Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 3713
https://doi.org/
10.69639/arandu.v12i2.1183
Inteligencia emocional y asertividad en el personal de salud

Emotional
intelligence and assertiveness in healthcare personnel
Odalis Mayline Calero Miranda

ocalero0990
@uta.edu.ec
https://orcid.org/0009-0000-2014-259X

Universidad Técnica de Ambato

Ambato-Ecuador

Isaac Israel Paredes Nuñez

ii.paredes@uta.edu.ec

https://orcid.org/0000-0003-4067-546X

Universidad Técnica de Ambato

Ambato-Ecuador

Artículo recibido: 18 mayo 2025 - Aceptado para publicación: 28 junio 2025

Conflictos de intereses: Ninguno que declarar.

RESUMEN

El presente estudio determina la relación entre la inteligencia emocional (IE) y asertividad en el
personal de salud. La inteligencia emocional se entiende como la capacidad para percibir,
comprender y regular las emociones, desempeñando un papel relevante en el entorno sanitario.
Por su parte, la asertividad se refiere a la habilidad de expresarse con firmeza y respeto, sin
recurrir a la agresión, favoreciendo una comunicación clara y equilibrada en el contexto laboral.
Se empleó un enfoque cuantitativo, con un diseño no experimental, de tipo transversal y
descriptivo-correlacional. La muestra estuvo conformada por 94 profesionales del Centro de
Salud “La Maná” tipo C. La recolección de datos se realizó mediante el TMMS-24, para evaluar
inteligencia emocional y el Test de Rathus para medir asertividad. Los resultados demostraron
que la mayoría del personal de salud presentó niveles adecuados en las tres dimensiones de la
inteligencia emocional, mientras que, en asertividad predominó el nivel de inasertividad.
Además, se identificó una correlación positiva baja entre inteligencia emocional y asertividad,
lo que indica una tendencia a presentar mejor gestión emocional y comunicación asertiva.

Palabras clave: inteligencia emocional, comunicación interpersonal, personal de salud

ABSTRACT

The
present study determines the relationship between emotional intelligence (EI) and
assertiveness
in healthcare personnel. Emotional intelligence is understood as the ability to
perceive,
understand and regulate emotions, playing a relevant role in the healthcare
environment.
Assertiveness refers to the ability to express oneself firmly and respectfully,
without
resorting to aggression, favoring clear and balanced communication in the work
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 3714
context.
A quantitative approach was used, with a non-experimental, cross-sectional,
descriptive
-correlational design. The sample consisted of 94 professionals from the “La Maná”
type
C Health Center. Data collection was carried out using the TMMS-24 to evaluate
emotional
intelligence and the Rathus Test to measure assertiveness. The results showed that
most
of the health personnel presented adequate levels in the three dimensions of emotional
intelligence,
while in assertiveness the level of inassertiveness predominated. In addition, a low
positive
correlation was identified between emotional intelligence and assertiveness, indicating
a
tendency to present better emotional management and assertive communication.
Keywords:
emotional intelligence, interpersonal communication, health care worker
Todo el contenido de la Revista Científica Internacional Arandu UTIC publicado en este sitio está disponible bajo
licencia Creative Commons Atribution 4.0 International.
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INTRODUCCIÓN

El personal de salud enfrenta diariamente altas demandas emocionales y un ritmo de
trabajo acelerado. La acumulación de tensiones propias del entorno clínico puede dificultar la
regulación emocional, lo cual no solo afecta el bienestar psicológico del personal, sino,
compromete su capacidad para comunicarse y responder eficazmente en situaciones críticas.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud [OMS], las exigencias intrínsecas
del entorno sanitario, las características individuales del trabajador y una deficiente
organización del trabajo, determinan el riesgo de una atención médica inadecuada (OMS, 2018).
De manera similar, el Instituto Nacional de Salud Pública de México [INSP] señala que, cuando
los trabajadores de salud se enfrentan a situaciones de alta complejidad, como cuadros clínicos
graves o incluso la muerte de un paciente, su capacidad para responder emocional y
verbalmente puede verse desbordada (INSP, 2023).

