
Vol. 12/ Núm. 3 2025 pág. 67
https://doi.org/10.69639/arandu.v12i3.1275
Infecciones posquirúrgicas en Colombia: Perspectiva crítica
desde la medicina interna, la cirugía, la anestesiología y la
epidemiología clínica
Post-surgical Infections in Colombia: A Critical Perspective from Internal Medicine,
Surgery, Anesthesiology, and Clinical Epidemiology
Jenny Carolina Sierra Suancha
Carolina.sierra.suancha@gmail.com
https://orcid.org/0009-0000-9440-8039
Fundación Juan N. Corpas
Bogotá – Colombia
Duván Felipe Velásquez Poveda
duvanfvelasquez@gmail.com
https://orcid.org/0000-0001-7731-9368
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Tunja – Colombia
Angélica María Correa Guerra
acorreag96@gmail.com
https://orcid.org/0009-0003-2433-0442
Universidad del Rosario
Bogotá-Colombia
Anghel Valeria Ceballos Toncel
anghelceballos@hotmail.com
https://orcid.org/0009-0008-6872-7499
Universidad del Sinú
Cartagena – Colombia
José Jaime Álvarez Hoyos
josealvarezh099@gmail.com
https://orcid.org/0009-0005-1574-0700
Universidad del Sinú
Cartagena – Colombia
Juan Ignacio Torres Gómez
juanignaciotorresg@icloud.com
https://orcid.org/0009-0000-4360-7812
Universidad Cooperativa de Colombia Sede Medellín
Medellín – Colombia
Artículo recibido: 18 junio 2025 - Aceptado para publicación: 28 julio 2025
Conflictos de intereses: Ninguno que declarar.
RESUMEN
Las infecciones asociadas a procedimientos médico-quirúrgicos (IAPMQ) siguen siendo eventos
evitables de alto impacto en morbimortalidad hospitalaria. En Colombia, la notificación
obligatoria inició en 2018 y desde entonces los casos reportados aumentaron de 629 a 3 806
en 2022, con una incidencia nacional estimada de 0,45 %. Casi la mitad corresponde a infecciones

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post-cesárea, y los patógenos predominantes son Staphylococcus aureus, Escherichia coli y
Klebsiella pneumoniae. Factores de riesgo clave incluyen cirugías de urgencia, clasificación
ASA ≥ III, profilaxis antibiótica inadecuada y tiempos operatorios prolongados. Las estrategias
basadas en “bundles” perioperatorios profilaxis antimicrobiana oportuna, asepsia rigurosa,
normotermia y control glucémico han demostrado reducir significativamente la incidencia,
aunque la adherencia continúa siendo subóptima en varios centros. La mayoría de infecciones se
diagnostican tras el alta, lo que plantea retos de vigilancia y posible subregistro. Fortalecer el
seguimiento postoperatorio, mejorar la adherencia a protocolos y capacitar al personal resultan
esenciales para disminuir la carga de IAPMQ en el país.
Palabras clave: infección de la herida quirúrgica, infección hospitalaria, epidemiología,
control de infecciones, Colombia
ABSTRACT
Procedure-associated infections (PAIs) remain largely preventable events that substantially
increase postoperative morbidity and mortality. Colombia implemented nationwide compulsory
surveillance in 2018; reported PAIs rose from 629 to 3 806 cases in 2022, yielding a national
incidence of 0.45 %. Roughly 50 % are post-caesarean infections, and Staphylococcus aureus,
Escherichia coli and Klebsiella pneumoniae are the leading pathogens. Major risk factors include
emergency surgery, high ASA physical status (≥ III), inadequate antibiotic prophylaxis and
prolonged operative time. Evidence-based peri-operative bundles timely antimicrobial
prophylaxis, strict asepsis, normothermia and glycaemic control consistently reduce infection
rates, yet compliance remains sub-optimal in many facilities. Most PAIs are detected after hospital
discharge, underscoring surveillance gaps and likely under-reporting. Comprehensive strategies
focusing on bundle adherence, postoperative follow-up and continuous staff education are
urgently required to curb the burden of PAIs at institutional and national levels.
