensoriales de calidad. De manera
complementaria, Aulina, Masitoh y Arianto (2024) hallaron que los entornos multisensoriales,
combinados con estrategias de whole-brain teaching, mejoran de forma notable la memoria y el
razonamiento en niños de educación inicial, siempre que se adapten a sus estilos de aprendizaje.
Esto plantea un desafío ético y metodológico: no basta con añadir más estímulos, sino que deben
ser significativos y coherentes con la forma en que cada niño procesa la información.
La literatura reciente también ha mostrado experiencias prácticas que ejemplifican estas
transformaciones. Buján (2023) describe la implementación de salas sensoriales en centros de
educación inicial, observando cómo aumentaba la atención y la concentración de los niños,
además de su capacidad para expresar con palabras lo que percibían. De forma convergente,
Danyliuk y Burkalo (2024) argumentan que la integración sensorial constituye el andamiaje
indispensable para que se desarrollen los procesos cognitivos superiores como la atención, la
memoria o el lenguaje. Y desde un enfoque neuropsicológico, Schoentgen, Gagliardi y
Défontaines (2020) sostienen que la estimulación social y sensorial en la infancia contribuye a
fortalecer la reserva cognitiva, ofreciendo una protección a largo plazo frente al deterioro
cognitivo en etapas posteriores de la vida.

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En conjunto, estos estudios sugieren que el desarrollo cognitivo temprano no puede entenderse
sin considerar la dimensión sensorial como eje vertebrador. La neuroeducación aporta aquí un
marco potente: muestra que el cerebro infantil es maleable, que responde a los estímulos y que
necesita experiencias sensoriales organizadas para desplegar todo su potencial. Revisar
críticamente esta evidencia resulta clave para repensar el rol de los docentes de educación inicial,
quienes no solo median contenidos, sino que diseñan los entornos sensoriales que hacen posible
aprender.
Marco teórico
Neuroeducación: bases conceptuales y aportes al aprendizaje temprano
La neuroeducación surge como un campo interdisciplinario que integra conocimientos de
la neurociencia, la psicología del desarrollo y la pedagogía para comprender cómo aprende el
cerebro humano. Lejos de ser una moda pasajera, representa un cambio de paradigma: deja de
centrarse únicamente en los contenidos para poner el foco en los procesos cerebrales que permiten
aprender. Esta mirada resulta particularmente relevante en la educación inicial, cuando el cerebro
atraviesa su mayor etapa de plasticidad sináptica y es más receptivo a los estímulos del entorno
(Shonkoff & Phillips, 2023). Comprender cómo se forman las redes neuronales en los primeros
años posibilita diseñar experiencias de aprendizaje coherentes con el funcionamiento real del
cerebro infantil.
Uno de los principios fundamentales que aporta la neuroeducación es que el aprendizaje
significativo requiere emoción, motivación y, sobre todo, experiencia sensorial. Los sentidos
constituyen la puerta de entrada de la información al sistema nervioso, y el modo en que el cerebro
procesa esos estímulos condiciona la construcción del conocimiento. Ignorar esta base
neurológica —como aún sucede en prácticas muy centradas en la repetición verbal— supone
desalinear la enseñanza de la forma en que el cerebro aprende.
En esta línea, Massalai y Coutinho (2024) muestran que la estimulación temprana en el
aula potencia la memoria, la planificación y el razonamiento, reforzando la idea de que los
estímulos sensoriales no solo activan la percepción, sino que también modelan las funciones
ejecutivas. De igual modo, Bakay (2023) subraya que la educación inicial debe atender a las
características del desarrollo sensorial propio de cada edad, ya que el reconocimiento de formas,
colores y tamaños a través de exploración táctil y motora constituye la base de la competencia
cognitiva futura. Estos aportes amplían el marco de la neuroeducación, resaltando que no basta
con ofrecer experiencias generales de aprendizaje, sino que se requiere intencionalidad en el
diseño sensorial de las prácticas pedagógicas.