En la actualidad se reconoce que la inteligencia emocional enfrenta problemáticas
asociadas al estrés por la alta demanda emocional y la formación académica del profesional de
salud. Altos niveles de estrés pueden limitar la autorregulación emocional, mientras que una
formación insuficiente en habilidades emocionales dificulta su desarrollo en contextos laborales
estrictos (Velásquez et al., 2024).

Martínez y González (2022), evidencian que las dificultades de gestión emocional del
personal de salud en América Latina están asociadas principalmente al estrés laboral y a la
sobrecarga de trabajo, afectando entre el 30 % y el 60 % de la población evaluada. De manera
similar, Castillo et al. (2022), concluye que el 67.92 % de los profesionales de salud presentan
un nivel reducido de IE, asociado a la falta de control y entendimiento emocional, efecto del
incremento de estrés. Esta realidad, compleja y emocionalmente exigente, demanda una
preparación integral que incluya no solo competencias técnicas, sino también el dominio de las
propias emociones (Marcos et al., 2021).

Sin embargo, Chamorro (2023), en su trabajo investigativo concluye que la formación
sanitaria continúa enfocándose principalmente en el desarrollo de competencias clínicas,
relegando el fortalecimiento emocional a segundo plano. Como resultado, la carencia de
inteligencia emocional genera tensiones internas que afectan tanto el autocuidado como la
calidad del cuidado brindado al paciente, debido a la falta de recursos para manejar emociones
intensas.

Esta problemática sugiere que, frente a la presencia de factores estresores y la carencia
de habilidades emocionales, el desarrollo de la inteligencia emocional se vuelve indispensable
para afrontar adecuadamente el entorno clínico (Williams, 2021). Así mismo, Cabrera y
Bardales (2023), evidencian la necesidad urgente de promover el fortalecimiento de dichas
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 3716
habilidades en los profesionales de salud, como una estrategia preventiva y de apoyo ante la alta
carga emocional y el estrés laboral característicos de su contexto.

Desde esta perspectiva, nace la emergencia de abordar la inteligencia emocional (IE)
como la capacidad para percibir, comprender y regular las emociones (Salovey y Mayer, 1990).
Esta visión se concreta a través del modelo Trait Meta-Mood Scale (TMMS), el cual permite
evaluar cómo las personas reconocen, interpretan y manejan sus estados emocionales. A partir
de esta base teórica, Fernández-Berrocal y Ramos Díaz (2002), proponen una definición más
específica de la IE, dividiéndola en tres dimensiones: percepción emocional, que se refiere a la
habilidad de identificar emociones de forma adecuada; comprensión emocional, entendida como
la capacidad para interpretar correctamente los estados afectivos; y regulación emocional,
centrada en el manejo adecuado de las propias emociones. De forma equivalente, Goleman
(1995), define la IE como una meta-habilidad que se construye desde factores como la
autoconciencia, autorregulación, motivación, empatía y habilidades sociales, mismas que
influyen en el equilibrio personal y en el éxito en las relaciones interpersonales. De acuerdo con
Shapiro (1997), el desarrollo de esta habilidad resulta fundamental, ya que, está estrechamente
vinculada con la empatía y el respeto, aspectos esenciales para un desempeño profesional
efectivo en el ámbito de la salud.

Martínez (2023), en su trabajo exploratorio con estudiantes de posgrado en cirugía
médica, evidencia una correlación positiva entre altos niveles de IE y el bienestar psicológico (r
= 0,74, p < 0,001). Lo que posiciona a la IE como un fuerte predictor de plenitud en
profesionales de la salud. Paralelamente, los participantes con bajos niveles de inteligencia
emocional presentan menor satisfacción personal, asociada con altos niveles de estrés y
agotamiento emocional.