Keywords: surgical wound infection, cross infection, epidemiology, infection control,
Colombia
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INTRODUCCIÓN
Las infecciones asociadas a procedimientos médico-quirúrgicos (IAPMQ), que incluyen
principalmente las infecciones de sitio operatorio y otras complicaciones como endometritis
puerperal o mediastinitis, representan un problema de alto interés en epidemiología hospitalaria
y salud pública. Son consideradas eventos evitables mediante intervenciones adecuadas de control
de infecciones, pero, de no controlarse, conllevan consecuencias adversas: aumento de la
morbimortalidad postoperatoria, necesidad de reintervenciones quirúrgicas, prolongación de la
estancia hospitalaria y mayores requerimientos de antimicrobianos de amplio espectro (9) . A
nivel global, las IAPMQ se encuentran entre las infecciones asociadas a la atención en salud
(IAAS) más frecuentes, constituyendo la segunda causa de infección nosocomial reportada y la
causa más común de infección en pacientes quirúrgicos (10) . Las tasas de incidencia varían según
el nivel de desarrollo del país y el tipo de procedimiento, desde ~1–2 % en cirugías limpias hasta
> 20 % en cirugías “sucias” o contaminadas (10). En general, en los países de ingresos bajos y
medianos la incidencia de infecciones quirúrgicas tiende a ser mayor que en países de altos
ingresos (9). Por ejemplo, un ensayo multicéntrico reciente (ChEETAh) realizado en hospitales
de siete países de bajos recursos (2020–2022) reportó tasas de infección de sitio quirúrgico entre
16,1 % y 18,9 %, a pesar de implementar medidas preventivas adicionales (10, 13). Los
procedimientos con mayor riesgo a nivel mundial incluyen cirugías de colon, cirugías cardíacas,
cesáreas, colecistectomías, y artroplastias de cadera y rodilla, con un promedio global aproximado
de tres infecciones por cada 100 procedimientos realizados (9). La ocurrencia de una infección
quirúrgica tiene un impacto significativo: se asocia con hospitalizaciones más prolongadas,
mayores costos asistenciales y aumento de la morbilidad y mortalidad del paciente (10). Un
estudio en Europa estimó que las ISQ se encuentran entre los eventos adversos con mayor
repercusión económica y clínica para el sistema de salud (10). Se calcula que alrededor del 2–5 %
de los pacientes sometidos a procedimientos quirúrgicos desarrollarán una infección del sitio
operatorio (8). A pesar de los avances en técnicas de asepsia, antisepsia, esterilización y profilaxis
antimicrobiana, las infecciones quirúrgicas continúan representando un desafío importante en la
medicina moderna debido a su elevada carga de morbilidad y mortalidad, ingresos a UCI,
reingresos hospitalarios y costos asociados (10). En Colombia, las IAPMQ han cobrado
relevancia en los últimos años. Antes de 2017 no existía un sistema unificado de notificación
nacional; el Instituto Nacional de Salud (INS) implementó en 2017 un piloto de vigilancia y, a
partir de 2018, incluyó la notificación obligatoria semanal de casos individuales de IAPMQ en
todo el país (10). Cada infección relacionada con procedimientos médico-quirúrgicos que cumpla
la definición de caso debe ser reportada al SIVIGILA mediante la ficha 352, y las instituciones
reportan mensualmente el número total de procedimientos quirúrgicos (formato 362) para calcular
las tasas de incidencia (10). Este esfuerzo ha generado una base de datos invaluable para entender

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el comportamiento epidemiológico de las IAPMQ e identificar áreas de riesgo. El presente
artículo de revisión crítica sintetiza y analiza la información epidemiológica más reciente sobre
las IAPMQ en Colombia, incluyendo tendencias de incidencia, factores asociados identificados
en estudios locales y globales, y estrategias de prevención y control vigentes, con el fin de apoyar
a clínicos y formuladores de políticas en la mejora de la seguridad del paciente quirúrgico.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se llevó a cabo una revisión de la literatura y de fuentes oficiales siguiendo una
metodología de búsqueda y selección definida previamente, se consultaron bases de datos
bibliográficas internacionales (PubMed, SciELO, ScienceDirect-Elsevier, Embase, Scopus) para
identificar artículos científicos, así como fuentes de literatura gris y documentos técnicos
relevantes (boletines epidemiológicos semanales y anuales del INS, informes del sistema de
vigilancia SIVIGILA, documentos del Ministerio de Salud y la base de conocimiento clínico
UpToDate). Se emplearon palabras clave y términos controlados DeCS/MeSH en español e
inglés, entre ellos: “infecciones asociadas a la atención en salud”, “infección del sitio quirúrgico”
(surgical site infection), “epidemiología”, “Colombia”, “prevención y control de infecciones”. La
búsqueda se restringió principalmente a publicaciones de los últimos 5 años (2018–2023) para
garantizar la actualidad de los datos, aunque se consideraron algunas referencias clásicas o
directrices clave por su relevancia de mayor antiguedad. Se incluyeron estudios observacionales
(p. ej., cohortes, series de casos) que reportaran incidencia de IAPMQ o factores de riesgo en
contextos hospitalarios, revisiones sistemáticas, guías de práctica clínica y análisis de vigilancia
epidemiológica nacional o regional. Se incluyeron tanto estudios publicados en revistas indexadas
como informes técnicos oficiales. Se excluyeron reportes de casos aislados, comunicaciones
breves y estudios realizados en poblaciones muy diferentes al contexto colombiano (salvo que
aportaran datos globales comparativos). Dos revisores evaluaron títulos y resúmenes para
seleccionar artículos pertinentes; luego se obtuvieron textos completos de las fuentes elegibles
para una lectura detallada. De cada fuente seleccionada se extrajeron datos sobre: definición y
clasificación de IAPMQ empleada, periodo y ámbito del estudio, número de casos y denominador
(procedimientos), tasas de incidencia, distribución por tipo de procedimiento, factores de riesgo
identificados (con sus medidas de asociación si aplicaba), medidas de prevención evaluadas y
resultados principales. La información se organizó en tablas y se narró de forma descriptiva y
analítica. Para los datos provenientes de la vigilancia nacional (INS/SIVIGILA), se integraron los
últimos boletines e informes disponibles (principalmente 2021-2023). La síntesis final se
estructuró en secciones temáticas: descripción epidemiológica general, evaluación de estudios
sobre factores asociados, estrategias de prevención y control, seguida de una discusión crítica. Es
importante señalar que, al basarse en datos agregados de vigilancia y estudios observacionales,
esta revisión no realizó un análisis cuantitativo combinado (meta-análisis) sino una integración

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cualitativa de hallazgos. Se procuró contrastar la información de diferentes fuentes para identificar
consistencias o discrepancias. Los resultados y conclusiones presentados fueron validados
mediante consenso entre los autores, buscando ofrecer una visión balanceada y apoyada en la
evidencia disponible.