Estimulación sensorial como motor del desarrollo cognitivo
Diversos estudios recientes destacan el papel estructurante de la estimulación sensorial en
el desarrollo de las funciones cognitivas. Kohli (2025) demostró que las experiencias de
aprendizaje basadas en el juego estimulan simultáneamente los canales visuales, auditivos,

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táctiles y motores, lo que fortalece la atención, la memoria de trabajo y la resolución de problemas
en niños preescolares. De manera similar, Aulina, Masitoh y Arianto (2024) evidenciaron que los
entornos multisensoriales potencian las capacidades de razonamiento y memoria cuando se
adaptan a los estilos de aprendizaje individuales, lo cual plantea la necesidad de un diseño
pedagógico flexible y diferenciado.
Rakesh et al. (2024) añadieron un componente contextual clave: la calidad de los estímulos
disponibles en el entorno del niño está mediada por las condiciones socioeconómicas, lo que
explica parte de las brechas cognitivas observadas desde edades tempranas. Este hallazgo
converge con las conclusiones de Brito y Noble (2021), quienes señalan que la estimulación
sensorial rica puede compensar los efectos negativos de la pobreza sobre el desarrollo cerebral,
siempre que se ofrezca de manera temprana y sostenida.
Buján (2023), desde un enfoque aplicado, mostró que las salas sensoriales implementadas
en centros de educación inicial no solo aumentan la atención y concentración, sino que también
mejoran la capacidad de los niños para describir sus percepciones, lo que sugiere un vínculo
directo entre estimulación sensorial y lenguaje emergente. A su vez, Danyliuk y Burkalo (2024)
argumentan que la integración sensorial actúa como andamiaje para el desarrollo de procesos
cognitivos superiores —atención, memoria, pensamiento, lenguaje— al organizar la información
de los distintos sentidos y permitir respuestas adaptativas.
Conexiones neurocognitivas y desafíos pedagógicos
Las investigaciones neuropsicológicas refuerzan esta visión integradora. Schoentgen,
Gagliardi y Défontaines (2020) sostienen que la estimulación social y sensorial temprana
contribuye a fortalecer la reserva cognitiva, lo cual podría proteger frente al deterioro cognitivo
en etapas posteriores de la vida. Este tipo de evidencia posiciona la educación inicial no solo
como un espacio de socialización, sino como un escenario de prevención neurológica a largo
plazo.
Sin embargo, persisten desafíos importantes. La formación docente en educación inicial
rara vez incluye conocimientos actualizados de neuroeducación o estrategias para planificar
experiencias sensoriales estructuradas. Muchos programas siguen sobrevalorando el aprendizaje
verbal precoz y subestimando la exploración sensorial, lo que genera prácticas poco alineadas con
el desarrollo cerebral. Además, como advierte Rakesh et al. (2024), la falta de equidad en el acceso
a entornos sensorialmente enriquecidos perpetúa brechas cognitivas entre niños de distintos
contextos socioeconómicos.
Por ello, resulta urgente repensar el rol de los docentes como mediadores de experiencias
sensoriales intencionadas. Diseñar entornos de aprendizaje multisensoriales no implica saturar de
estímulos el aula, sino crear situaciones significativas que activen diversos canales perceptivos de
forma organizada y coherente con las necesidades del desarrollo infantil. Solo así será posible que
la educación inicial responda de verdad a la forma en que aprende el cerebro.

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MATERIALES Y MÉTODOS
Esta revisión se desarrolló con un enfoque narrativo y crítico, orientado a analizar los
principales aportes recientes sobre la relación entre neuroeducación, estimulación sensorial y
desarrollo cognitivo en la etapa de educación inicial. El propósito no fue contabilizar
exhaustivamente todos los estudios disponibles, sino identificar y examinar en profundidad
aquellos trabajos que aportan evidencia sólida, actual y directamente vinculada con el objeto de
estudio, para construir un marco teórico integrador que articule hallazgos dispersos.
La búsqueda de literatura se realizó entre abril y julio de 2025 en bases de datos y
repositorios académicos reconocidos como Scopus, Web of Science, ERIC, SciELO, Google
Scholar y Consensus. Además, se revisaron revistas indexadas en Latindex 2.0, así como libros
académicos recientes publicados por editoriales universitarias. Se emplearon palabras clave en
español, inglés y portugués —“neuroeducación”, “estimulación sensorial”, “desarrollo
cognitivo”, “educación inicial”, “aprendizaje temprano”, “early childhood”, “cognitive
development”, “sensory stimulation”, “neuroeducation”— combinadas mediante operadores
booleanos (AND, OR) y filtros de año y área temática.
