
Vol. 12/ Núm. 3 2025 pág. 128
https://doi.org/10.69639/arandu.v12i3.1283
Eritrodermia neonatal, ictiosis lineal circunfleja y
alteraciones dermatológicas del Síndrome de Netherton en
niños: revisión crítica del espectro clínico y los desafíos
diagnósticos recientes
Neonatal erythroderma, ichthyosis linearis circumflexa, and dermatological
manifestations of Netherton syndrome in children: a critical review of the clinical
spectrum and recent diagnostic challenges
Adriana Sofia Estrada Escobar
sofiaestradae128@gmail.com
https://orcid.org/0009-0008-4056-6494
Universidad de Caldas
Manizales – Colombia
Luis Fernando Patiño Rios
lupatino@udca.edu.co
https://orcid.org/0009-0007-6410-2785
Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales U.D.C.A
Bogotá – Colombia
Claudia Lucía Balcazar Larrahondo
Balclaudia173@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-2489-8279
Universidad Libre seccional Cali
Cali – Colombia
Moisés Enrique Pastrana Alcalá
moisespastrana1504@gmail.com
https://orcid.org/0009-0008-6036-0450
Universidad Del Sinú Seccional Cartagena
Cartagena – Colombia
Andrea Paola Villadiego Gómez
andre.villa16@gmail.com
https://orcid.org/0009-0006-2222-1076
Universidad de Cartagena
Cartagena - Colombia
Artículo recibido: 18 junio 2025 - Aceptado para publicación: 28 julio 2025
Conflictos de intereses: Ninguno que declarar.
RESUMEN
El síndrome de Netherton (SN) es una genodermatosis autosómica recesiva rara caracterizada por
la tríada de eritrodermia ictiosiforme congénita, anomalías del tallo piloso (tricorrexis invaginada
o “cabello en caña de bambú”) y diátesis atópica, asociada a mutaciones en el gen SPINK5 que
provocan la pérdida de función del inhibidor de serín proteasa LEKTI, con alteración de la barrera
cutánea e inflamación atópica crónica. El objetivo de este estudio fue analizar la literatura reciente
sobre el espectro clínico del SN en edad pediátrica y los desafíos para su diagnóstico temprano.
Se realizó una búsqueda no sistemática en PubMed, Scopus y SciELO de artículos publicados en
los últimos 15 años en español e inglés sobre manifestaciones clínicas, diagnóstico diferencial y
avances en SN infantil, seleccionando 16 fuentes relevantes indexadas en bases de datos

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internacionales. El SN suele manifestarse al nacimiento con eritrodermia descamativa
generalizada, riesgo de deshidratación, infecciones sistémicas y falla de medro; a lo largo de la
infancia, las lesiones cutáneas persisten o fluctúan, presentando placas policíclicas con
descamación “en doble filo”, prurito intenso y brotes eczematosos atópicos. Muchos pacientes
presentan retraso del crecimiento, alteraciones inmunológicas (IgE elevada, alergias alimentarias)
y otras complicaciones multisistémicas. El diagnóstico suele retrasarse por su solapamiento con
dermatitis atópica u otras ictiosis, pero la identificación de pelos afectados, especialmente en
cejas, mediante tricoscopia, puede acelerarlo. En conclusión, el SN es una enfermedad pediátrica
grave de baja prevalencia cuyo diagnóstico oportuno requiere alta sospecha clínica, ya que
reconocer la combinación de signos característicos permite diferenciarla y optimizar el pronóstico
mediante intervenciones tempranas.
Palabras clave: síndrome de netherton, ictiosis, dermatitis atópica, diagnóstico
diferencial
ABSTRACT
Netherton syndrome (NS) is a rare autosomal recessive genodermatosis characterized by the triad
of congenital ichthyosiform erythroderma, hair shaft abnormalities (trichorrhexis invaginata or
“bamboo hair”), and atopic diathesis, associated with mutations in the SPINK5 gene that cause
loss of function of the serine protease inhibitor LEKTI, resulting in impaired skin barrier and
chronic atopic inflammation. The objective of this study was to analyze recent literature on the
clinical spectrum of NS in the pediatric population and the challenges for its early diagnosis. A
non-systematic search was conducted in PubMed, Scopus, and SciELO for articles published in
the last 15 years, in Spanish and English, on clinical manifestations, differential diagnosis, and
advances in pediatric NS, selecting 16 relevant sources indexed in international databases. NS
typically presents at birth with generalized scaly erythroderma, risk of dehydration, systemic
infections, and failure to thrive; throughout childhood, skin lesions persist or fluctuate, presenting
as polycyclic plaques with “double-edged” scaling, intense pruritus, and atopic eczematous flare-
ups. Many patients present growth retardation, immunological alterations (elevated IgE, food
allergies), and other multisystemic complications. Diagnosis is often delayed due to overlap with
atopic dermatitis or other ichthyoses; however, the identification of affected hairs, particularly in
the eyebrows, through trichoscopy can accelerate diagnosis. In conclusion, NS is a severe, low-
prevalence pediatric disease whose timely diagnosis requires a high degree of clinical suspicion,
as recognizing the combination of characteristic signs allows for differentiation from other
conditions and optimization of prognosis through early interventions.