RESULTADOS
Descripción general de las IAPMQ en Colombia
En Colombia, las IAPMQ se definen operativamente como aquellas infecciones que un
paciente adquiere durante la atención en salud al ser sometido a un procedimiento médico o
quirúrgico, y que se manifiestan dentro de los 30 días posteriores (o hasta 90 días si el paciente
recibió un implante) (10). Incluyen principalmente las infecciones de sitio operatorio (ISO),
clasificadas según la profundidad anatómica en: superficiales (afectan piel y tejido subcutáneo de
la incisión), profundas (afectan fascia y músculo) y de órgano/espacio (comprometen órganos o
cavidades manipulados durante el procedimiento) (10). En esta última categoría entran, por
ejemplo, la endometritis postparto (infección uterina luego de parto vaginal o cesárea), la
mediastinitis tras cirugías cardíacas, o abscesos intraabdominales después de cirugías
abdominales. Estas infecciones se asocian con una mayor morbilidad y mortalidad, prolongación
de la estancia hospitalaria y mayor probabilidad de requerir intervenciones adicionales (nuevas
cirugías, terapia antibiótica prolongada, soporte en UCI) (9,10). En la práctica, el evento de
vigilancia IAPMQ cubre las infecciones relacionadas con cinco tipos de procedimientos
priorizados: cesárea, parto vaginal, herniorrafia, colecistectomía y revascularización miocárdica
(cirugía de bypass coronario), dado que son procedimientos de alta frecuencia y/o importancia
clínica (10). No obstante, las definiciones engloban la mayoría de las infecciones de sitio
quirúrgico en diversos procedimientos, por lo que los hallazgos pueden extrapolarse en gran
medida a la problemática general de las ISQ en el país.
La vigilancia de IAPMQ en Colombia inició formalmente en 2018 con la notificación
obligatoria a SIVIGILA (10). Durante 2018, al ser un año de implementación progresiva, la
captación de datos fue limitada (629 casos reportados). Para 2019, con la adhesión de más
instituciones, se registró un aumento sustancial a 2 786 casos. Desde entonces, el número de casos
ha mantenido una tendencia al alza año a año (Tabla 1). En 2020 se notificaron 2 814 casos a nivel
nacional, cifra similar a 2019 a pesar de la reducción de cirugías electivas por la pandemia de
COVID-19. Este comportamiento puede atribuirse a que, durante la fase más aguda de la
pandemia, se priorizaron procedimientos urgentes (incluyendo partos y cesáreas) manteniendo la
notificación de infecciones principalmente en esos ámbitos, mientras que la notificación desde
cirugías electivas disminuyó transitoriamente. En 2021, con la reactivación progresiva de la
actividad quirúrgica, los casos aumentaron ligeramente a 2 957. Finalmente, en 2022 se observó
el mayor salto reportado hasta ahora, con 3 806 casos de IAPMQ notificados en el país, lo que

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representó un incremento de ~22 % respecto al 2021 (10). Según el INS, la incidencia nacional de
IAPMQ en 2022 fue de 0,45 % aproximadamente 0,45 infecciones por cada 100 procedimientos
priorizados monitoreados comparada con 0,40 % en 2021 (10,11). Esta tasa puede parecer baja,
pero debe interpretarse con cautela dado el posible subregistro, discutido más adelante. Cabe
anotar que las variaciones en la notificación también reflejan, en parte, mejoras en la
sensibilización y búsqueda activa: el aumento significativo de casos entre 2018 y 2019 se debió a
la incorporación de numerosas instituciones a la vigilancia, evidenciando que una mejor vigilancia
detecta más infecciones que antes pasaban inadvertidas (10).
Tabla 1
Casos notificados de infecciones asociadas a procedimientos médico-quirúrgicos (IAPMQ) en
Colombia por año (10)
Año Casos reportados de IAPMQ
2018 629 ¹
2019 2 786
2020 2 814
2021 2 957
2022 3 806
¹ Año de introducción de la vigilancia nacional (implementación inicial); el número relativamente bajo de casos en 2018
refleja la fase piloto de notificación
Desde el punto de vista de distribución por tipo de procedimiento, los datos de vigilancia
muestran claramente que las infecciones post-cesárea constituyen la proporción más grande de
IAPMQ en Colombia. Aproximadamente la mitad de todos los casos notificados corresponden a
infecciones relacionadas con cesáreas (10). En 2022, de los casos reportados, 50,4 % ocurrieron
en pacientes que habían sido sometidas a cesárea (Tabla 2). El segundo tipo de procedimiento con
mayor número de infecciones fue la herniorrafia (cirugía de hernia abdominal), representando
alrededor de 17 % de los casos, seguido de las infecciones post-parto vaginal (~12 %). Las
infecciones posteriores a cirugía de revascularización miocárdica (bypass coronario)
constituyeron cerca del 10 % de los casos, y las asociadas a colecistectomía alrededor de
11 % (10). Esta distribución porcentual ha permanecido relativamente constante en los últimos
años de vigilancia, con ligeras variaciones. Vale la pena destacar que, sumando cesáreas y partos
vaginales, el sector obstétrico aportó en 2022 alrededor del 62 % de todas las IAPMQ en
Colombia. En consecuencia, la mayoría de casos ocurrieron en pacientes de sexo femenino
(~82 % de los casos), dado que solo las mujeres cursan procedimientos obstétricos (10). Esto
sugiere que la prevención de infecciones en obstetricia —en especial las medidas alrededor de la
cesárea— es crítica para reducir la carga global de IAPMQ en el país.