Ramírez (2023), en su estudio con profesionales de enfermería, resalta la importancia de
la inteligencia emocional, puesto que, el 57.5 % de los participantes demostraron un buen
control emocional y una notable capacidad para reconocer tanto sus propias emociones como las
de los demás, lo cual se relaciona directamente con satisfacción laboral.

En contraste, Naranjo (2023), mediante el TMMS-24, halló que el 52 % de las mujeres
alcanza un nivel medio en percepción y comprensión emocional, y el 66 % destaca en
regulación. En contraste, el 33 % de los hombres se sitúa en niveles bajos de percepción y el
50 % alcanza un nivel medio en las demás dimensiones. Cabe mencionar, la población evaluada
de este artículo está expuesta a estrés constante.

En relación a la asertividad, Ruiz y Muñoz (2024), en un análisis investigativo dirigido
al personal de salud en áreas de urgencias, demuestra que el 90% de los profesionales presentan
un nivel medio de asertividad, lo que destaca que, cuando las demandas emocionales del
entorno clínico son elevadas, la capacidad del equipo de atención médica para expresarse de
manera asertiva disminuye.
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 3717
Considerando lo señalado, comprender y fortalecer la asertividad resulta fundamental.
En este contexto, Gonzales (2021), basándose en el modelo de Joseph Wolpe y Arnold Lazarus,
define la asertividad como la capacidad de comunicarse con calma y respeto, sin causar daño
emocional a los demás, lo que resalta la relevancia de esta habilidad. Por su parte, Hartlohner
(2022), relaciona este concepto con el desempeño laboral, destacando que un profesional
asertivo puede expresar sus ideas, emociones y percepciones de manera clara y directa. Según,
Mercado (2023), esto favorece el establecimiento de relaciones respetuosas en el entorno de
trabajo. Mientras que, Bishop (2020), menciona que, el ser asertivo facilita la transmisión de
información delicada, evitando respuestas hostiles o agresivas.

En un estudio sobre satisfacción laboral y asertividad, Quishpe et al. (2023), encuentra
que el 75 % del personal de salud obtuvo un nivel alto de asertividad. Los participantes señalan
que no cuentan con preparación formal en asertividad, sin embargo, los autores concluyen que
cuando el nivel de satisfacción laboral es alto y la vocación por la profesión está presente,
resulta más fácil y natural responder de forma asertiva.

No obstante, en una exploración académica sobre comunicación asertiva en cuidados

paliativos, los investigadores señalan que el 50 % del personal reporta dificultades significativas

al momento de entregar información emotiva a pacientes y familiares. Esto se debe, en gran

medida, a que el personal de salud no ha recibido capacitación formal en habilidades asertivas,

lo que dificulta su capacidad para ofrecer respuestas empáticas y adecuadas en situaciones

delicadas, llevando en su lugar a una comunicación poco sensible y limitada (Guerrero et al.,

2023). Entonces, en el ámbito sanitario, las principales dificultades comunicativas suelen

presentarse por barreras como la falta de tiempo, espacios adecuados y formación específica.

En referencia a las variables de estudio, Candia (2024), argumenta que la falta de
inteligencia emocional puede afectar negativamente en la asertividad. Sus resultados revelan
que el 58.1 % de los participantes se ubican en la categoría de asertividad confrontativa, el 28.6
% en la categoría asertiva, y solo el 4.8 % en la categoría inasertiva, datos que se asocian con
niveles bajos de inteligencia emocional.