Keywords: netherton síndrome, ichthyosis, atopic dermatitis, differential diagnosis
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INTRODUCCIÓN
El síndrome de Netherton (SN), también conocido como síndrome de Comèl-Netherton, es
un trastorno cutáneo hereditario infrecuente que pertenece al grupo de las ictiosis sindrómicas. Su
patrón de herencia es autosómico recesivo y su prevalencia estimada es aproximadamente 1 por
cada 200.000 nacidos vivos (1,6). Fue descrito inicialmente en 1958 por E.W. Netherton al
reportar una niña con dermatitis eritrodérmica descamativa y cabellos frágiles con nodos en “caña
de bambú” (5). Clínicamente, el SN se caracteriza por una tríada clásica: (1) eritrodermia
ictiosiforme desde el periodo neonatal, que luego evoluciona a un patrón cutáneo distintivo con
placas policíclicas eritemato-descamativas (conocido como ictiosis linearis circumflexa); (2) una
anomalía del tallo piloso llamada tricorrexis invaginata, en la cual el pelo presenta deformidad
“en bambú” por invaginación distal-proximal; y (3) manifestaciones atópicas sistémicas,
incluyendo dermatitis crónica tipo eccema, elevación marcada de IgE y alergias múltiples (5,15).
Estos elementos pueden presentarse con variada intensidad en cada paciente, incluso
ausentándose temporalmente algunos, lo que contribuye a la heterogeneidad clínica del síndrome
(1,15). A nivel molecular, el SN es causado por mutaciones bialélicas en SPINK5, gen que
codifica la proteína LEKTI (inhibidor tipo Kazal 5 derivado de tejido limfoepitelial). La
deficiencia de LEKTI ocasiona un aumento no regulado de proteasas epidérmicas (p. ej.,
calicreínas cutáneas), provocando descamación acelerada, pérdida de la integridad de la barrera
cutánea e inducción de vías inflamatorias Th2 similares a la dermatitis atópica grave (1). Esta
fisiopatología explica que el SN curse con inflamación cutánea crónica, colonización
estafilocócica favorecida y una marcada predisposición a alergias alimentarias y ambientales
(1,5). El pronóstico del SN varía desde cuadros leves hasta formas potencialmente mortales en la
primera infancia. Aproximadamente un tercio de los pacientes fallecen en la etapa neonatal o de
lactante por complicaciones infecciosas o deshidratación severa (13,14). Los supervivientes
suelen experimentar mejoría parcial de la eritrodermia después de los primeros años de vida, pero
permanecen con algún grado de descamación crónica, talla baja y bajo peso para la edad debido
al consumo hipercatabólico y pérdidas transdérmicas (14,15). Dada la rareza del SN y la
superposición de sus síntomas con dermatosis pediátricas más comunes, su diagnóstico temprano
representa un desafío considerable. En muchos casos la condición es inicialmente mal
diagnosticada como dermatitis atópica severa u otras ictiosis, retrasando la instauración de
medidas de soporte específicas (1,5). En esta revisión crítica, se examina la literatura reciente
enfocada en la variedad de manifestaciones clínicas del SN en niños y en las dificultades
diagnósticas que conlleva, con el fin de brindar recomendaciones que faciliten su reconocimiento
oportuno y manejo adecuado.

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MATERIALES Y MÉTODOS
Metodología de búsqueda
Se realizó una búsqueda exhaustiva de la literatura en bases de datos biomédicas
internacionales para recopilar información relevante sobre el síndrome de Netherton en población
pediátrica. Se consultaron PubMed/MEDLINE, Scopus y SciELO utilizando los siguientes
términos clave (en español e inglés): “Netherton syndrome”, “Síndrome de Netherton”,
“ichthyosis”, “ictiosis”, “trichorrhexis invaginata”, “bamboo hair”, “atopic dermatitis”,
“dermatitis atópica”, combinados con operadores booleanos. Se filtraron artículos publicados en
los últimos 15 años (2010-2025) que abordaran aspectos clínicos, diagnósticos, pronósticos o
terapéuticos del SN, dando prioridad a revisiones narrativas, series de casos pediátricos y reportes
con discusión crítica. Inicialmente se identificaron 28 referencias potencialmente relevantes; tras
eliminar duplicados y evaluar títulos/resúmenes, se seleccionaron 18 fuentes para lectura
completa. Finalmente, se incluyeron en esta revisión 16 referencias que cumplieron con los
siguientes criterios: a) información clínico-epidemiológica o diagnóstica específica de SN en
niños; b) respaldo bibliográfico sólido y pertinencia con los objetivos del trabajo; c) indexación
en PubMed, Scopus u otras bases reconocidas (ej. SciELO, Web of Science). No se aplicaron
restricciones por idioma más allá del español o inglés. Los datos extraídos de los estudios fueron
analizados de manera integrativa, sin llevar a cabo un meta-análisis dada la naturaleza
principalmente descriptiva y la rareza de la condición. Esta revisión se clasifica como narrativa
basada en la literatura disponible y no requirió aprobación de comité de ética.