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Tabla 2
Distribución de casos de IAPMQ por tipo de procedimiento en Colombia (datos de
vigilancia 2022) (10)
Procedimiento Casos de IAPMQ % del total
Cesárea 1 418 50,4 %
Herniorrafia 486 17,3 %
Parto vaginal 332 11,8 %
Revascularización miocárdica 275 9,8 %
Colecistectomía 299 10,6 %
Total 2 810 ¹ 100 %
¹ Total acumulado para los cinco grupos priorizados de procedimientos reportados hasta la semana epidemiológica 40
(datos preliminares). El total anual consolidado final (3 806 casos) incluye actualizaciones de notificación tardía
posteriores a ese corte (10).
La notable contribución de las cesáreas a las IAPMQ está en línea con la alta tasa de
cesáreas en la atención obstétrica actual y el riesgo inherente de infección quirúrgica en este
procedimiento —una cirugía abdominal mayor con un sitio incisional en un contexto
potencialmente contaminado por flora vaginal. Las infecciones post-cesárea notificadas incluyen
tanto infecciones de la herida quirúrgica (superficiales o profundas) como endometritis uterinas
postquirúrgicas (10). Por otro lado, la incidencia aparentemente menor en partos vaginales
(0,10 %, Tabla 2) se relaciona con que solo se notifican las infecciones puerperales más severas
(principalmente endometritis posparto); en 2022 se registraron 332 endometritis tras partos
vaginales, equivalente a ~0,1 % de ~332 000 partos estimados ese año, lo cual podría estar
subestimado dado que algunas infecciones leves pueden no ser reportadas (10). Respecto a la
localización anatómica de las infecciones, los datos nacionales evidencian que la mayoría de
IAPMQ corresponden a infecciones de la herida quirúrgica. Sumando todos los procedimientos,
cerca de 58–59 % de las IAPMQ notificadas son infecciones superficiales de la incisión, ~17 %
profundas y aproximadamente 24–25 % de órgano/espacio (10). La distribución varía según el
procedimiento: por ejemplo, en partos vaginales prácticamente el 100 % de las infecciones son
endometritis (órgano/espacio), ya que no hay herida quirúrgica salvo episiotomía. En cesáreas, en
cambio, predominaron las infecciones superficiales (~75 %) mientras ~12 % fueron endometritis
u otras infecciones de órgano/espacio como abscesos pélvicos (10). En herniorrafias, la mayoría
fueron infecciones de herida (superficiales 63 %, profundas ~30 %) y solo ~7 % comprometieron
órgano/espacio; en revascularización miocárdica cerca de la mitad fueron infecciones
superficiales de la herida esternal, pero 26,8 % correspondieron a mediastinitis debido a la
naturaleza del procedimiento (10). En colecistectomías se notificaron tanto infecciones de herida
(~63 % entre superficiales y profundas) como infecciones intraabdominales (37 %
órgano/espacio, típicamente absceso subfrénico o perihepático) (10). Estos datos concuerdan con

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la literatura internacional, que describe complicaciones infecciosas características para cada tipo
de cirugía (5,7). En cuanto a los agentes etiológicos, las IAPMQ en Colombia están causadas
mayoritariamente por flora bacteriana común de piel, tracto gastrointestinal y genitourinario. Los
datos consolidados del INS indican que en 2022 los tres microorganismos aislados con mayor
frecuencia fueron Staphylococcus aureus (34,8 %), Escherichia coli (16,5 %) y
Klebsiella pneumoniae (9,4 %) (10). Otros patógenos reportados incluyen
Pseudomonas aeruginosa, Enterobacter spp., Enterococcus spp. y, en menor proporción,
Streptococcus del grupo A y anaerobios en infecciones abdominales o ginecológicas (10). La
prominencia de S. aureus es esperable —es el patógeno cutáneo más habitual en ISO y su papel
dominante también se observa a nivel internacional (3,5). E. coli y K. pneumoniae son bacilos
gramnegativos entéricos típicamente involucrados en cirugías abdominales y obstétricas,
explicando su frecuencia. No se dispone de un desglose detallado de resistencia antimicrobiana
en los informes revisados, pero la presencia de patógenos oportunistas resalta la importancia de
la prevención de transmisión nosocomial y del uso racional de antibióticos para frenar la aparición
de cepas multirresistentes (12).
