Vol. 12/ Núm. 3 2025 pág. 3158
https://doi.org/
10.69639/arandu.v12i3.1545
Caracterización de sistemas productivos integrales

Characterization of integrated production systems

Carmina Villa Vargas

9801717f@umich.mx

https://orcid.org/0009-0003-2702-2242

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

Instituto de Investigaciones Agropecuarias y Forestales

México Morelia

Juan Pablo Flores Padilla

jpflores@umich.mx

https://orcid.org/0000-0003-1892-0537

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

Instituto de Investigaciones Agropecuarias y Forestales

México Morelia

Laura Mariño Reyes

laura.marino@umich.mx

https://orcid.org/0009-0009-0926-3126

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

Instituto de Investigaciones Agropecuarias y Forestales

México Morelia

Artículo recibido: 18 agosto 2025 - Aceptado para publicación: 28 septiembre 2025

Conflictos de intereses: Ninguno que declarar.

RESUMEN

A partir de los años 80´s del siglo XX, México se perfilo como un país agroexportador y en
particular el Estado de Michoacán contribuyó en la producción nacional agrícola. El objetivo del
trabajo de revisión es analizar las bases teóricas de la viabilidad económica de una unidad de
producción integral. Metodológicamente se abordará como una revisión sistemática exploratoria
en las bases de datos electrónicas Scielo y Redalyc, a través de los descriptores: “granjas
integrales” y “desarrollo sustentable”. Finalmente se seleccionaron 50 trabajos. Los resultados
mostraron cómo las comunidades que están implantando granjas integrales han logrado la
sustentabilidad de la producción agropecuaria con prácticas amigables con el medio ambiente,
resguardando la soberanía alimentaria. En conclusión, el análisis indica que las granjas integrales
son viables ya que ofrecen una serie de ventajas como son; el uso eficiente de los recursos
disponibles, obtención de productos variados durante todo el año, bajos costos,
autoabastecimiento.

Palabras clave: sistemas integrales, estudio económico, agricultura, ganadería
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ABSTRACT

Since the 80's of the 20th century, Mexico emerged as an agro
-exporting country and in particular
the State of Michoacán contributed to the national agricultural production. The objective of the

review work is to analyze the theoretical bases of the econom
ic viability of an integral production
unit. Methodologically, it will be approached as an exploratory systematic review in the electronic

databases Scielo and Redalyc, through the descriptors: "integral farms" and "sustainable

development". Finally, 50 pa
pers were selected. The results showed how communities that are
implementing integrated farms have achieved the sustainability of agricultural production with

environmentally friendly practices, safeguarding food sovereignty. In conclusion, the analysis

in
dicates that integrated farms are viable because they offer a series of advantages such as:
efficient use of available resources, obtaining a variety of products throughout the year, low costs,

and self
-sufficiency.
Keywords
: integral system, economic study, agriculture, livestock
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INTRODUCCIÓN

Según Mendoza
Conde et al. (2014) un sistema integral es un proyecto de vida para los
campesinos y sus familias, ya que además de asegurar la resolución de necesidades primordiales
tales como el alimento (proteínas, vitaminas y minerales, mediante la ingesta de carne, huevo,
hortalizas, frutales, cereales, leche, etc.) sirve como unidad de enseñanza-aprendizaje, en la cual
los adultos transmiten conocimientos y prácticas a las generaciones más jóvenes.

Por otra parte, la FAO (2024) sostiene que los sistemas integrales representan un cambio
cultural profundo, al permitir la incorporación de tecnologías que reducen el impacto ambiental
y promueven la producción de alimentos más saludables e inocuos. Asimismo, destaca la
importancia de preservar tanto la diversidad biológica de estos sistemas como la diversidad
biológica, agrícola y pecuaria, así como la necesidad de implementar tecnologías de reciclaje que
integren de manera eficiente los residuos derivados de las actividades agrícolas y pecuarias.

Para poder dar cumplimiento con estos principios, es pertinente caracterizar primero los
sistemas de producción agropecuaria convencionales que se pretenden trasformar a sistemas
integrales y para ello se requiere caracterizarlos mediante el enforque adecuado.