RESULTADOS
Etiología y fisiopatología
Genéticamente, el SN es causado en la mayoría de los casos por mutaciones con pérdida
de función en SPINK5, gen localizado en el cromosoma 5q32, responsable de codificar la serina
proteasa inhibitoria tipo Kazal 5, conocida como LEKTI. Más de 70 mutaciones diferentes en
SPINK5 han sido documentadas, incluyendo deleciones, nonsense y cambios de marco de lectura,
que resultan en ausencia o disfunción de la proteína LEKTI (1). En individuos sanos, LEKTI se
expresa en la epidermis (estrato granuloso) y en mucosas, donde regula la actividad de varias
proteasas involucradas en la descamación cornea y en la respuesta inmunitaria cutánea (1). La
falta de LEKTI en el SN provoca hiperactividad de calicreínas de la piel (especialmente KLK5 y
KLK7), desencadenando proteólisis excesiva de las uniones intercorneocíticas y descamación
prematura del estrato córneo (1). Consecuentemente, la barrera epidérmica se encuentra
gravemente alterada desde el periodo neonatal, con pérdida transepidérmica masiva de agua,
electrolitos y proteínas, lo que clínicamente se manifiesta como eritrodermia descamativa severa
y riesgo de deshidratación e infecciones (15). Además, la ruptura de la barrera cutánea permite
una mayor penetración de alérgenos y microorganismos, promoviendo una respuesta

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inmunológica de tipo Th2 exagerada. Estudios han demostrado que la piel de pacientes con SN
sobreexpresa citocinas pro-atópicas como TSLP (linfopoyetina estromal tímica), IL-25 e IL-33,
similares al perfil de la dermatitis atópica severa (1). Esto explica la frecuente asociación del SN
con niveles muy elevados de IgE, alergias alimentarias (p. ej. a proteínas de leche de vaca) y asma
o rinoconjuntivitis alérgica en etapas posteriores (1,9). Asimismo, se ha observado que algunos
pacientes presentan inmunodeficiencias humorales o celulares leves, como IgM baja o disfunción
linfocitaria, contribuyendo a infecciones recurrentes (1,4). De hecho, Renner et al. han propuesto
redefinir el SN como un síndrome de inmunodeficiencia primaria cutáneo-inflamatoria, debido a
estas alteraciones inmunológicas concomitantes (4). Por otro lado, la fisiopatología del SN
también impacta en la dinámica capilar y de otros sistemas. La anomalía del cabello (tricorrexis
invaginada) es consecuencia de la fragilidad estructural del tallo piloso por la actividad proteásica
descontrolada en el folículo, resultando en fracturas en “manguito” visibles microscópicamente
(1). Adicionalmente, se han descrito manifestaciones extracutáneas como enteropatía perdedora
de proteínas, aminoaciduria e incluso trastornos neurodesarrollo en algunos casos, probablemente
derivados del estado inflamatorio sistémico crónico y la desnutrición asociada (1). En síntesis, el
SN es un modelo de enfermedad dermatológica multisistémica en la cual una mutación genética
específica conlleva disfunción barrera cutánea e inmunitaria, explicando su compleja expresión
clínica.
Manifestaciones clínicas
El espectro clínico del síndrome de Netherton en niños es amplio y abarca manifestaciones
cutáneas evidentes desde el nacimiento, así como signos sistémicos y complicaciones que afectan
el crecimiento y el estado general. A continuación, se describen sus principales características
clínicas:
Manifestaciones cutáneas neonatales
En la mayoría de los casos, los recién nacidos con SN se presentan con una eritrodermia
generalizada desde las primeras horas de vida (14). La piel aparece intensamente eritematosa, con
descamación fina difusa (eritrodermia ictiosiforme congénita), a veces con fisuras periorificiales,
edema y denudación en pliegues. A diferencia de otras ictiosis congénitas, es poco frecuente que
estos neonatos estén envueltos por una membrana de colodión al nacer (fenómeno más típico de
la ictiosis lamelar); sin embargo, se han reportado algunos casos de SN con membrana translúcida
al nacimiento (14,16). Debido al compromiso extenso de la barrera cutánea, los lactantes
presentan una pérdida insensible de agua muy elevada, con riesgo de deshidratación
hipernatrémica, inestabilidad térmica y dificultades para mantener la homeostasis metabólica
(14,15). Es común que en las primeras semanas se requiera manejo en incubadora y soporte
hídrico-nutricional intensivo. Asimismo, la susceptibilidad a infecciones es marcada: se observan
con frecuencia infecciones cutáneas por Staphylococcus aureus y Streptococcus, e incluso sepsis
neonatal, las cuales constituyen una causa importante de mortalidad temprana en SN (14,1).

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Durante este periodo crítico, muchos bebés experimentan falla de medro (incapacidad para ganar
peso y talla) a pesar de soporte nutricional, debido a pérdidas de proteínas por la piel y al
hipercatabolismo (13,15). Las manifestaciones cutáneas suelen persistir como eritrodermia
descamativa continua durante los primeros meses.
Evolución dermatológica en la infancia:
En lactantes mayores y niños pequeños con SN, la severidad de la dermatitis puede mostrar
cierta mejoría respecto a la etapa neonatal, pero la piel típicamente se mantiene anormal. Muchos
pacientes desarrollan el patrón cutáneo característico denominado ictiosis linearis circumflexa,
que consiste en placas eritemato-descamativas policíclicas de tamaño variable, con bordes bien
definidos y una escama en doble filo en el margen de las lesiones (1,6). Estas lesiones tienden a
ser migratorias (cambian de ubicación y forma con el tiempo) y cursan en brotes: periodos de
exacerbación con numerosas placas activas alternando con remisiones parciales donde la piel
puede lucir menos inflamada (14). El prurito suele ser muy intenso y constituye un síntoma
prominente; el rascado crónico contribuye a excoriaciones, infecciones secundarias y
liquenificación en áreas flexurales (6,15). Además de las placas circinadas, persiste una
descamación difusa fina en gran parte de la superficie corporal, junto con xerosis marcada. En
algunos casos, concomitante a la ictiosis, pueden aparecer lesiones tipo eccema atópico
superpuestas, especialmente en pliegues y cara, dado que el SN incluye una dermatitis atópica
intrínseca. Es característico que los niños con SN presenten exacerbaciones cutáneas
desencadenadas por infecciones intercurrentes, estrés o cambios estacionales (14). Con la edad,
la eritrodermia puede atenuarse en algunos pacientes, limitándose a zonas como tronco y pliegues,
pero la piel generalmente no recupera la normalidad. Consecuencias crónicas de la afectación
cutánea incluyen hiperqueratosis folicular (piel de gallina) en áreas extensoras y descamación en
conductos auditivos, esta última puede formar tapones de queratina que afectan la audición si no
se realiza limpieza periódica (14).