Como criterios de inclusión, se consideraron únicamente estudios publicados entre 2020
y 2025, excepto en el caso de autores de referencia clásica (p. ej. Shonkoff & Phillips), cuya
relevancia conceptual justifica su incorporación. Se priorizaron artículos con evidencia empírica,
revisiones sistemáticas y libros académicos que abordaran explícitamente la relación entre
estimulación sensorial y desarrollo cognitivo en la infancia temprana, con énfasis en contextos
educativos. Se excluyeron publicaciones sin revisión por pares, textos divulgativos, tesis no
indexadas y estudios centrados exclusivamente en poblaciones con discapacidades específicas,
para mantener el foco en el desarrollo típico en educación inicial.
En total, se revisaron aproximadamente 60 publicaciones, de las cuales se seleccionaron
15 por cumplir con los criterios de pertinencia, actualidad y rigor metodológico. Cada trabajo fue
leído críticamente y clasificado según su principal aporte temático (atención, memoria, lenguaje,
función ejecutiva, neuroplasticidad). Posteriormente se integraron sus hallazgos en un análisis
narrativo que permitió comparar coincidencias, identificar tensiones y vacíos de investigación, y
derivar implicaciones pedagógicas. Esta estrategia buscó garantizar la coherencia interna del
corpus revisado y aportar una síntesis crítica fundamentada, más allá de un simple resumen
descriptivo de estudios.
RESULTADOS
Estimulación sensorial y atención temprana
La atención es una de las primeras funciones cognitivas en emerger y, al mismo tiempo,
una de las más sensibles a la calidad de los estímulos que rodean al niño. Durante la etapa
preescolar, los sistemas atencionales se encuentran en pleno proceso de maduración cortical,

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especialmente en áreas frontoparietales. Diversas investigaciones señalan que los entornos ricos
en estímulos sensoriales organizados favorecen el sostenimiento y la orientación de la atención.
Buján (2023) documentó que la implementación de salas sensoriales en aulas de
educación inicial incrementó significativamente los periodos de concentración de los niños,
quienes lograban sostener la atención por lapsos más prolongados y mostraban menor dispersión
durante actividades de exploración libre. De modo complementario, Aulina, Masitoh y Arianto
(2024) hallaron que los ambientes multisensoriales, cuando se combinan con metodologías de
whole-brain teaching, generan un aumento en los niveles de alerta y focalización atencional,
especialmente en niños con preferencias visuales y kinestésicas marcadas. Coincidiendo con estos
hallazgos, Golota y Brika (2022) sostienen que la gestión de la calidad del desarrollo sensorial en
instituciones de educación inicial es clave para sostener la atención y la motivación infantil, lo
que obliga a diseñar experiencias cuidadosamente estructuradas y no improvisadas.
Estimulación sensorial, memoria y funciones ejecutivas
Además de captar la atención, los estímulos sensoriales parecen facilitar la consolidación
de la información en la memoria y el desarrollo inicial de las funciones ejecutivas. Kohli (2025)
mostró que las actividades lúdicas que implicaban manipulación de objetos, contacto táctil y
experimentación visual favorecieron de forma notable la memoria de trabajo en niños de 3 a 5
años, en comparación con tareas basadas en instrucciones verbales. Esta ventaja parece explicarse
por el incremento en la activación de redes sensoriales y motoras que luego se integran en circuitos
frontales asociados a la planificación y el control inhibitorio.