Debido a lo anterior, y de acuerdo con la revisión bibliográfica realizada, las variables
que definen el agrupamiento de los sistemas de producción pecuarios son: en la dimensión
ambiental accesibilidad del agua, diversificación de cultivos agrícolas principales y secundarios,
diversidad en la crianza de animales menores, capacidad de adaptación a cambios ambientales,
económicos y políticos, fertilidad del suelo; en la dimensión social empleos generados en la
familia, producción para el autoconsumo de los productos agrícolas y pecuarios secundarios,
producción para la venta de productos agrícolas y pecuarios principales; en la dimensión
económica utilidad por venta de toretes, lo anterior de acuerdo con Tongo y Soplin (2021). Lo
anterior contraviene con los principios de los ranchos integrales en donde se les da prioridad a los
cultivos para el autoconsumo y la venta de excedentes, puesto que se enfoca en la seguridad
alimentaria de la familia, la utilización máxima de la energía en armonía con el ambiente, la
diversidad de productos agrícolas, pecuarios y forestales, sin dejar de lado la obtención de
beneficios económicos de los excedentes (Pérez et al., 2022)

Ahora bien, se analiza la propuesta de Togo y Soplin (2021) porque la caracterización de
sistemas tradicionales lo realizan bajo un enfoque sistémico, en donde las dimensiones que
sugieren son adecuadas para la caracterización bajo el enfoque de sistemas de producción integral.

A fin de profundizar en el análisis de la caracterización de sistemas productivos
integrales, se pretende hacer una revisión sistemática, dado que la agricultura y la ganadería
convencional se están convirtiendo en un problema ecológico de gran relevancia, por lo que
desencadena la necesidad de evaluar la eficiencia de los sistemas de producción integral, para
verificar la viabilidad de una conversión de la agricultura y ganadería intensiva a una agricultura
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y ganadería sustentable. De esta manera, se busca minimizar el impacto negativo derivado de las
formas intensivas de producción, tanto en la ganadería como en la agricultura.

MATERIALES Y MÉTODOS

Para el presente estudio se realizó una revisión bibliográfica y sistemática con el objetivo
de analizar las bases teóricas relacionadas con la viabilidad económica de una unidad de
producción integral.

Se define la revisión bibliográfica como la recopilación y análisis de libros, informes y
otras publicaciones no clasificadas como artículos científicos, los cuales proporcionan el marco
teórico fundamental para el estudio. Por otro lado, la revisión sistemática se llevó a cabo sobre
artículos científicos obtenidos mediante una estrategia estructurada de búsqueda en bases de datos
académicas.

La búsqueda sistemática se realizó utilizando los términos “granjas integrales” y
“desarrollo sustentable” en las bases de datos Scielo y Redalyc, durante el periodo del 1 de marzo
al 23 de abril de 2024.

El proceso de selección de artículos se apegó a los siguientes pasos:

Cribado: Se realizó una primera revisión de títulos y resúmenes para identificar trabajos
potencialmente relevantes. Los artículos seleccionados se descargaron y almacenaron en una
carpeta dedicada.

Elegibilidad: Se revisaron los documentos completos, incluyendo solo aquellos que
estuvieran relacionados directamente con el tema de estudio, estuvieran completos y estuvieran
en idioma español o inglés.

Inclusión: Se excluyeron duplicados y se aplicó un criterio de temporalidad,
seleccionando artículos publicados entre 2017 y 2024, en las disciplinas de Agrociencias y países
de México, Colombia y Cuba.

Inicialmente, la búsqueda arrojó un total de 11,029 referencias. Aplicando los filtros
mencionados, se redujo a 79 artículos, de los cuales finalmente se seleccionaron 50 para el análisis
detallado.

El análisis se estructuró en cuatro etapas: primero, se examinaron los artículos que
abordan los sistemas integrales; posteriormente, se revisaron los elementos que componen un
sistema de producción; luego se analizaron los estudios relacionados con sistemas de granjas
integrales; y finalmente, se evaluaron los trabajos que abordan aspectos económicos de la
producción integral, complementados con material adicional relevante.