Cuando la inteligencia emocional no se aplica adecuadamente, el personal de salud
tiende a utilizar mecanismos como la represión emocional. Esta represión genera una disonancia
emocional, que se manifiesta como un conflicto interno entre lo que realmente se siente y lo que
se expresa, en un intento por cumplir con normas profesionales que exigen cierta distancia
afectiva frente a los pacientes (Williams, 2021). En consecuencia, este conflicto interno no solo
afecta el equilibrio emocional del profesional, sino que también interfiere en su capacidad de
comunicarse de forma directa, empática y respetuosa, es decir, de manera asertiva. Como
resultado, pueden surgir actitudes de frialdad y deshumanización que deterioran la calidad del
trato interpersonal. Las emociones expresadas dejan de ser coherentes con los sentimientos
reales del profesional (Sánchez et al., 2019), lo que limita su habilidad para establecer una
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comunicación asertiva (Alarcón, 2023). Sharabiani (2023), sostiene que cuando el personal de
salud presenta dificultades para reconocer sus propias emociones, también se ve comprometida
su capacidad para transmitir mensajes de manera clara. Esto, a su vez, puede provocar que los
pacientes malinterpreten lo que se comunica, especialmente si el mensaje se emite con un tono
frío o tenso. En este sentido, González et al. (2020) advierten que estas situaciones aumentan la
probabilidad de que los pacientes experimenten emociones negativas como miedo o impotencia,
lo que repercute directamente en su adherencia al tratamiento (Guerrero et al., 2023).

De esta manera, se reconoce ampliamente la importancia de las habilidades emocionales
y comunicativas en el ámbito clínico; comprender con claridad las propias emociones facilita
una comunicación clínica más asertiva. Esto fortalece la relación terapéutica y mejora la
atención que reciben los pacientes, principal beneficio de aplicar inteligencia emocional en
contextos de salud. Por esta razón, el presente estudio tiene como objetivo determinar la
relación entre la inteligencia emocional y la asertividad en el personal de salud, evaluar el nivel
de las dimensiones de la inteligencia emocional, valorar el nivel de asertividad y comparar esta
última según el sexo del personal de salud. Esto conduce a plantearse, ¿a medida que aumenta la
inteligencia emocional, también aumenta la capacidad de comunicarse asertivamente?

MATERIALES Y MÉTODOS

Diseño

El estudio tiene un enfoque cuantitativo, de tipo descriptivo-correlacional, con diseño
no experimental y de corte transversal, dado que se recolectaron datos en un solo momento
mediante instrumentos psicológicos validados, sin manipular variables. Se utilizó un muestreo
no probabilístico por conveniencia, considerando a profesionales de la salud en ejercicio activo
que otorgaron su consentimiento informado y disponían de tiempo para participar en la
evaluación. Se excluyó al personal administrativo sin contacto directo con pacientes, así como a
aquellos profesionales que participaban simultáneamente en otras investigaciones, para evitar
posibles sesgos derivados de la exposición a diferentes instrumentos o contextos. También se
excluyeron los integrantes del equipo de salud que se encontraban en licencia médica o en
periodo de vacaciones durante el tiempo de ejecución del estudio. La muestra final estuvo
conformada por 94 participantes, hombres y mujeres, seleccionados por su disponibilidad y
facilidad de acceso, a partir de una muestra inicial de 100 profesionales.

Instrumentos

Se empleó la Escala Rasgo de Metaconocimientos sobre Estados Emocionales (TMMS-
24) se basa en la Trait Meta-Mood Scale (TMMS) desarrollada por el grupo de investigación de
Salovey y Mayer, y fue adaptada al español por Fernández-Berrocal et al. (2004) con un
coeficiente alfa de Cronbach de 0,95. La TMMS-24 consta de 24 ítems evaluados en una escala
tipo Likert, que va desde 1 "nada de acuerdo" hasta 5 "totalmente de acuerdo". Esta escala se
divide en tres subescalas: percepción emocional (ítems 1-8), comprensión emocional (ítems 9-
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 3719
16) y regulación emocional (ítems 17-24). Cada subescala se interpreta como escasa, adecuada
o excelente, dependiendo del puntaje obtenido según los baremos establecidos para cada género
(González et al., 2020).