Alteraciones del cabello
La anomalía tricológica patognomónica del SN es la tricorrexis invaginada, visible
típicamente a partir de los primeros meses de vida. Al examen clínico, el cabello (en especial las
cejas, pestañas y cabello del cuero cabelludo) se observa escaso, corto, quebradizo y opaco (15).
Las cejas ralas y “en peine” son un hallazgo característico. Macroscópicamente pueden apreciarse
zonas nodulares o afinamientos a lo largo del tallo piloso. Bajo el microscopio o dermatoscopio,
la tricorrexis invaginada se identifica como una imagen de “pelo en caña de bambú”, donde un
segmento distal del pelo se invagina telescópicamente en la porción proximal, formando un
engrosamiento en forma de copa (1). Este defecto del cabello no suele estar presente desde el
nacimiento; a menudo aparece tras varias semanas o meses, pues el pelo neonatal puede ser lanugo
que se pierde y es reemplazado por pelo anormal. Incluso cuando está presente, puede ser focal y
requerir la revisión de múltiples pelos para detectarlo (5). Por ello, la ausencia de tricorrexis

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invaginada no descarta el diagnóstico de SN, especialmente en etapas tempranas (1). En algunos
pacientes se han descrito además otras alteraciones del tallo como pili torti (pelo retorcido) o
tricorrexis nodosa, indicando daño estructural severo (6). No es infrecuente que los padres refieran
que el cabello “no crece” o que se fractura fácilmente al peinar. Las uñas generalmente son
normales, aunque puede haber fragilidad ungueal por el estado dermatológico general.
Manifestaciones atópicas e inmunológicas:
Un rasgo central del SN es la diátesis atópica sistémica. Prácticamente todos los pacientes
presentan niveles muy elevados de IgE sérica (a menudo >1000 UI/mL) desde la infancia, junto
con historia de alergias múltiples (1). Son comunes la alergia alimentaria (leche de vaca, huevo y
otros) que se manifiesta con intolerancias digestivas o reacciones cutáneas al introducir alimentos,
así como alergias medicamentosas. Hasta 30–50% de los niños con SN pueden desarrollar asma
y/o rinoconjuntivitis alérgica en la infancia tardía (9). La dermatitis atópica severa forma parte
del cuadro cutáneo, solapándose con la ictiosis. Algunos pacientes tienen urticaria crónica o
episodios de angioedema asociados a desregulación inmunológica (1). Desde el punto de vista
inmunitario, además de la hiper-IgE, en ocasiones se documentan alteraciones como linfopenia
parcial, deficiencia de subclases de IgG o función alterada de linfocitos T, lo que suma
susceptibilidad a infecciones recurrentes (4). Un estudio de 21 pacientes evidenció que las
infecciones cutáneas y sistémicas de repetición (principalmente por S. aureus y virus herpes)
ocurren en la mayoría de los casos, debido a la combinación de deficiencia de barrera e inmunidad
innata comprometida (4,13). Por ello, se considera al SN un trastorno multisistémico complejo,
donde además de la piel están implicados el sistema inmunológico y otros órganos (2).
Compromiso del crecimiento y otras manifestaciones sistémicas:
La falla de crecimiento es una característica notable en niños con SN. Desde la etapa de
lactante, la mayoría exhibe hipotrofia (bajo peso para la longitud) y posteriormente baja talla para
la edad, incluso pese a adecuada ingesta nutricional (2,15). Esto se atribuye a múltiples factores:
pérdidas protéicas y calóricas por la piel, infecciones frecuentes que aumentan el catabolismo,
restricciones dietarias por alergias y el costo metabólico de la inflamación crónica. Un
seguimiento longitudinal de pacientes con SN mostró que casi todos presentan desaceleración
ponderal en los primeros 6 meses de vida y persisten con peso y talla inferiores al percentil 5 en
la niñez (2). Algunos niños con buen manejo dermatológico y nutricional pueden experimentar
“recuperación” parcial del crecimiento tras los 2–3 años, pero permanecen delgados y de estatura
baja comparados con sus pares sanos (2). Otras posibles manifestaciones sistémicas incluyen:
diarreas crónicas o malabsorción (por alergias gastrointestinales o enteropatía perdedora de
proteínas), hepatoesplenomegalia leve relacionada a infecciones o procesos inflamatorios, y en
reportes aislados, retraso del desarrollo psicomotor cuando la enfermedad neonatal fue
extremadamente severa (por desnutrición y complicaciones neurológicas de infecciones) (1). No
obstante, en general la capacidad cognitiva de los pacientes con SN se considera normal si se evita

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daño durante la infancia. Finalmente, cabe mencionar que debido a la alteración barrera, la piel
de estos niños absorbe con facilidad sustancias tópicas; se han documentado intoxicaciones por
sobredosis de corticosteroides tópicos o análogos de vitamina D aplicados en la piel lesionada.
Por tanto, el manejo terapéutico debe ser cuidadoso para prevenir efectos sistémicos de
medicamentos tópicos. En conjunto, el cuadro clínico del SN en niños abarca desde las llamativas
lesiones cutáneas hasta problemas nutricionales e inmunológicos. Esta multiplicidad de
manifestaciones requiere un abordaje multidisciplinario en su atención, involucrando
dermatólogos, inmunólogos, nutricionistas y pediatras generales para manejar adecuadamente
cada aspecto de la enfermedad.