Este enfoque metodológico permitió integrar información científica y teórica para
fundamentar el análisis de la viabilidad económica de unidades de producción integral.
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RESULTADOS Y DISCUSIÓN

En el análisis realizado, se consultaron artículos relacionados con tres temáticas
principales: sistemas integrales, sistemas de producción y costos de producción, provenientes de
las bases de datos Redalyc y SciELO, así como materiales adicionales. En lo referente al tema de
sistemas integrales, se revisaron nueve artículos de Redalyc y cuatro de SciELO. En cuanto a
sistemas de producción, se consideraron ocho artículos de Redalyc y dos de SciELO. Respecto a
los costos de producción, se analizaron diez artículos de Redalyc y dos de SciELO. Además, se
incorporaron diecinueve materiales adicionales que complementaron el análisis bibliográfico.

Enfrentar el cambio climático en la ganadería de América Latina, particularmente en las
regiones tropicales y subtropicales, se ha convertido en una prioridad global. Si bien la rapidez
con la que se manifiestan los efectos de este fenómeno obliga a establecer con urgencia agendas
de adaptación, también se han impulsado acciones orientadas a la mitigación de sus causas
principales. En los últimos años, la investigación y la innovación han avanzado hacia el desarrollo
de modelos productivos que integren de manera simultánea atributos tanto de adaptación como
de mitigación (Murgueitio et al., 2015).

En este contexto, diversos autores han propuesto estrategias concretas basadas en
intervenciones integradas. Por ejemplo, Murgueitio et al. (2010) y Chará y Giraldo (2011)
destacan prácticas como la reducción de la deforestación y del uso del fuego, el mejoramiento y
la diversificación de la dieta animal, el empleo de fuentes naturales de nutrientes como la fijación
biológica de nitrógeno y el reciclaje de nutrientes, el estímulo de procesos biológicos en
sustitución de los agroquímicos, así como la transición de monocultivos de pastos hacia sistemas
agrosilvopastoriles.

En la presente investigación, se plantea realizar la caracterización en cuatro etapas, en la
primera se propone realizar el diagnóstico de los sistemas que se pretenden migrar al enfoque de
sistemas integrales; en la segunda etapa se plantea realizar la investigación del mercado, así como
el análisis del consumo familiar; en la tercera etapa se plantea la ingeniería del proyecto; en la
cuarta y última etapa se propone realizar la proyección de inversión, costos e ingresos, con el fin
de evaluar la viabilidad económica

Etapa de diagnóstico

La propuesta de diagnóstico se plantea en función de las dimensiones que mencionan Togo
y Soplin (2021) con respecto a la dimensión ambiental, se iniciará con la accesibilidad al agua,
recordando que el sistema hídrico se debe gestionar en coordinación con las instituciones
gubernamentales y la sociedad en general con la finalidad de conservar y gestionar de forma
sostenible para el bienestar de las generaciones actuales y futuras.

Es por lo anterior, que resulta importante retomar a Fundación Hogares Juveniles
Campesinos (2010), quienes indican que en todo proyecto de granja integral debe tenerse en
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cuenta que se requiere de algunos recursos como mínimo, así como sus características e
importancia dentro del ciclo de vida de dicho proyecto y la forma en la que deben gestionarse y
en su caso recuperarse en el futuro. Así pues, el agua resulta ser el agente y sustancia que da
vida” (Fundación Hogares Juveniles Campesinos, 2010, p. 20), es por lo tanto un elemento
esencial en las actividades de los sistemas integrales, los cuales deben contener accesos a agua
potable para uso doméstico y para la producción tanto pecuaria como agrícola y en su caso
acuícola.

Por otra parte, en la actividad agrícola se busca la diversidad de cultivos, y su principal
objetivo es lograr una alta productividad, buscando un equilibrio con la naturaleza y la sociedad,
no dañar el medio ambiente y busca ser rentable (Gutiérrez-Cedillo et al., 2006). Esta diversidad
es manejada para hacer un uso sostenible del suelo, agua, la biomasa, la microflora y fauna, busca
mejorar las condiciones de vida de la familia que realiza esta actividad, es por lo que establecer
los escenarios de operación posibilita el control y la evaluación de los aspectos que definen la
implementación de una propuesta de negocio en cualquier escenario.