Por su parte, Danyliuk y Burkalo (2024) argumentan que la integración sensorial —es
decir, la capacidad del cerebro para combinar estímulos de distintos sentidos en representaciones
coherentes— constituye un prerrequisito para el desarrollo de procesos cognitivos superiores
como la memoria, la planificación y el razonamiento. Este planteamiento conecta con los
hallazgos de Schoentgen, Gagliardi y Défontaines (2020), quienes sostienen que la estimulación
temprana multisensorial fortalece la reserva cognitiva, lo que sugiere que sus efectos pueden
perdurar más allá de la infancia y consolidar capacidades ejecutivas estables. En esta misma línea,
Whitaker et al. (2023) comprobaron que la estimulación cognitiva en el hogar y en entornos
educativos se asocia con mayores logros académicos en la adolescencia, lo que confirma que las
experiencias sensoriales tempranas tienen efectos prolongados en la trayectoria de aprendizaje.
Estimulación sensorial y desarrollo del lenguaje
El lenguaje, tradicionalmente abordado como una habilidad simbólica, tiene raíces
profundamente sensoriales. La percepción auditiva, visual y táctil del entorno provee los insumos
necesarios para que el cerebro infantil comience a formar representaciones lingüísticas. Rakesh
et al. (2024) destacan que el grado de estimulación cognitiva del entorno (incluyendo estímulos
sonoros, visuales y hápticos) predice el desarrollo posterior del vocabulario y la comprensión

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verbal. Cuando el entorno es pobre en estímulos, estas trayectorias se ven ralentizadas, incluso en
niños sin dificultades del desarrollo.
Buján (2023) observó que, tras varias semanas de experiencias en salas sensoriales, los
niños aumentaron no solo su capacidad atencional, sino también su disposición a nombrar,
describir y dialogar sobre lo que percibían. Este fenómeno sugiere que el lenguaje no surge en el
vacío, sino como una consecuencia de experiencias sensoriales compartidas y significativas. En
línea con esto, Brito y Noble (2021) sostienen que la exposición a entornos sensorialmente ricos
puede atenuar las brechas lingüísticas asociadas a la pobreza, mostrando que la plasticidad
cerebral permite compensar desigualdades cuando se actúa temprano. Asimismo, Helena y
Yaswinda (2020) demostraron que un modelo ecológico multisensorial mejora tanto las
habilidades cognitivas como las sociales, destacando que la interacción sensorial no solo
enriquece el vocabulario, sino que favorece relaciones más equilibradas entre los niños.
Limitaciones, vacíos y desafíos
A pesar de estos hallazgos alentadores, la literatura también evidencia limitaciones. Muy
pocos estudios examinan de manera sistemática cómo los docentes diseñan y gestionan estos
entornos sensoriales. La mayoría se centra en medir resultados en los niños, dejando de lado el
rol mediador del adulto. Además, gran parte de las investigaciones se realizan en contextos
controlados o con recursos abundantes, por lo que sus resultados podrían no trasladarse
directamente a entornos educativos con carencias materiales.
Shonkoff y Phillips (2023) advierten que, aunque la neurociencia ha avanzado en
demostrar la importancia de la estimulación temprana, existe una brecha entre el conocimiento
científico y su implementación pedagógica real. Muchos programas de formación docente en
educación inicial siguen privilegiando aprendizajes verbales y de lectoescritura precoz, relegando
la exploración sensorial a actividades puntuales o recreativas. En esta línea, Denham y Bassett
(2022) recuerdan que los docentes son mediadores no solo cognitivos, sino también emocionales:
las experiencias sensoriales deben articularse con la dimensión socioemocional para ser efectivas
en la formación integral. Finalmente, investigaciones longitudinales como las de Sylva et al.
(2020) confirman que la calidad de las experiencias tempranas influye en el rendimiento
académico sostenido, lo que refuerza la necesidad de integrar la neuroeducación en políticas de
largo plazo.
DISCUSIÓN
La evidencia revisada coincide en que la estimulación sensorial constituye un pilar del
desarrollo cognitivo temprano. No obstante, un análisis más crítico revela tensiones y
contradicciones que matizan esta conclusión. Por un lado, estudios como los de Kohli (2025) y
Buján (2023) muestran resultados positivos inmediatos en memoria y atención cuando se
implementan entornos multisensoriales; sin embargo, investigaciones longitudinales (Whitaker et

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al., 2023; Sylva et al., 2020) sugieren que estos beneficios no siempre se mantienen en el tiempo
si no se acompañan de continuidad pedagógica y apoyo familiar. Este contraste evidencia que la
estimulación sensorial es condición necesaria, pero no suficiente, para garantizar trayectorias
académicas sostenidas. Investigaciones de alta relevancia en neurociencia educativa coinciden en
que la atención infantil depende tanto de entornos enriquecidos como de la mediación pedagógica
(Neville, Stevens, Pakulak & Bell, 2013), lo que refuerza la necesidad de diseñar intervenciones
que trasciendan los efectos inmediatos.