Evaluación crítica de estudios recientes sobre incidencia y factores asociados
Incidencia en Colombia vs. otros contextos
Las tasas de IAPMQ reportadas en Colombia (≈ 0,4–0,5 % de los procedimientos
monitoreados en 2021–2022) podrían considerarse bajas frente a informes de otros países; sin
embargo, las diferencias en definiciones y métodos de vigilancia son determinantes (10). En
México, el sistema nacional de IAAS registró en 2022 una tasa de ISO de ~0,83 por
100 procedimientos, casi el doble de la colombiana; en Ecuador la tasa post-colecistectomía subió
de 0,29 a 0,45 por 100 cirugías entre 2021 y 2022 (14). En Estados Unidos, los CDC han
informado históricamente tasas entre 1–2 % en cirugías limpias, y Europa promedia 1,2 % de ISO
globalmente (14). Las cifras más bajas de Colombia podrían reflejar subnotificación sobre todo
de infecciones que aparecen tras el alta o la restricción del denominador a cinco procedimientos
priorizados (10). Cuando se analizan incidencias específicas se evidencian contrastes: la
revascularización miocárdica presentó ~0,83 % en 2022, la más alta del grupo; la cesárea osciló
entre 0,5–0,9 % (con picos >1 % en algunos meses); mientras que herniorrafias y colecistectomías
mostraron 0,06–0,3 % (10). Estas variaciones intrapaís concuerdan con el riesgo infeccioso
inherente a cada cirugía.
Factores de riesgo clínico-epidemiológicos
Los hallazgos colombianos coinciden con la literatura mundial. Pacientes con estado físico
ASA ≥ III presentaron mayor proporción de IAPMQ, especialmente en cirugías complejas como
revascularización miocárdica (10). Cada incremento en la clasificación ASA puede duplicar el
riesgo de ISO frente a ASA I (1,3). Las cirugías de urgencia se asociaron a más infecciones que
las electivas, por menor oportunidad de preparación y mayor contaminación del campo (10). La

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categoría de herida contaminada o sucia eleva marcadamente el riesgo, lo que explica incidencias
mayores en colecistectomías o cirugías de colon respecto a herniorrafias limpias (5). Entre los
factores ligados al proceso asistencial, la correcta profilaxis antibiótica es crucial: su
incumplimiento ya sea por omisión o administración tardía incrementa significativamente la
probabilidad de infección (2,7). En Colombia, solo 74,9 % de los pacientes que desarrollaron
IAPMQ en 2022 tenían profilaxis documentada; es decir, uno de cada cuatro casos careció de
profilaxis adecuada, un factor modificable prioritario (10). La duración prolongada de la cirugía
también eleva el riesgo: cada hora adicional aumenta exponencialmente la probabilidad de
SSI (4). De ahí que procedimientos como la revascularización miocárdica registren mayores tasas
que cirugías breves. Las comorbilidades del paciente diabetes mal controlada, inmunosupresión,
obesidad incrementan la susceptibilidad a infección del sitio operatorio (7). En gestantes obesas
sometidas a cesárea, la endometritis y la infección de herida son más frecuentes (5). Estudios
locales, como un análisis de apendicectomías en la costa norte, identificaron ASA ≥ III, peritonitis
y tiempos operatorios > 60 min como factores asociados a ISO (1). A nivel internacional, trabajos
recientes plantean la influencia de la microbiota del paciente y su respuesta inmune en la génesis
de ISQ, abriendo la puerta a estrategias preventivas personalizadas (6).
Reconocimiento de infecciones y subregistro
Un desafío clave es el momento de detección: estancias hospitalarias cada vez más cortas
implican que muchas infecciones se manifiesten tras el alta. En 2022, 55,5 % de las IAPMQ se
identificaron cuando el paciente reingresó a la institución original y 8,2 % al consultar otra
entidad; solo 22 % se detectaron durante la hospitalización inicial (10). Esto complica la
vigilancia, porque los casos que no regresan al mismo hospital pueden quedar sin notificar.
Además, 79,4 % de los diagnósticos fueron clínicos y solo 20,6 % contaron con confirmación
microbiológica (10), lo que introduce variabilidad. Por tanto, la carga real de IAPMQ
probablemente sea mayor, subrayando la necesidad de fortalecer el seguimiento post-alta —p. ej.,
llamadas de control o consultas tempranas— y de promover la toma de cultivos para mejorar la
precisión diagnóstica.
Análisis de estrategias de prevención y control
Dada la magnitud del problema, la prevención de las IAPMQ es prioritaria.
Afortunadamente, múltiples estudios han demostrado que una proporción importante de
infecciones quirúrgicas pueden prevenirse mediante la adopción estricta de medidas basadas en
la evidencia (5,7). Estas medidas preventivas se agrupan a menudo en “bundles” o paquetes de
seguridad quirúrgica, que abarcan intervenciones durante todo el período perioperatorio.