Diversificación en la crianza de animales, esta actividad va íntimamente relacionada con la
anterior, ya que la diversificación de los cultivos permite obtener productos variados y de forma
sostenible, tanto para el consumo humano como para el consumo animal, que dicho sea de paso
permite la utilizar los esquilmos en la alimentación animal y reciclar e incorporar nutrientes al
suelo vía las excretas de los animales. Por otra parte, y de acuerdo con Iraola et al. (2007) debido
a la especialización en la producción de monocultivos, la diversidad de animales domésticos se
vio afectada y se redujo a especies que dependen mucho de insumos del exterior de las unidades
de producción. En la actualidad, las especies preferidas por los productores son principalmente
bovinos, porcinos, pequeños rumiantes (ovinos y caprinos) y aves (gallinas y guajolotes).

En el caso de los bovinos productores de becerros para la engorda, o la producción de leche
o ambas, la producción debe caracterizarse mediante el seguimiento del objetivo principal, como
puede ser el caso de la obtención de kilogramos de carne por vaca al año, lo cual significa que se
debe tomar en cuenta la raza, el peso, el estado fisiológico de la vaca y darla de alta en el registro
para el seguimiento de la producción; o la obtención de kilogramos de leche por vaca por
lactancia, para lo cual se deberá registrar los indicadores reproductivos y productivos de la vaca.
Finalmente, en los sistemas de doble propósito, será necesario monitorear simultáneamente
ambos objetivos, asegurando la eficiencia y productividad en carne y leche.

Según Muñoz et al. (2016), la granja integral representa una alternativa productiva que,
mediante la diversificación, busca dar respuesta a varios de los desafíos más apremiantes de la
agricultura contemporánea. A lo largo del tiempo, muchas prácticas agrícolas tradicionales han
ocasionado impactos negativos significativos sobre el medio ambiente. En contraste, el enfoque
de las granjas integrales promueve un uso más eficiente de los recursos disponibles, facilita la
producción diversificada durante todo el año, reduce los costos de operación, fomenta el
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autoabastecimiento y propicia la participación activa de las familias rurales en las actividades
productivas. Además, este modelo contribuye a la articulación de cadenas productivas más cortas
y sostenibles (Velázquez, 2017).

En cuanto al suelo, la mayor parte de los sistemas de producción en México están sobre
suelos francos (62%), este tipo de textura del suelo es la ideal para la agricultura, ya que presentan
la cantidad ideal de nutrientes en su mayoría, así como una buena capacidad de retención y
disposición de agua, sin embargo, en algunas ocasiones el pH acido de estos suelos representa un
problema en la absorción de nutrientes de los cultivos. Por lo tanto, la estrategia ideal es primero
realizar un estudio de suelo y en función de los resultados realizar las acciones que permitan
neutralizar el pH y es su caso agregar los elementos necesarios para el tipo de cultivo que se
pretenda implementar.

En cuanto a la capacidad de adaptación a cambios climáticos, económicos y políticos de
los sistemas integrales, la producción de forma sostenible o como lo menciona Mendoza
Conde
et al. (2014)
debe promoverse una agricultura y ganadería sanas, idealmente sin el uso de
cualquier tipo de productos químicos, no utilizar costosos concentrados para la alimentación
animal, el sistema de reciclaje de todos los elementos deberá ser una cadena de transformaciones
cuyo producto sea reutilizable, de tal suerte que la producción de alimentos para la o las familias
sea suficiente para evitar los altos costos del mercado.

Para alcanzar este objetivo, es recomendable el uso de semillas certificadas, la rotación de
cultivos, la simbra en épocas ideales (que general mente ya no coinciden con las fechas que se
venían realizando), el asesoramiento oportuno y con técnicos que entiendan la integralidad del
sistema. Por otra parte, el control biológico de plagas y enfermedades, el cual no tiene efecto
sobre otros organismos, incluso para el hombre y que contribuye a la regeneración de la diversidad
biológica de los sistemas.

Para alcanzar la sostenibilidad en las granjas integrales será necesario implementar
métodos innovadores en los sistemas utilizados para la producción agrícola y pecuaria, uno de
estos métodos, se sugiere sea economía circular (E.C.), Preciado-Saldaña et al. (2022) lo definen
como un paradigma que busca proteger y preservar al medio ambiente, prevenir la contaminación
y generar prosperidad económica a la población en la industria agroalimentaria. La industria
alimentaria genera una gran cantidad de residuos que promueven contaminación si no se tratan
adecuadamente. El modelo de economía lineal, bajo el cual se rige actualmente la mayoría de la
producción y consumo, ha sobrepasado la explotación de los recursos naturales, comprometiendo
su capacidad de renovación (Sandoval et al., 2017).