Diagnóstico y desafíos diagnósticos
El diagnóstico del síndrome de Netherton se basa en la correlación de hallazgos clínicos
característicos y puede confirmarse mediante exámenes tricológicos o genéticos. Sin embargo,
identificar el SN tempranamente puede ser difícil debido a su baja prevalencia y a la superposición
de sus síntomas con otros trastornos dermatológicos pediátricos. A continuación, se abordan los
métodos diagnósticos disponibles y los principales desafíos en el diagnóstico diferencial:
Evaluación clínica y sospecha diagnóstica:
Ante un recién nacido o lactante con eritrodermia descamativa crónica, es crucial mantener
un alto índice de sospecha de SN, especialmente si se acompaña de signos atópicos (eczema
severo, elevación de IgE) o problemas de crecimiento no explicados. La tríada clásica
(eritrodermia, cabello en bambú, atopia) puede no estar completa en etapas iniciales, lo que
confunde el diagnóstico. Por ejemplo, en muchos casos el defecto piloso no es evidente al
nacimiento ni en los primeros meses (el cabello puede ser muy escaso o no mostrar la tricorrexis
invaginada hasta que crece suficiente) (5). Esto conlleva que el diagnóstico frecuentemente se
retrasa hasta la aparición de la anomalía capilar, la cual es considerada patognomónica del SN
(5). Un estudio reportó una edad mediana de diagnóstico de 2.5 años, con casos diagnosticados
tardíamente hasta la segunda década, tras años tratándose como dermatitis atópica refractaria (5).
Por tanto, un desafío mayor es distinguir el SN de la dermatitis atópica grave, dado que ambos
cursan con eccema, prurito e IgE elevada. La ausencia de mejoría con las terapias típicas de
dermatitis atópica (emolientes, corticoides, inmunomoduladores tópicos) en un lactante con
eritrodermia debe motivar la búsqueda intencionada de datos sugerentes de SN (1,5). Entre estos
datos destaca examinar las cejas y pestañas: la presencia de pelos cortos, quebrados o “en brocha”
en las cejas es una pista clínica valiosa, incluso antes de confirmar la tricorrexis invaginada al
microscopio (5). Otro indicio es la historia familiar: aunque la mayoría de casos son esporádicos,
la existencia de un hermano mayor fallecido en período neonatal con eritrodermia o de
consanguinidad parental debe aumentar la sospecha.

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Exámenes diagnósticos
El examen tricológico es un pilar para confirmar el SN. Consiste en analizar al microscopio
óptico o mediante tricoscopia dermatoscópica muestras de cabello (idealmente de cejas o región
temporal del cuero cabelludo, donde más se observa la lesión) (5). Encontrar tricorrexis
invaginada confirma el diagnóstico clínico de SN prácticamente sin falsos positivos, ya que esta
alteración es muy rara fuera de esta enfermedad (1). Sin embargo, como se mencionó, su ausencia
no descarta SN si el cuadro clínico es sugerente; en tal caso, se recomienda repetir el examen
piloso tras algunas semanas, examinando decenas de cabellos hasta hallar alguno afectado (5).
Algunos autores reportan que puede requerirse revisar “cientos de pelos” antes de detectar uno
con tricorrexis invaginada (5). La tricoscopia digital (dermatoscopia con aumento de ~20–70x)
se ha mostrado útil para identificar rápidamente la imagen en “bambú” in vivo en cejas,
facilitando un diagnóstico más precoz (5,7). Por otra parte, la biopsia de piel no es específica para
SN, pero puede ayudar en descartes. Histopatológicamente suele mostrar dermatitis psoriasiforme
con paraqueratosis alternante y una banda granular suprapapilar característica, además de pelos
displásicos en folículos; sin embargo, estos hallazgos no son diagnósticos y la biopsia no es
obligatoria en presencia de clínica orientativa. El análisis genético molecular constituye la prueba
confirmatoria definitiva. Mediante secuenciación del gen SPINK5 (tradicionalmente Sanger, o
panel NGS de trastornos de cornificación) es posible identificar mutaciones bialélicas causantes
(5). La detección de una mutación patogénica conocida o combinaciones en heterocigosis
compuesta establece el diagnóstico con certeza. No obstante, la disponibilidad de pruebas
genéticas puede ser limitada y los costos elevados; por ello, en la práctica, el diagnóstico de SN
suele basarse en la clínica y el hallazgo del pelo típico, reservando el test genético para confirmar
casos dudosos o para asesoramiento genético familiar (5). Es importante señalar que alrededor de
un 5–10% de pacientes con sospecha clínica de SN podrían tener resultado genético negativo o
incierto (variantes de significado desconocido), lo cual no descarta el diagnóstico si la clínica es
convincente. En tales situaciones, es útil recurrir a estudios funcionales (inmunohistoquímica para
LEKTI en piel) en centros especializados, aunque raramente se realiza.
Diagnóstico diferencial
Los cuadros que más frecuentemente se confunden con SN se listan en la Tabla 1, con sus
características diferenciales. En el período neonatal, el SN entra en el diagnóstico diferencial del
bebé con eritrodermia junto a:
• Otras ictiosis congénitas no sindrómicas, principalmente la eritrodermia ictiosiforme
congénita no ampollosa (EICNA) y la ictiosis lamelar. Estas presentan una descamación
difusa desde el nacimiento (suelen ser bebés colodión) pero carecen de atopia o alteraciones
pilosas, y su curso es más estable (descamación persistente) en contraste con los cambios
migratorios del SN (13,14). Tampoco suelen tener IgE elevada.