Profilaxis antimicrobiana preoperatoria
Es quizá la intervención con mayor impacto comprobado. Consiste en administrar un
antibiótico activo contra la flora esperada en dosis única (la mayoría de los casos) antes de la
cirugía, de modo que alcance niveles adecuados en tejidos al momento de la incisión. Las

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recomendaciones indican iniciar la infusión entre 30 y 60 min (90 min si se usa vancomicina o
fluoroquinolona) antes de la incisión (5,7). La elección del fármaco depende del procedimiento:
cefazolina en cirugía limpia de piel; adición de cobertura anaerobia en colorrectales, etc. La dosis
debe ajustarse al peso y repetirse si la cirugía se prolonga más de dos vidas medias del antibiótico
o si hay pérdida sanguínea > 1 500 ml (7). Cuando la profilaxis se omite o se administra
tardíamente, el riesgo de IAPMQ aumenta, como demostraron series locales de
apendicectomía (2). En Colombia, la adherencia aún es subóptima (25 % sin profilaxis adecuada
en 2022) (10), por lo que implementar recordatorios en sala, asegurar disponibilidad de antibiótico
y auditar el cumplimiento son acciones prioritarias.
Preparación prequirúrgica del paciente
Incluye evitar la eliminación del vello salvo necesidad (y, de serlo, usando cortadoras
eléctricas inmediatamente antes de la cirugía), pues el rasurado previo aumenta microlesiones que
favorecen la colonización (5). También la higiene del paciente: ducharse el día de la cirugía con
jabón común o antiséptico y, en quirófano, antisepsia cutánea amplia con soluciones alcohólicas
de clorhexidina 2 % o povidona iodada alcohólica (5). En cirugía colorrectal se recomienda
preparación intestinal mecánica más antibióticos orales; la evidencia es variable, pero varias guías
la avalan (5). Optimizar comorbilidades (control glucémico, tratamiento de infecciones remotas)
minimiza fuentes endógenas de contaminación.
Medidas intraoperatorias (asepsia y técnica quirúrgica)
Incluyen lavado de manos quirúrgico, indumentaria estéril y preservación del campo
estéril, así como técnica cuidadosa que minimice trauma, necrosis y cuerpos extraños (7). La
irrigación de la herida con suero antes del cierre ayuda a retirar detritus. Intervenciones como el
cambio de guantes e instrumental antes del cierre (evaluadas en el ensayo ChEETAh) redujeron
SSI en cirugías abdominales (13). Mantener normotermia (≥ 36 °C) mediante fluidos tibios o
mantas de calentamiento y controlar glucemia intra y postoperatoria (110-180 mg/dl) disminuyen
la infección (5). Limitar transfusiones alogénicas y evitar sobrecarga hídrica también son
recomendados pues se han vinculado a mayor riesgo de infección y retraso en cicatrización (7).
En heridas contaminadas, el lavado profuso de la cavidad quirúrgica reduce la carga bacteriana.
En pacientes muy obesos o con alto riesgo, la terapia de presión negativa profiláctica en la incisión
puede disminuir ISO en contextos seleccionados, aunque la evidencia aún es limitada (5).
Cuidados postoperatorios
Incluyen curaciones estériles en las primeras 48-72 h y educación al paciente sobre
cuidados básicos de la herida. Retirar drenajes tan pronto como sea clínicamente posible evita
puertas de entrada. La vigilancia temprana de signos de infección posibilita tratamiento oportuno.
La educación al alta —reconocer enrojecimiento, supuración, fiebre— y el seguimiento telefónico
o consulta temprana (a la semana) han mejorado la detección de infecciones post-alta (9,10). A

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nivel institucional, la vigilancia activa de tasas de ISO por cirujano y servicio, con
retroalimentación periódica, motiva adherencia a las medidas preventivas (10).
Políticas y programas nacionales
El Ministerio de Salud ha emitido guías de seguridad del paciente que incluyen la
prevención de infecciones en cirugía (12). El INS coordina la Red de Vigilancia en IAAS y
publica informes que permiten comparar indicadores departamentales (10,11). Programas como
“Manos Limpias, Pacientes Seguros” promueven la higiene de manos; campañas sobre uso
racional de antibióticos pretenden frenar la resistencia que complica el tratamiento de
IAPMQ (12). La pandemia de COVID-19 evidenció que descuidar los programas de control se
asocia a aumentos de infecciones hospitalarias (14). Por tanto, mantenerlos activos incluso en
crisis sanitarias es esencial.
En síntesis, las herramientas para prevenir y controlar IAPMQ son bien conocidas y
efectivas; la clave es su aplicación sostenida mediante compromiso administrativo, del equipo
quirúrgico y del propio paciente. La literatura nacional e internacional demuestra que la
implantación rigurosa de bundles perioperatorios puede reducir las SSI hasta 30-50 % (5,7,13).
Fortalecer estas prácticas debe ser una estrategia prioritaria en todos los niveles de atención en
salud de Colombia.