En este contexto, resulta fundamental avanzar hacia una transición o incluso una
combinación del modelo económico lineal tradicional hacia enfoques productivos más sostenibles
que contribuyan a disminuir la contaminación ambiental, al tiempo que promuevan el desarrollo
económico y el bienestar social. Una de las alternativas emergentes más destacadas es la economía
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circular, la cual ha ganado relevancia en los últimos años como respuesta al agotamiento del
modelo lineal. Este enfoque propone un sistema regenerativo, en el que los productos, materiales
y componentes se mantengan en circulación en su nivel más alto de utilidad y valor, permitiendo
que lo que antes era considerado desecho se convierta en un recurso útil para la creación de nuevos
productos (Preciado-Saldaña et al., 2022).

La investigación que realizaron Usmani et al. (2021) señala que la economía circular (EC)
mantiene el capital natural y optimiza los rendimientos de los recursos y los flujos renovables,
minimizando los riesgos de contaminación y gestiona los flujos renovables. En este contexto, la
reducción de los residuos agroindustriales implica capacitar a cada uno de los participantes de la
cadena de valor de los alimentos, en el uso de buenas prácticas de producción, promoviendo su
aplicación a lo largo de los diversos procesos que la conforman. (Kharola et al., 2022).

Por otro lado, Preciado-Saldaña et al. (2022) sostienen que una gran parte de los residuos
generados por la agroindustria constituye una fuente valiosa de compuestos bioactivos, tales como
fibra dietética, antioxidantes, vitaminas y minerales. Estos compuestos han demostrado poseer un
notable potencial tanto nutricional como farmacológico. La recuperación de dichos elementos a
partir de los residuos no solo permite su aprovechamiento eficiente, sino que también facilita su
transformación en subproductos de alto valor, impulsando así modelos de producción más
sustentables.

En cuanto a la dimensión social, en el componente de generación de empleos dentro en la
familia, los sistemas integrales al igual que los sistemas de producción campesino se caracterizan
por el uso de mano de obra familiar. En este esquema, todos los integrantes de la familia tienen
una función dentro del sistema tanto adultos como niños. Así mismo, la prioridad en la producción
la dictan las necesidades de la familia en cuanto a la producción para su autoconsumo, destinando
los excedentes a la venta
y complementando los ingresos mediante la adquisición de otros bienes
con valor de uso.

Investigación de mercado

De acuerdo con Soledispa-Rodríguez et al. (2021), la investigación de mercado constituye
una herramienta fundamental para la toma de decisiones estratégicas dentro de las organizaciones,
especialmente en contextos de alta volatilidad e incertidumbre provocadas por la globalización y
el acelerado desarrollo tecnológico. Según el mismo autor, este proceso permite a las empresas
adaptarse a un entorno cambiante, orientando sus estrategias hacia la satisfacción de las
necesidades reales del mercado y anticipar tendencias emergentes.

Por otra parte, la toma de decisiones basada en información de mercado se ha convertido
en un eje central tanto en la práctica empresarial como en la investigación académica, ya que
determina aspectos clave como la demanda potencial de producto o servicio, su aceptación, el
entorno competitivo, y las condiciones económicas del entorno (Kotler y Keller, 2066).
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El análisis del entorno se divide en dos niveles: el macroentorno y el microentorno. El
macroentorno incluye factores de naturaleza general, externos y no controlables, como los
aspectos económicos, demográficos, tecnológicos, políticos-legales, socioculturales y naturales
(Schnarch, 2005). Identificar estos factores permite prever oportunidades y amenazas, así como
adaptar las estrategias organizacionales a los cambios del entorno global.

En cambio, el microentorno abarca los elementos más cercanos a la organización, como los
proveedores, los canales de distribución, los clientes y los competidores. Según Schnarch (2005),
analizar el microentorno permite a la empresa reconocer sus fortalezas y debilidades internas
frente al contexto externo. A su vez, Zambrano et al. (2014) menciona que estos elementos
reflejan la posición competitiva de la empresa y su capacidad de respuesta ante los desafíos que
plantea el macroentorno.