Para evaluar asertividad, se usó el Inventario de Asertividad de Rathus creado por

Spencer A. Rathus. Esta prueba ha demostrado una validez adecuada, con un coeficiente de
fiabilidad de r = 0,77. Consta de 30 ítems que se califican mediante una escala tipo Likert que
va desde +3 (muy característico de mí) hasta 3 (muy poco característico), sin opción neutral. El
instrumento ofrece una puntuación total que se obtiene sumando los valores asignados a cada
ítem. Cabe señalar que 17 de los ítems (1, 2, 4, 5, 9, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 19, 23, 24, 26 y
30) deben puntuarse de forma inversa. La puntuación total puede oscilar entre 90 y +90, donde
los valores positivos indican mayor asertividad (Muñoz et al., 1973).

Procedimiento

El proceso investigativo se inició con la aprobación del tema por parte del Comité de
Bioética de la universidad. Posteriormente, se gestionó la carta de compromiso, la cual fue
firmada por el representante de la institución donde se llevaría a cabo el estudio. Una vez
obtenida la aprobación del protocolo por parte del Comité de Ética en Investigación con Seres
Humanos, se procedió a la aplicación de los instrumentos. Se presentó y explicó el
consentimiento informado a los participantes, garantizando su comprensión y aceptación
voluntaria. La recolección de datos se realizó mediante un formulario en Google, que incluyó
una encuesta sociodemográfica y los instrumentos psicológicos pertinentes para evaluar las
variables del estudio. La información recolectada fue organizada y analizada utilizando el
software estadístico Jamovi 2.3.21. Para determinar la normalidad de los datos, se aplicó la
prueba de Shapiro-Wilk; al no encontrarse una distribución normal, se utilizó la prueba de
Spearman para analizar la correlación entre variables. Asimismo, se aplicaron pruebas
descriptivas para evaluar los niveles de las dimensiones de inteligencia emocional y asertividad.
Finalmente, con el objetivo de identificar diferencias significativas según el sexo, se empleó la
prueba U de Mann-Whitney.

RESULTADOS

Se presenta el análisis de los resultados, en base a la aplicación de los instrumentos
TMMS-24 y Test de asertividad de Rathus, según los objetivos formulados.

En la tabla 1 se muestra la correlación entre las dimensiones de inteligencia emocional y
asertividad.
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 3720
Se aplicó la prueba de normalidad de Shapiro-Wilk para verificar si los datos seguían
una distribución normal, dado que, los resultados indicaron ausencia de normalidad, se optó por
utilizar el coeficiente de correlación de Spearman (ρ) con un 95% de confianza. Se evidencia
una correlación positiva y baja entre asertividad y las dimensiones de la inteligencia emocional
respectivamente, (Rho (94) = 0.296 p < 0.05), (Rho (94) = 0. 298 p < 0.05), (Rho (94) = 0.311 p
< 0.05). Estos hallazgos sugieren que, a mayor inteligencia emocional, mayor nivel de
asertividad.

En la tabla 2, 3 y 4 se identifican las dimensiones de inteligencia emocional con sus
respectivos niveles.

Tabla 2

Nivel de percepción emocional

Nivel
Frecuencia % del Total
Adecuada percepción
43 45.7 %
Demasiada percepción
8 8.5 %
Poca percepción
43 45.7 %
En los 94 profesionales evaluados predomina el nivel adecuado (45.7 %) y poca
percepción emocional (45.7 %), y por último, el 8.5 % muestra demasiada percepción
emocional.

Tabla 1

Correlación entre las dimensiones de inteligencia emocional y asertividad

Comprensión Regulación Percepción

emocional emocional emocional

Asertividad
Rho de
Spearman
0.296 0.298 0.311
valor p
0.004 0.004 0.002
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 3721
Tabla 3

Nivel de comprensión emocional

Nivel
Frecuencia % del Total
Adecuada comprensión
50 53.2 %
Excelente comprensión
12 12.8 %
Poca comprensión
32 34.0 %
Los resultados muestran que el 53.2 % del personal de salud tiene un nivel adecuado,
mientras que, el 34.0 % presenta poca comprensión emocional, y el 12.8 % demuestra un nivel
excelente.