DISCUSIÓN
Los resultados de esta revisión ponen de manifiesto varios puntos clave sobre la dinámica
de las IAPMQ en Colombia. En primer lugar, se observa una tendencia ascendente en la
notificación de casos en los años recientes (10, 11). Esto no necesariamente indica que las
infecciones estén aumentando en términos absolutos por encima de lo esperable; más bien, puede
reflejar el éxito de la implementación de la vigilancia epidemiológica, que ha permitido detectar
y registrar más eventos que antes pasaban inadvertidos. En 2018, año de introducción del sistema,
la notificación fue muy baja (629 casos) en comparación con años posteriores, lo cual se atribuye
a un subregistro inicial y al hecho de que muchas instituciones aún no reportaban
sistemáticamente (10). Para 2019 y 2020, la notificación se estabilizó en alrededor de 2 800 casos
anuales, pese a las interrupciones causadas por la pandemia. Ya en 2021-2022 se evidencia un
salto importante (hasta ~3 800 casos en 2022), que en parte coincide con la normalización de la
actividad quirúrgica tras la pandemia y con una vigilancia más activa (10, 11). Es importante
destacar que durante la pandemia de COVID-19 hubo cambios drásticos en los servicios de salud:
se pospusieron cirugías electivas y se reasignaron recursos, lo que pudo haber afectado tanto la
ocurrencia real de infecciones (menos cirugías implican menos infecciones, pero también
condiciones subóptimas podrían haber aumentado la proporción de infecciones en cirugías
urgentes realizadas) como la capacidad de seguimiento de las mismas. Estudios en otros países
han reportado un incremento en las tasas de infecciones nosocomiales (incluyendo las

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quirúrgicas) durante 2020-2021, atribuido a la saturación hospitalaria y a posibles brechas en la
adherencia a protocolos en el contexto de la crisis sanitaria (14). En Colombia no se han publicado
análisis específicos de ese fenómeno, pero no sería sorprendente cierta subnotificación en 2020 y
un “rebote” de casos en 2021-2022 al restablecerse la vigilancia plena. Independientemente de las
variaciones, la tasa de incidencia nacional (~0,5 %) podría considerarse relativamente baja. Sin
embargo, esto debe interpretarse con prudencia: como se discutió, existen indicadores de
subregistro y limitaciones que sugieren que la incidencia real podría ser mayor (10). Una de esas
señales es la discrepancia entre la proporción de casos por procedimiento y las tasas conocidas en
la literatura. Por ejemplo, las cesáreas representaron 50 % de los casos, y con ~1 418 infecciones
reportadas en 2022, la tasa calculada fue ~0,5 %. Estudios internacionales suelen reportar tasas de
infección post-cesárea de 3-15 % dependiendo de factores de riesgo (siendo ~5 % una cifra citada
con profilaxis adecuada) (5, 7). Que Colombia reporte ~0,5 % sugiere fuertemente
subnotificación de casos leves o manejo ambulatorio de endometritis sin registro, etc. De igual
forma, la incidencia en partos vaginales (0,1 %) parece baja considerando que la endometritis
puerperal ocurre en 1-3 % de partos con factores de riesgo (por ejemplo, parto prolongado o
corioamnionitis) (5). Es posible que muchas infecciones puerperales leves no estén llegando al
sistema de vigilancia, quizá por manejo extra-hospitalario. Este subregistro relativo no es
exclusivo de Colombia; es un desafío global el captar las infecciones que se presentan después
del alta. Una implicación importante es que las instituciones deben establecer estrategias de
seguimiento postquirúrgico —por ejemplo, llamadas a puérperas a los 7-10 días posparto para
detectar signos de infección y registrarlos— lo cual mejoraría la calidad de los datos y, más
importante, la atención a esas pacientes (10, 12).
Otro aspecto que discutir es la concentración de infecciones en ciertos procedimientos
(obstétricos y abdominales). Esto era esperable y coincide con la evidencia. Las cesáreas, en
particular, combinan varios factores de riesgo: son cirugías limpias-contaminadas (por la apertura
uterina en un campo no estéril), se realizan muchas veces de urgencia o con trabajo de parto en
curso (mayor riesgo de colonización ascendente) y a menudo en pacientes con comorbilidades
como obesidad o diabetes gestacional (5, 7). Por ello, es crucial enfocar esfuerzos de prevención
en obstetricia: garantizar profilaxis antibiótica en todas las cesáreas (y repetir la dosis si hay labor
de parto prolongada antes de la cirugía), adherir a técnicas estériles estrictas e incluso considerar
intervenciones adicionales en pacientes muy obesas —como apósitos de presión negativa
profilácticos— que algunos centros han implementado (5). Reducir las infecciones post-cesárea
tendría un impacto desproporcionadamente grande en la cifra total de IAPMQ, dado que aportan
la mitad de los casos. En cuanto a los factores asociados identificados, no hubo grandes sorpresas:
clasificación ASA elevada, cirugía de emergencia, duración quirúrgica prolongada y profilaxis
inadecuada son determinantes conocidos (1, 2, 4, 10). Esto reafirma que las poblaciones
colombianas no difieren sustancialmente de otros entornos; por ende, las soluciones también

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pueden ser similares. Si se reconoce que ASA alto y emergencias conllevan más infecciones, se
pueden implementar medidas adicionales en esos casos: por ejemplo, en un paciente ASA IV que
va a cirugía de colon de urgencia, extremar la profilaxis (antibióticos adicionales, lavado
intraoperatorio abundante), cuidados posoperatorios intensivos, etc. El hecho de que solo 20 %
de los casos tuvieran confirmación por cultivo indica una oportunidad de mejora diagnóstica:
realizar cultivos de herida siempre que sea posible no solo guía el tratamiento, sino que
proporciona datos sobre patrones de resistencia (10). Podría argumentarse que ampliar la
confirmación microbiológica descartaría algunos “falsos positivos” clínicos, pero, dada la baja
incidencia reportada, es más probable que exista subdetección que sobredetección. Un hallazgo
preocupante fue la brecha en la profilaxis antibiótica: 25 % de los pacientes que desarrollaron
IAPMQ no habían recibido profilaxis (o no quedó registrada) (10). La profilaxis es una
intervención sencilla, de bajo costo y alto beneficio. Fortalecer la cultura de “antibiótico correcto,
dosis correcta, momento correcto” debe ser un pilar de los programas de calidad y seguridad del
paciente. La inclusión de la profilaxis en la lista de verificación de cirugía segura de la OMS ha
mostrado reducir complicaciones, incluidas infecciones (5, 12). En la esfera de la vigilancia y el
control, Colombia ha dado pasos importantes con la creación de un sistema específico de
notificación. No obstante, la comparación entre regiones muestra heterogeneidad. Algunos
departamentos reportan tasas cercanas a cero en ciertos procedimientos, dato poco realista que
sugiere subnotificación (10). Esto dificulta evaluar el verdadero impacto de las intervenciones
nacionales. Sería útil robustecer la capacitación y el soporte a las Unidades Primarias Generadoras
de Datos en zonas con menor notificación y publicar tasas ajustadas por riesgo; un gran hospital
de alta complejidad con pacientes más graves naturalmente tendrá más infecciones que una
clínica ambulatoria pequeña. Finalmente, en términos de política sanitaria, esta revisión resalta la
necesidad de mantener las IAPMQ como tema prioritario en la agenda de seguridad del paciente.