En este sentido, la investigación de mercado se ha posicionado como una fuente vital de
información confiable, actual, coherente y relevante. Para obtener resultados significativos, es
imprescindible comprender no solo las características internas de la organización, sino también
el contexto en el que opera. De acuerdo con INTAGRI (2018), el entorno se define como un
conjunto de factores externos que influyen directamente en el desempeño y el resultado de la
organización.

Ingeniería de proyecto

La ingeniería del proyecto implica el diseño y evaluación técnica de una iniciativa
productiva, con el objetivo de determinar su viabilidad operativa, económica y tecnológica. De
acuerdo con Sapag Chain et al. (2014), “la ingeniería del proyecto conlleva a la determinación de
la función de producción óptima para la utilización eficiente y eficaz de los recursos disponibles
para la producción del bien o servicio deseado”. (p. 109).

En el contexto de una unidad de producción integral, como una granja multifuncional, la
ingeniería del proyecto contempla el análisis de los recursos disponibles, las tecnologías
accesibles, las condiciones agroecológicas del entorno y la planificación integral de las
actividades productivas. Esto incluye la proyección de la producción de carne de res, cultivos
agrícolas (maíz, frutas), pasturas, y la posible implementación de sistemas sostenibles como el
silvopastoreo, que integra árboles, forraje y ganado en una misma unidad de producción,
contribuyendo a la sostenibilidad económica y ambiental (Nicholls et al., 2015).

Además, la ingeniería del proyecto debe incluir la identificación de procesos críticos, el
diseño de infraestructura necesaria, la selección de maquinaria y equipos, así como la evaluación
del impacto ambiental del proyecto (Gittinger, 1987).

Proyección de inversión, costos e ingresos

La evaluación financiera de un proyecto requiere una adecuada estimación de costos,
ingresos e inversión inicial. De acuerdo con Hansen y Mowen (2007), el costo se define como “el
efectivo o equivalente de efectivo que se sacrifica para obtener bienes y servicios que se espera
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que aporten un beneficio actual o futuro para la organización” (p.236). Representa el intercambio
de un recurso pro otro, es decir se sacrifica un recurso para obtener otro. En términos generales
el costo incluye todos los gastos relacionados con la producción de un bien a la prestación de un
servicio.

Por su parte, según Cabrera (2018), el costo es definido como una erogación que se realiza
para la adquisición de un bien o servicio con el propósito de generar ingresos. Los costos pueden
clasificarse como activos (inventarios y activos fijos), gastos (costos de producción) o pérdidas
(gastos no recuperables). Además, la teoría tradicional de costos identifica tres elementos básicos:
materiales directos, mano de obra directa y costos indirectos de fabricación.

Entre los costos directos más relevantes se encuentran los de materia prima, mano de obra,
insumos, energía, agua, mantenimiento, envases y empaques, entre otros. Los costos indirectos
incluyen depreciaciones, amortizaciones, gastos administrativos, de venta y distribución, así
como los costos financieros asociados al capital invertido. Asimismo, es fundamental considerar
los costos ambientales, especialmente si el proyecto genera residuos sólidos o emisiones
contaminantes (Martínez et al, 2022).

Para fortalecer la confiabilidad de la evaluación financiera, es necesario realizar una
proyección de ingresos, estimando la capacidad de venta del producto, los precios esperados y la
evolución del mercado objetivo. A partir de esta información, esto permite calcular los
indicadores de rentabilidad, como el Valor Actual Neto (VAN), la Tasa Interna de Retorno (TIR)
y el Período de Recuperación (PR).

Finalmente, se recomienda llevar a cabo un análisis de sensibilidad para medir la
estabilidad de los resultados financieros frente a variaciones en los principales parámetros del
proyecto. Para Cevallos et al. (2022) el análisis de sensibilidad es una metodología propuesta para
verificar que los valores de las variables que se utilizan para la evaluación de proyectos puedan
tener desviaciones con efectos de consideración en la medición de sus resultados. Además, la
evaluación del proyecto será sensible a las variaciones de uno o más parámetros si, al incluir estas
variaciones en el criterio de evaluación empleado, la decisión inicial cambia.