La literatura también señala que las desigualdades socioeconómicas influyen en el acceso
a experiencias sensoriales de calidad, generando brechas cognitivas tempranas (Rakesh et al.,
2024; Brito & Noble, 2021). Esto obliga a repensar la neuroeducación desde una perspectiva de
equidad: más que replicar modelos costosos, se requieren estrategias adaptadas, como el uso de
recursos naturales (arena, semillas, agua, hojas) para diseñar experiencias sensoriales
significativas. La literatura internacional ha mostrado cómo la adversidad temprana y el estrés
tóxico pueden afectar de forma permanente la arquitectura cerebral (Shonkoff & Garner, 2012),
lo que convierte a la educación inicial en un espacio crucial de compensación y justicia social.
Sin embargo, la mayoría de los programas descritos se implementan en escuelas con recursos
abundantes (salas sensoriales, tecnología avanzada), lo que limita su transferibilidad a contextos
como el ecuatoriano, donde la infraestructura escolar en sectores rurales es precaria y los docentes
no siempre cuentan con formación en neuroeducación.
En este sentido, la aplicación local plantea desafíos específicos. En Ecuador, la brecha
urbano–rural sigue siendo amplia: mientras en ciudades como Quito o Guayaquil algunas
instituciones privadas experimentan con laboratorios sensoriales, en zonas rurales de Esmeraldas
o Sucumbíos muchos niños inician la escolaridad sin acceso a materiales básicos de estimulación
(INEC, 2023). Esta realidad evidencia la necesidad de políticas educativas que promuevan el
acceso equitativo a experiencias multisensoriales y apoyen a los docentes en la creación de
entornos de aprendizaje enriquecidos aun en contextos de limitados recursos.
A nivel de formación docente, otro vacío identificado es la escasa inclusión de contenidos
de neurociencia aplicada en los programas de pedagogía inicial. Shonkoff y Phillips (2023)
advierten que la brecha entre teoría neurocientífica y práctica pedagógica se mantiene porque los
maestros reciben formación centrada en contenidos y no en procesos sensoriales. En el caso
ecuatoriano, esta limitación es aún más crítica, ya que muchos docentes de educación inicial
provienen de carreras generales de educación básica y carecen de capacitación específica en
neuroeducación.
Finalmente, si bien la literatura internacional ha avanzado en demostrar los beneficios de
la estimulación sensorial, todavía persiste un vacío longitudinal: se sabe poco sobre cómo estas
experiencias impactan más allá de la educación inicial y si logran reducir desigualdades
educativas a nivel de primaria y secundaria. Esto constituye una línea de investigación urgente,

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especialmente en países latinoamericanos, donde la neuroeducación puede convertirse en una
herramienta estratégica para cerrar brechas de aprendizaje desde las primeras etapas.
En síntesis, la discusión crítica revela que la estimulación sensorial es indispensable, pero
su eficacia depende de factores complementarios: continuidad a largo plazo, mediación docente
intencionada y adaptabilidad a contextos de recursos limitados. Para Ecuador, el reto principal no
es solo validar la importancia de la neuroeducación sensorial —ya ampliamente respaldada por
la ciencia—, sino traducirla en estrategias pedagógicas accesibles, sostenibles y culturalmente
pertinentes que respondan a la realidad de sus aulas.
CONCLUSIONES
La revisión realizada confirma que la estimulación sensorial no es un complemento
opcional en la educación inicial, sino un componente estructural para el desarrollo de la atención,
la memoria, el lenguaje y las funciones ejecutivas. Cada experiencia sensorial —un sonido, una
textura, una imagen— actúa como un detonante de conexiones neuronales que sostienen el
aprendizaje temprano y refuerzan la plasticidad cerebral.