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• Síndromes de inmunodeficiencia combinada con eritrodermia, principalmente el síndrome
de Omenn. Este es un tipo de inmunodeficiencia combinada severa que cursa con
eritrodermia exfoliativa, alopecia, hepatoesplenomegalia, infecciones severas y falla de
medro, simulando al SN neonatal grave (16,13). La diferenciación radica en estudios
inmunológicos: Omenn presenta linfopenia T profunda, hipogammaglobulinemia (con IgE
elevada en algunos) y requiere trasplante de médula ósea temprano, mientras que en SN los
linfocitos suelen ser normales o discretamente alterados y no hay inmunodeficiencia severa
combinada. A veces es necesario descartar Omenn mediante conteo de células T/B y
pruebas genéticas (mutaciones RAG1/2 u otras).
• Dermatitis exfoliativas por otras causas: enfermedad injerto contra huésped congénita
(en bebés con trasfusiones o madre con linfocitosis), histiocitosis cutánea congénita, entre
otros, aunque estas son mucho más raras.
En el lactante y niño pequeño, el principal diferencial es la dermatitis atópica (DA) severa
de inicio precoz. Muchos pacientes con SN reciben inicialmente tratamiento como DA, dada la
similitud de eccema generalizado y atopia (5). Sin embargo, la DA típicamente no se presenta
como eritrodermia universal en el recién nacido, sino que inicia a los 2-3 meses con placas en
mejillas o pliegues. Además, la ausencia de respuesta a las terapias estándar de DA (emolientes,
corticoides tópicos) y la presencia de descamación “ictiosiforme” persistente deben hacer
sospechar SN (1,5). La tricorrexis invaginada está ausente en la DA y su hallazgo confirma SN.
Otro diferenciador es que la DA aislada no causa retraso ponderal significativo, mientras que en
SN suele haber compromiso nutricional. También debe considerarse el síndrome de hiper-IgE
(Job) como diferencial en niños con eccema severo e IgE extremadamente alta (>2000 UI). El
síndrome de Job cursa con infecciones pulmonares recurrentes, rash eccematoso y facies
característica, pero no presenta eritrodermia neonatal ni las lesiones pilosas del SN (3). El
síndrome de Wiskott-Aldrich (inmunodeficiencia con eccema, trombocitopenia) puede simular
SN atópico, pero en Wiskott hay púrpura por plaquetas bajas y no hay ictiosis ni pelo en bambú
(1,3).
Por último, en niños mayores, la psoriasis eritrodérmica es un diferencial poco frecuente.
La psoriasis suele tener antecedentes de placas psoriáticas típicas antes de generalizarse y
hallazgos histológicos distintos (microabscesos de Munro, etc.). No presenta la anomalía capilar
ni la atopia intensa del SN.

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Tabla 1
Diagnóstico diferencial principal del síndrome de Netherton
Entidad clínica Características diferenciales clave vs. SN
Dermatitis atópica severa (inicio
infantil)
- Inicia típicamente después del periodo neonatal (2-3 meses); no suele haber
eritrodermia universal al nacimiento.
- Sin alteraciones congénitas del cabello (no hay tricorrexis invaginada).
- Mejora con tratamientos convencionales (corticoides tópicos, inhibidores de
calcineurina), a diferencia del SN refractario.
- No suele asociar falla de medro ni infecciones sistémicas tempranas.
Ictiosis congénitas AR no sindrómicas
(ictiosis lamelar, EIC no ampollosa)
- Recién nacido con membrana de colodión típica (en lamelar/EIC) (13); en SN
es raro.
- Descamación generalizada persistente (escamas grandes en lamelar; finas en
EIC); no hay placas migratorias con bordes activos.
- Sin atopia marcada: IgE normal, sin eccema ni alergias sistémicas.
- Pelo estructuralmente normal (sin tricorrexis); cejas completas.
- Puede haber alteraciones oculares (ectropión) en lamelar, no presentes en SN.
Síndrome de Omenn
(inmunodeficiencia combinada)
- Eritrodermia exfoliativa neonatal con alopecia, + hepatoesplenomegalia y
adenopatías (por infiltración de linfocitos autónomos).
- Infecciones graves recurrentes desde el primer mes; usualmente fatal sin
trasplante hematopoyético temprano (16,13).
- Inmunológico: Linfopenia T marcada, eosinofilia e IgE muy elevada (a veces);
mutaciones en genes de recombinación (RAG1/RAG2, etc.).
- No hay tricorrexis invaginada; puede haber descamación pero sin el patrón
policíclico del SN.
Síndrome hiper-IgE (Job) - Eccema crónico + infecciones recurrentes (neumonías estafilocócicas, abscesos
fríos) + rasgos faciales típicos; IgE extremadamente alta (>2000 IU).
- Aparece en infancia temprana pero no al nacimiento; no hay eritrodermia
generalizada neonatal.
- Sin anomalías de pelo ni descamación ictiosiforme; dentición primaria retenida,
escoliosis comunes (rasgos propios).
Psoriasis eritrodérmica - Rara en <2 años; suele ser evolución de psoriasis vulgar en niños
mayores/adolescentes, desencadenada por factores (fármacos, infección).
- Histología con características psoriasiformes (acantosis regular, microabscesos
de Munro) diferentes a SN.
- No presenta tricorrexis invaginada ni IgE elevada; sin antecedentes de alergias
severas.
- Responde parcialmente a tratamientos inmunosupresores sistémicos
(metotrexato, ciclosporina), a diferencia del SN que persiste refractario a muchas
terapias.
Fuente: elaboración propia con datos obtenidos de las referencias (1,3,5,13,16).