Por otra parte, Cevallos et al. (2022) indica que el análisis de sensibilidad permite
identificar los riesgos críticos y definir estrategias de mitigación ante posibles escenarios
adversos.

Sistemas y sistemas de producción agropecuarios

Para comprender de manera integral los procesos productivos en el ámbito rural, resulta
fundamental definir los conceptos de sistema y sistema de producción agropecuario. Según
Flórez Martínez (2015), un sistema se entiende como la manera en que se combinan en el tiempo
y el espacio diversos factores de producción; como la tierra, el trabajo, el capital y la gestión, los
cuales son administrados por el ser humano con el fin de alcanzar determinados objetivos
socioeconómicos. Esta definición enfatiza el carácter dinámico y organizativo de los sistemas en
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función de metas específicas, lo que resulta esencial para analizar estructuras productivas
complejas como las agropecuarias.

Duarte et al. (s.f.) amplían esta visión al señalar que todo sistema de producción está
compuesto por cinco elementos fundamentales: límites, entradas, componentes, interacciones y
salidas. Los límites se definen como la línea divisoria entre dos posesiones o unidades territoriales
con grados de homogeneidad interna y diferencias respecto a otras. Las entradas corresponden a
los flujos que provienen del entorno hacia el sistema productivo, tales como el agua, la radiación
solar, insumos, asistencia técnica, crédito y mano de obra. Los componentes representan las
unidades básicas del sistema, ya sean físicas (pasturas, cultivos, animales) o virtuales (capital,
trabajo humano). Las interacciones aluden a las relaciones entre estos componentes, mientras que
las salidas se refieren a los productos o servicios que el sistema genera y transfiere hacia el entorno
externo.

Por otro lado, un sistema de producción agropecuario es un conjunto de actividades que un
grupo humano organiza, dirige y desarrolla en función de sus objetivos, cultura y recursos,
utilizando distintas prácticas tecnológicas, en respuesta a las condiciones del medio físico, con el
fin de obtener diferentes productos agrícolas (Duarte et al., s.f.).

En ambas definiciones se pueden apreciar los distintos tipos de componentes que
interactúan en un sistema de producción agropecuario: físicos (clima, suelos), biótico (cultivos,
especies vegetales y forestales y especies animales domésticos y silvestres) económico (capital
invertido, variabilidad de precios) y sociocultural (costumbres, tradiciones).

Cabe resaltar que en el caso de la producción agropecuaria se divide en dos categorías (la
agrícola y la pecuaria) destinadas al autoconsumo y la venta de excedentes, en el caso de la
producción en las unidades de producción familiar en el sector rural (Ayala et al., 2013).

Una granja integral se caracteriza por la integración de sistemas agrícolas y pecuarios, lo
que permite un uso más eficiente y sostenible de los recursos disponibles en un entorno
determinado. Este enfoque promueve una interacción armónica entre el ser humano, las plantas,
los animales y la naturaleza. Según Guadarrama-Brito y Galván-Fernández (2015), los principales
componentes que conforman una granja integral incluyen la vivienda, el sistema agrícola, el
sistema animal, el uso de energías renovables o alternativas, y la infraestructura necesaria para el
procesamiento de productos agropecuarios.

Dentro de este modelo, el manejo adecuado del suelo mediante buenas prácticas agrícolas
desempeña un papel fundamental, especialmente cuando se incorporan tecnologías sostenibles y
respetuosas con el ambiente (Fernández-Prieto, 2015). En este sentido, el uso de biocomposta y
sustratos inertes se presenta como una alternativa viable, ya que facilita la incorporación de
materia orgánica a los cultivos y el reciclaje de nutrientes, favoreciendo así una producción limpia
y ambientalmente responsable (Hernández et al., 2022).
Vol. 12/ Núm. 3 2025 pág. 3169
Desde la dimensión económica, se tienen que, aunque no se puede evaluar como una
empresa, es necesario realizar un estudio económico, ya que según
, Santos (2008) se debe de
comparar flujos de beneficios y costos que permitan determinar si conviene realizar algún
proyecto o no. Así mismo, para cuantificar las utilidades en cualquier tipo de negocio es necesario
identificar los costos y beneficios de los productos o servicios (Williamson y Zeng, 2009). El
estudio económico es uno de los pendientes que autores como Iraola et al. (2007) indicaron se
debería enfatizar en la viabilidad económica del modelo de fincas integrales a pequeña escala.