Sin embargo, el análisis crítico también evidencia vacíos importantes. La mayoría de los
estudios miden resultados inmediatos, pero son escasas las investigaciones longitudinales que
demuestren efectos sostenidos en la trayectoria escolar. Tampoco se describe con claridad cómo
los docentes planifican, ejecutan y evalúan experiencias multisensoriales en contextos reales, lo
que limita la transferencia de la evidencia científica al aula.
En el caso de Ecuador, los desafíos se hacen más evidentes. Persisten fuertes brechas entre
zonas urbanas y rurales: mientras algunos centros privados experimentan con salas sensoriales,
muchos niños en sectores rurales de Esmeraldas o Sucumbíos inician la escolaridad sin acceso
siquiera a materiales básicos de estimulación. Esta desigualdad plantea un reto de equidad y
justicia educativa que obliga a desarrollar estrategias de bajo costo, utilizando recursos naturales
y locales (arena, semillas, agua, hojas) como insumos pedagógicos multisensoriales.
Asimismo, la formación docente constituye un punto crítico. Muchos educadores de
educación inicial provienen de carreras generales de pedagogía y no reciben capacitación
específica en neuroeducación. Sin docentes preparados para mediar y dar sentido a los estímulos,
los beneficios de los entornos multisensoriales se diluyen. En consecuencia, es urgente incorporar
contenidos de neurociencia aplicada en la formación inicial y continua de maestros, con énfasis
en el diseño de experiencias sensoriales significativas.
En conclusión, integrar la neuroeducación en la educación inicial no requiere una reforma
curricular radical, sino un cambio de perspectiva: reconocer que el aprendizaje comienza en el
cuerpo y en la exploración activa antes que en la palabra y la memorización. Para el contexto
ecuatoriano, este cambio implica tres prioridades: garantizar entornos sensoriales accesibles y
equitativos, formar a los docentes en neuroeducación aplicada y promover políticas públicas que
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reconozcan la estimulación temprana como un derecho educativo fundamental. Solo así será
posible cerrar brechas y asegurar que todos los niños, sin importar su origen, puedan construir
conocimiento con todo su ser.

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Environmental contributions to cognitive development: The role of cognitive stimulation.
Developmental Review, 74, 101135. https://doi.org/10.1016/j.dr.2024.101135
Schoentgen, B., Gagliardi, G., & Défontaines, B. (2020). Environmental and cognitive
enrichment in childhood as protective factors in the adult and aging brain. Frontiers in
Psychology, 11, 1814. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2020.01814
Shonkoff, J. P., & Phillips, D. A. (2023). From neurons to neighborhoods: The science of early
childhood development (Updated ed.). National Academies Press.
https://doi.org/10.17226/26776
Shonkoff, J. P., & Garner, A. S. (2012). The lifelong effects of early childhood adversity and toxic
stress. Pediatrics, 129(1), e232–e246. https://doi.org/10.1542/peds.2011-2663
Sylva, K., Melhuish, E., Sammons, P., Siraj, I., & Taggart, B. (2020). Early childhood matters:
Evidence from the Effective Pre-school and Primary Education project. Routledge.