Principales desafíos diagnósticos
La identificación del SN enfrenta varios retos. Primero, su baja frecuencia implica que
muchos pediatras y dermatólogos no la consideran inicialmente, atribuyendo la eritrodermia a
diagnósticos más comunes (ej. dermatitis seborreica del lactante o DA). Esto retrasa la derivación
a centros especializados. Segundo, la presentación variable puede despistar: algunos pacientes
tienen manifestaciones atípicas, por ejemplo, casos reportados sin cabello en bambú evidente
(“SN sine trichorrhexis”) (1,5), o con afectación cutánea localizada. La inexistencia de un criterio
clínico único obliga a un alto grado de sospecha en cuadros polisintomáticos. Tercero, la
sobreposición con dermatitis atópica – que es muy prevalente – lleva a que se normalice la
presencia de eccema y alergias, pasando por alto la ictiosis subyacente. Un estudio de caso
enfatizó que el diagnóstico de SN se sospechó tras 8 años de tratamiento fallido para “dermatitis

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atópica severa”, al finalmente examinar cuidadosamente los cabellos y encontrarse la tricorrexis
invaginada (5). Este ejemplo ilustra la necesidad de realizar un examen físico minucioso,
incluyendo revisión con lupa o dermatoscopio de cejas y cuero cabelludo en todo niño con
eritrodermia/descamación crónica. Otro desafío es la accesibilidad de la confirmación genética.
En entornos con recursos limitados, no siempre se puede secuenciar SPINK5 rápidamente, por lo
que el diagnóstico debe basarse en criterios clínicos. Esto resalta la importancia de difundir
conocimiento sobre las claves clínicas del SN. Asimismo, la existencia de formas parciales o
fenotipos inusuales (por ejemplo, pacientes con mutaciones atenuadas que conservan algo de
función de LEKTI y cursan con eritrodermia más leve) puede llevar a diagnósticos equivocados
de ictiosis “indeterminada” si no se considera SN dentro de las posibilidades. Finalmente, un
aspecto crítico es diferenciar SN de otras condiciones porque las implicaciones terapéuticas y
pronósticas difieren. Por ejemplo, confundirlo con dermatitis atópica implica usar tratamientos
(como inmunosupresores sistémicos) que quizá no aporten beneficio sustancial en SN, y omitir
otras intervenciones necesarias (soporte nutricional intensivo, profilaxis antibiótica, etc.). Por otro
lado, no reconocer SN a tiempo puede exponer al niño a complicaciones prevenibles; por ejemplo,
un lactante con SN no diagnosticado podría recibir vacunas con virus vivos sin la profilaxis
adecuada, presentando riesgo mayor si tuviera alguna inmunodeficiencia asociada. En resumen,
el abordaje diagnóstico del SN requiere combinar la sospecha clínica ante hallazgos sutiles, el uso
juicioso de herramientas como la tricoscopia y pruebas genéticas confirmatorias cuando
disponibles, y un conocimiento profundo de sus imitadores clínicos. Solo así es posible superar
los obstáculos diagnósticos y establecer tempranamente el diagnóstico correcto de esta compleja
genodermatosis.
DISCUSIÓN
El síndrome de Netherton ejemplifica los desafíos inherentes al diagnóstico de
enfermedades raras en pediatría, especialmente aquellas que comparten manifestaciones con
trastornos frecuentes. Los hallazgos de esta revisión resaltan que, a pesar de disponer hoy de
mayor conocimiento fisiopatológico y mejores herramientas diagnósticas, persisten demoras
significativas en el reconocimiento del SN (5). Desde una perspectiva crítica, varios aspectos
merecen discusión:
En primer lugar, la educación médica juega un rol fundamental. Muchos casos de SN son
inicialmente manejados como dermatosis comunes (eccemas, seborrea, etc.) debido a la escasa
familiaridad del personal de salud con la enfermedad. Es imprescindible difundir en la comunidad
pediátrica y dermatológica las señales de alarma que deben motivar la sospecha de SN:
eritrodermia congénita, eczema refractario de inicio neonatal, alopecia de cejas, e IgE muy
elevada desde temprano, entre otras. La incorporación de imágenes dermatoscópicas de
tricorrexis invaginada en atlases pediátricos y guías podría ayudar a su identificación visual.

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También sería valioso establecer protocolos de derivación temprana a centros especializados de
todo neonato con eritrodermia severa, antes de etiquetarlo únicamente como “dermatitis atópica
neonatal”, diagnóstico que en sí mismo debe cuestionarse ya que la dermatitis atópica típica rara
vez debuta al nacer. Otro punto crítico es la interdisciplinariedad en el diagnóstico. El SN abarca
los campos de la dermatología, inmunología, genética, nutrición y neonatología. Un equipo
multidisciplinario puede apreciar mejor las distintas facetas: el dermatólogo, por ejemplo,
reconocerá la ictiosis particular; el inmunólogo evaluará las hipersensibilidades e infecciones
recurrentes; el genetista confirmará la mutación; el nutricionista manejará la falla de medro. Esta
visión integral mejora la precisión diagnóstica. De hecho, Renner et al. en 2009 redefinieron el
SN como una inmunodeficiencia cutánea, lo que sugiere que estos pacientes podrían beneficiarse
de evaluaciones inmunológicas exhaustivas (inmunoglobulinas, función linfocitaria) como parte
de su estudio inicial (4). Identificar a tiempo deficiencias inmunes podría conducir a
intervenciones (p.ej., gammaglobulina endovenosa) que mitiguen complicaciones infecciosas. Un
hallazgo común en la literatura es que el diagnóstico oportuno mejora la sobrevida y calidad de
vida de los pacientes con SN (1,2). Esto se debe a que instaurar tempranamente medidas de
soporte (hidratación intensiva, nutrición hipercalórica, control estricto de infecciones) durante el
periodo neonatal crítico reduce mortalidad. Asimismo, un diagnóstico confirmado permite
orientar adecuadamente a los padres en cuanto a pronóstico y medidas especiales en el hogar