Tabla 4

Nivel de regulación emocional

Nivel
Frecuencia % del Total
Adecuada regulación
60 63.8 %
Excelente regulación
16 17.0 %
Poca regulación
18 19.1 %
El 63.8 % del personal evaluado muestra un nivel adecuado, el 19.1 % presenta poca
regulación emocional, y el 17.0 % refleja excelente regulación emocional.

En la tabla 5 se evidencian los niveles de asertividad en el personal de salud.

Tabla 5

Niveles de asertividad

Nivel Asertividad
Frecuencia % del Total
Asertividad confrontativa
25 26.6 %
Asertivo
3 3.2 %
Definitivamente inasertivo
6 6.4 %
Inasertivo
30 31.9 %
Muy asertivo
2 2.1 %
Muy inasertivo
28 29.8 %
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La mayoría de los participantes se ubican en el nivel inasertivo (31.9%), seguido de muy
inasertivo (29.8%), el 26.6 % mostró asertividad confrontativa, el 6,4% correspondió al nivel
definitivamente inasertivo, mientras que, el 3.2 % fue clasificado como asertivo, y finalmente, el
2.1% como muy asertivo.

En la tabla 6 se indica la comparación de las medias de asertividad en el personal de
salud según el sexo.

Tabla 6

Comparación de medias según el sexo

Estadístico
p
Asertividad
U de Mann-Whitney 798 0.871
Debido a que, las variables de asertividad y sexo no cumplen con los criterios de
normalidad, se utilizó la prueba U de Mann-Whitney con el 95% de confianza, se encontró que
no existen diferencias estadísticamente significativas entre las medias de hombres (M= -26.7) y
mujeres (M= -21.7) en asertividad (U= 798, p 0.871).

DISCUSIÓN

En relación con los resultados obtenidos sobre las dimensiones de inteligencia
emocional y asertividad, se evidencian diferencias entre el manejo de estas habilidades
socioemocionales en personal de salud.

En las dimensiones de inteligencia emocional, el 63.8 % del personal evaluado reportó
un nivel adecuado en regulación emocional, lo que significa que estas personas son capaces de
manejar adecuadamente sus emociones en situaciones de presión o tensión, controlando
reacciones impulsivas y actuando de manera más reflexiva. Este resultado guarda relación con
lo encontrado por Ramírez (2023), quien obtuvo un puntaje similar en profesionales de salud; a
pesar de trabajar en entornos emocionalmente demandantes, logran mantener una buena
capacidad de autorregulación. Por otro lado, Castillo et al. (2022), en su estudio con el equipo
sanitario del Hospital San Luis de Otavalo, revela que gran parte de la población evaluada tiene
bajo control emocional. Mientras que, Williams (2021), señala que la falta de regulación

Sexo
N Media
Asertividad
Hombre 23 -26.7
Mujer
71 -21.7
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emocional puede estar causada por agotamiento mental y altos niveles de estrés en el área de
trabajo.

En cuanto a la percepción emocional, se identificó que el 45.7 % del personal mostró
inconvenientes para identificar sus propias emociones y las de los demás, lo que significa que
existe una limitación en el reconocimiento emocional tanto interno como externo, lo cual puede
dificultar la empatía y la comprensión de las necesidades afectivas de los pacientes y
compañeros. Naranjo (2023), también evidencia resultados bajos en esta dimensión. En tal
sentido, este resultado es coherente con lo planteado por Alarcón (2023) y Sharafkhani (2023),
quienes advierten que la falta de reconocimiento emocional dificulta la identificación de las
propias emociones, lo que repercute en la calidad de la comunicación y atención. Por otro lado,
el 45.7 % también se ubicó en un nivel adecuado para percibir emociones, lo que significa que
otra parte del personal de salud posee la capacidad de notar y comprender las señales
emocionales en mismos y en los demás, lo que favorece una interacción empática y una
respuesta más oportuna a las demandas emocionales del entorno clínico. Esto se alinea con
Ramírez (2023), quien demostró que el personal de enfermería en un hospital de Guayaquil
tiene una notable sensibilidad para percibir estados emocionales propios y ajenos.