Se requiere desde asegurar el suministro de insumos esenciales (antisépticos, antibióticos de
profilaxis, equipamiento de esterilización) hasta promover formación especializada en control de
infecciones en cada hospital (12). Programas multimodales que combinan educación, vigilancia,
retroalimentación e infraestructura han logrado reducir las ISO hasta en 50 % en algunos
escenarios internacionales (5, 7, 13). Colombia se encuentra en posición de aprovechar sus datos
emergentes para guiar intervenciones focalizadas y evaluar su impacto en los próximos años.
CONCLUSIONES
Las infecciones asociadas a procedimientos médico-quirúrgicos continúan representando
un desafío significativo para la salud pública y la seguridad del paciente en Colombia. La
vigilancia epidemiológica ampliada ha revelado una carga importante de IAPMQ, concentrada en
procedimientos obstétricos (cesáreas, partos) y cirugías de mayor complejidad (10, 11). Aunque
la incidencia reportada (~0,5 %) es baja respecto a cifras internacionales, probablemente esté

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subestimada por limitaciones en la detección y notificación —en especial de infecciones que se
manifiestan tras el alta hospitalaria (10). Clínicamente, las IAPMQ incrementan la
morbimortalidad postoperatoria, prolongan las hospitalizaciones y generan costos asistenciales
considerables (3). Sin embargo, la mayoría de estos eventos son prevenibles mediante la
aplicación rigurosa de medidas de eficacia probada. Factores de riesgo establecidos —profilaxis
antibiótica inadecuada, cirugías prolongadas, comorbilidades sin optimizar y deficiencias en la
técnica aséptica— deben abordarse sistemáticamente en todos los niveles de
atención (1, 2, 4, 5, 7).
Recomendaciones derivadas de la revisión
1. Fortalecer la adherencia a los bundles perioperatorios: (profilaxis antimicrobiana,
antisepsia cutánea, normotermia, control glucémico) en todas las instituciones quirúrgicas;
las brechas detectadas (25 % sin profilaxis adecuada) exigen intervención educativa y
gerencial inmediata (10, 12).
2. Mejorar la vigilancia post-alta: mediante seguimientos proactivos (llamadas,
teleconsulta, visitas tempranas) para capturar infecciones ambulatorias y tratarlas
oportunamente, además de generar datos más precisos (10).
3. Capacitación continua del personal: en control de infecciones, involucrando a todo el
equipo quirúrgico y de apoyo (cirujanos, anestesiólogos, enfermería, esterilización,
limpieza) (12).
4. Uso de la información epidemiológica para retroalimentación interna, comparando
tasas por servicio y cirujano con estándares nacionales e internacionales para identificar
áreas problema y motivar mejoras (10, 11).
5. Apoyo institucional y gubernamental, garantizando recursos (autoclaves, antisépticos,
antibióticos) y supervisión del cumplimiento de los programas de IAAS; integrar
indicadores de IAPMQ en los sistemas de acreditación y de pago por desempeño (12).
6. Fomentar investigación local sobre costo-efectividad de intervenciones preventivas y
ensayos de nuevas estrategias (p. ej., apósitos de presión negativa profilácticos,
optimización de microbiota cutánea), para generar evidencia contextualizada.
En conclusión, la dinámica epidemiológica reciente de las IAPMQ en Colombia muestra
tanto avances mejor conocimiento de la situación, consolidación de la vigilancia como retos
persistentes incidencia no despreciable, subregistro, brechas en adherencia preventiva. Un
abordaje integral y proactivo, combinando prácticas preventivas estandarizadas, seguimiento
estrecho del paciente y análisis continuo de la información, permitirá disminuir significativamente
la carga de estas infecciones, mejorando la calidad de la atención y los desenlaces de los pacientes
quirúrgicos en el país.

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