https://doi.org/10.4324/9780429264936
Whitaker, A. A., Yoo, P., Vandell, D., Duncan, G., & Burchinal, M. (2023). Predicting adolescent
and young adult outcomes from emotional support and cognitive stimulation offered by
preschool-age home and early care and education settings. Developmental Psychology,
59(2), 214–227. https://doi.org/10.1037/dev0001524

Vol. 12/ Núm. 3 2025 pág. 3874
Anexo A
Síntesis de estudios incluidos en la revisión
Autor(es)
/ Año
País /
Contexto
Tipo de
estudio
Muestra /
Población
Aporte
principal
Criterios de
calidad (✓)
Kohli
(2025)
India –
educación
inicial
Estudio
experimental
60 niños de
3–5 años
El aprendizaje
lúdico
multisensorial
mejora
memoria y
atención
Actualidad
(2025),
revisión por
pares,
muestra
representati
va
Rakesh et
al. (2024)
EE. UU. –
contexto
socioeconómi
co
Revisión
teórica +
empírica
Estudios
longitudinal
es (n >
2000)
La
estimulación
cognitiva del
entorno
compensa
desigualdades
Base
Scopus/Wo
S, alto
impacto,
relevancia
temática
Aulina,
Masitoh
&
Arianto
(2024)
Indonesia –
educación
inicial
Estudio cuasi-
experimental
40
preescolares
Whole-brain
teaching y
entornos
multisensoriale
s mejoran
razonamiento
Pertinencia,
validez
interna,
replicabilida
d
Buján
(2023)
España –
aulas
infantiles
Estudio
aplicado /
intervención
25 niños Salas
sensoriales
aumentan
atención y
vocabulario
Evidencia
práctica,
aplicabilida
d educativa
Brito &
Noble
(2021)
EE. UU. –
neurociencia
educativa
Revisión
empírica
Estudios
con
neuroimage
n
Entornos
sensoriales
ricos
compensan
brechas
socioeconómic
as
Artículo en
revista Q1,
robustez
metodológic
a
Danyliuk
&
Burkalo
(2024)
Ucrania –
psicología
infantil
Estudio
teórico-
empírico
Niños en
etapa inicial
Integración
sensorial como
andamiaje de
funciones
cognitivas
Actualidad,
pertinencia,
revisión por
pares
Schoentge
n et al.
(2020)
Europa –
neuropsicolog
ía
Revisión
longitudinal
Adultos y
estudios de
infancia
Estimulación
temprana
fortalece
reserva
cognitiva
Clásico de
referencia,
relevancia
conceptual
Shonkoff
& Phillips
(2023)
EE. UU. –
libro
académico
Síntesis
interdisciplinar
ia
Estudios
globales
Conexión entre
neurociencia y
desarrollo
infantil
Editorial
prestigiosa
(NAP), alto
rigor
científico

Vol. 12/ Núm. 3 2025 pág. 3875
Whitaker
et al.
(2023)
EE. UU. –
seguimiento a
largo plazo
Estudio
longitudinal
1200
familias
Estimulación
cognitiva
temprana
predice logros
en
adolescencia
Escala
poblacional,
evidencia
longitudinal
Helena &
Yaswinda
(2020)
Indonesia Modelo
experimental
35 niños Modelo
ecológico
multisensorial
mejora
cognición y
habilidades
sociales
Innovación
metodológic
a,
replicabilida
d
Massalai
&
Coutinho
(2024)
Brasil –
educación
infantil
Estudio
aplicado
30
preescolares
Prácticas
neuroeducativa
s mejoran
planificación y
memoria
Pertinencia
pedagógica,
revisión por
pares
Bakay
(2023)
Ucrania –
formación
docente
Estudio
descriptivo
Programas
de
formación
Reconoce
etapas
sensoriales
clave en
aprendizaje
inicial
Actualidad,
aplicabilida
d en
formación
Denham
& Bassett
(2022)
EE. UU. Estudio
empírico
Docentes de
preescolar
Los maestros
median la
competencia
socioemociona
l y sensorial
Revisión
por pares,
aplicabilida
d práctica
Golota &
Brika
(2022)
Ucrania Estudio
pedagógico
Niños 4
años
Gestión de
calidad
sensorial en
instituciones
preescolares
Revista
indexada,
pertinencia
Sylva et
al. (2020)
Reino Unido
– proyecto
longitudinal
Estudio
longitudinal
Proyecto
EPPE
Experiencias
tempranas
influyen en
rendimiento
sostenido
Relevancia
histórica,
evidencia
robusta
Elaboración propia a partir de la revisión de literatura (2025).
Para reforzar la transparencia y calidad de la revisión, se elaboró un anexo con una tabla
de síntesis que recoge los principales estudios incluidos (n = 15). En ella se especifican el tipo de
estudio, la muestra, los aportes principales y los criterios de calidad considerados (actualidad,
revisión por pares, pertinencia, relevancia conceptual o metodológica). Este procedimiento
permite garantizar que los hallazgos analizados provienen de evidencia académica sólida y
directamente relacionada con el objeto de investigación.