(evitar ciertos alérgenos, cuidado delicado de la piel, monitorizar temperatura ambiental). Muchos
cuidadores refieren alivio al obtener finalmente un diagnóstico después de un “via crucis” por
múltiples médicos; por ende, la comunicación y educación familiar tras el diagnóstico es esencial
para el manejo a largo plazo. En relación con el tratamiento, si bien no es el foco principal de esta
revisión, cabe reflexionar que la ausencia de una terapia curativa específica para SN en la
actualidad hace aún más relevante un diagnóstico temprano. Al identificar la enfermedad, se
pueden prevenir intervenciones ineficaces y en su lugar emplear estrategias de manejo
sintomático intensivo. Por ejemplo, en un caso no diagnosticado de SN, podría intentarse
inútilmente ciclos de corticosteroides sistémicos o nuevas terapias biológicas para dermatitis
atópica (como dupilumab) sin resultados óptimos, cuando en realidad el paciente requiere
principalmente soporte dermatológico barrera, nutrición agresiva y manejo de infecciones. De
hecho, existen reportes experimentales de tratamientos en SN (como infliximab anti-TNF o
dupilumab anti-IL4R) con resultados variables (1,12). Estos enfoques apuntan a modular la
inflamación tipo Th2 característica del síndrome. Sin embargo, la evidencia proviene de informes
aislados y no hay protocolos establecidos, por lo que el manejo estándar sigue siendo
principalmente sintomático. En este contexto, un diagnóstico correcto evita falsas expectativas
con tratamientos milagrosos y orienta hacia un seguimiento prolongado multidisciplinario. La
investigación en curso brinda esperanza futura: terapias génicas ex vivo para SN ya se han
planteado en estudios fase I (10), y modelos murinos han demostrado mejoría de la barrera

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cutánea al modular vías oxidativas (Nrf2) o bloquear proteasas específicas. Mientras estas
innovaciones llegan a la clínica, la prioridad actual debe ser optimizar la identificación y cuidado
de los pacientes actuales. Es importante mencionar que, aunque raro, el SN puede contribuir al
entendimiento de patologías más comunes. Su estudio ha arrojado luz sobre el papel de las
proteasas y la barrera cutánea en la génesis de la dermatitis atópica, sirviendo como “modelo”
extremo de alergia cutánea por disrupción de barrera (1). Por ello, difundir conocimiento sobre
SN no solo beneficia a estos pacientes, sino que enriquece la comprensión de enfermedades
inflamatorias de la piel en general. En síntesis, los desafíos diagnósticos del SN – su rareza,
presentación variable y similitudes con otras enfermedades – pueden superarse mediante
educación médica, enfoque multidisciplinario y uso adecuado de herramientas diagnósticas. Cada
nuevo caso reconocido oportunamente representa una oportunidad de mejorar drásticamente el
curso de una enfermedad potencialmente letal en la infancia, evitando sufrimiento prolongado y
complicaciones irreversibles. La comunidad médica debe permanecer alerta y actualizada
respecto a este síndrome, garantizando así que ningún niño con SN quede sin diagnosticar o mal
diagnosticado durante años. La crítica constante de la literatura y la difusión de experiencias
clínicas contribuirán a acortar la “brecha diagnóstica” que aún persiste en el síndrome de
Netherton.
CONCLUSIONES
El síndrome de Netherton es una entidad clínica poco frecuente, pero de gran impacto en
la edad pediátrica, que demanda un alto nivel de sospecha y conocimiento especializado para su
diagnóstico precoz. Esta revisión crítica de la literatura reciente destaca que el SN constituye un
trastorno multisistémico: además de la dermatopatía exfoliativa y la alopecia característica,
conlleva inmunodeficiencia cutánea funcional, alergias graves y compromiso del crecimiento. La
mortalidad neonatal asociada y las secuelas por diagnóstico tardío subrayan la importancia de
reconocer tempranamente este síndrome. Los clínicos deben diferenciar el SN de afecciones más
comunes como la dermatitis atópica refractaria, considerando hallazgos clave como la
eritrodermia desde el nacimiento, la falla de medro y la presencia (o pesquisa) de tricorrexis
invaginada en cejas u otros cabellos. Superar los desafíos diagnósticos del SN requiere un enfoque
multidisciplinario: el dermatólogo, inmunólogo, genetista y pediatra general deben colaborar en
la evaluación integral del paciente. Las herramientas diagnósticas modernas –dermatoscopia
digital de vello, secuenciación genética de SPINK5– complementan al juicio clínico para
confirmar el diagnóstico. Una vez establecido, resulta esencial brindar a la familia educación
sobre el curso crónico del síndrome y las medidas de soporte necesarias (cuidado cutáneo
intensivo, nutrición especializada, terapia anti-infecciosa preventiva). Aunque actualmente no
existe cura para el SN y el tratamiento se limita a medidas sintomáticas, un diagnóstico oportuno
permite optimizar dichas medidas desde etapas tempranas, mejorando la supervivencia y calidad
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de vida. Asimismo, abre la puerta a la participación en futuros protocolos terapéuticos
innovadores (como terapias biológicas o genéticas) cuando estén disponibles. En conclusión, el
síndrome de Netherton debe ser considerado en todo niño con eritrodermia congénita y
manifestaciones atópicas severas. Incrementar la concientización y conocimiento sobre este
trastorno entre la comunidad médica es fundamental para reducir las demoras diagnósticas. Un
manejo temprano y multidisciplinario podrá mitigar las complicaciones potencialmente mortales
del SN, proporcionando a estos pacientes la mejor oportunidad de desarrollo y adaptación. La
literatura reciente refuerza estos conceptos y orienta a los clínicos hacia un diagnóstico más
certero y una atención integral de esta compleja genodermatosis pediátrica.

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