En este contexto, la contabilidad de costos ofrece diversos métodos para determinar y
controlar los costos incurridos durante la fabricación de un producto. Según Sánchez (2013),
existen tres tipos principales de costos: la materia prima directa, la mano de obra directa y los
costos indirectos. En los dos primeros, su asignación a los productos no presenta mayores
complicaciones, ya que están directamente relacionados con el proceso productivo. No obstante,
la inclusión de costos indirectos resulta más compleja, debido a que no pueden vincularse de
forma directa con un producto específico. Tradicionalmente, estos costos se distribuían utilizando
una tasa de asignación basada en las horas hombre empleadas en la elaboración del producto.

Wantoch (s. f.) plantea que el estudio económico en una granja constituye un proceso tanto
lineal como circular, diseñado para facilitar la toma de decisiones informadas. Este proceso inicia
con la recolección y organización de datos financieros mediante un sistema contable, lo cual
permite generar registros que posteriormente se convierten en informes. Estos informes
proporcionan a los agricultores una base financiera sólida para orientar las decisiones relacionadas
con la producción. La información contable se transforma en estados financieros, los cuales
permiten analizar e interpretar la situación económica actual, así como el desempeño histórico de
la unidad productiva. Además, herramientas como los análisis de presupuestos, rentabilidad,
factibilidad y capacidad de asumir riesgos resultan fundamentales para que el productor tome
decisiones estratégicas que aseguren la sostenibilidad y crecimiento del negocio agropecuario.

El campesino recopila la información registrando de manera ordenada los ingresos y gastos.
Es responsabilidad del agricultor organizar estos datos en un sistema contable, con apoyo técnico,
para poder elaborar posteriormente los estados financieros.

El análisis financiero representa una herramienta clave para que el agricultor evalúe tanto
la rentabilidad como la eficiencia económica de la granja. A partir de la información
proporcionada de los informes administrativos, en especial de los estados financieros, es posible
utilizar indicadores y puntos de referencia que permitan comparar el desempeño del negocio
frente a otras unidades productivas del sector. Este análisis facilita la identificación de fortalezas
y debilidades, el seguimiento del progreso financiero a lo largo del tiempo y el establecimiento
de metas económicas realistas. Además, brinda una base sólida para la planificación estratégica y
la toma de decisiones orientadas al crecimiento y la sostenibilidad del negocio agropecuario. En
Vol. 12/ Núm. 3 2025 pág. 3170
definitiva, el análisis financiero no solo permite comprender el estado actual de la empresa
agrícola, sino que también constituye una guía de proyección hacia el futuro.

CONCLUSIONES

A partir del análisis teórico realizado, se concluye que las granjas integrales constituyen un
modelo económicamente viable y sustentable para las unidades de producción agropecuaria,
especialmente en contextos rurales. Este tipo de sistemas productivos se caracteriza por el uso
eficiente de los recursos disponibles, la diversificación de productos a lo largo del año, la
reducción de costos operativos y el fomento del autoabastecimiento. Además, promueve la
inclusión activa de la familia rural en las actividades del campo y fortalece la articulación en
cadenas productivas cortas, generando beneficios tanto económicos como sociales.

La implementación de una granja integral autosustentable no solo contribuye a mitigar el
impacto ambiental de la agricultura convencional, sino que también ofrece una alternativa
saludable y naturalmente tratada para los consumidores. Para los pequeños productores,
representa un modelo replicable, generador de empleo local y con potencial de apertura hacia
nuevos mercados. Prácticas como la incorporación de árboles frutales y especies nativas en áreas
cultivables refuerzan la sostenibilidad del sistema, al tiempo que diversifican la producción con
la inclusión de frutas y madera.

Finalmente, para asegurar la rentabilidad del modelo, es fundamental implementar sistemas
de control y seguimiento financiero mediante registros adaptados a las condiciones específicas de
cada unidad productiva. Estos registros permiten evaluar con precisión el desempeño de los
distintos subsistemas de la granja, facilitando la toma de decisiones estratégicas orientadas al
crecimiento económico y a la sostenibilidad del sistema integral.
Vol. 12/ Núm. 3 2025 pág. 3171
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