En el área de comprensión emocional, el 53.2 % presentó un nivel adecuado, lo que
significa que, una cantidad considerable del personal clínico evaluado es capaz de interpretar
correctamente las emociones y entender cómo estas pueden evolucionar, influyendo en las
decisiones y comportamientos. Resultado que coincide con Naranjo (2023), quien reportó que la
mitad de su muestra se ubicó en este mismo nivel. Por el contrario, Castillo et al. (2022), obtuvo
resultados donde más de la mitad de la población evaluada tiene dificultades para entender sus
emociones. Guerrero et al. (2023), señala que la carencia de captación emocional puede
convertirse en un impedimento para facilitar la funcionalidad de la relación entre el profesional
de salud y el paciente.

En cuanto a asertividad, el 31.9 % de la población se colocó en el nivel inasertivo, lo
que sugiere la falta de expresión clara sobre sentimientos e ideas en el contexto clínico
analizado. Este predominio de inasertividad coincide con lo reportado por diversos autores
como Ruiz y Muñoz (2024), Alarcón (2023), Candia (2024) y Guerrero et al. (2023), quienes
también obtuvieron predominio en niveles inasertivos en profesionales de la salud que se
desempeñan en contextos clínicos exigentes emocionalmente. Por otro lado, Quishpe et al.
(2023), obtuvo un nivel alto de asertividad en los trabajadores de salud del Hospital General del
Puyo, lo que significa que su muestra fue capaz de expresar opiniones, necesidades y emociones
de manera directa, clara y respetuosa, sin recurrir a la agresividad ni a la pasividad. Sin
embargo, dicho autor recalca que la asertividad podría estar relacionada con otros factores
presentes en el campo médico, más allá de las habilidades emocionales, lo cual explicaría el
declive de asertividad en este contexto.
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 3724
Por consiguiente, los datos estadísticos obtenidos en este estudio evidencian una
correlación positiva baja entre la inteligencia emocional y la asertividad en el personal evaluado,
lo que sugiere que, a mayor capacidad para identificar, interpretar y manejar las propias
emociones, mayor es la probabilidad de que el personal de salud responda de manera asertiva
ante las demandas del entorno clínico.

Cabe destacar que, el personal de salud enfrenta condiciones laborales exigentes, lo cual

puede afectar tanto la inteligencia emocional como la comunicación asertiva, estudios como los

de Martínez y González (2022), Castillo et al. (2022) y Martínez (2023) lo evidencian. Esto

explica porque Marcos et al. (2021) resalta la necesidad de fortalecer no solo habilidades

técnicas, sino también emocionales. Esto podría explicar la baja correlación encontrada en este

estudio. Además, esta discrepancia en los resultados puede atribuirse, en parte, a la metodología

empleada. Cabe señalar que la muestra fue reducida debido a la limitada disponibilidad de

personal en el lugar donde se llevó a cabo el estudio. Esta situación dificultó la obtención de una

mayor variabilidad y profundidad en los datos recolectados, lo que limitó la solidez de los

análisis estadísticos y la interpretación de las variables.

CONCLUSIONES

Los resultados en este estudio muestran una correlación positiva baja entre inteligencia
emocional y asertividad en el personal de salud. Lo que significa que, aunque ambas habilidades
están relacionadas, una mayor inteligencia emocional no garantiza ser asertivo. A nivel
individual, esto se traduce en profesionales que pueden reconocer y manejar sus emociones,
pero que aún presentan dificultades para expresarlas con claridad y firmeza. A nivel social,
puede generar conflictos interpersonales, malentendidos y un trato menos empático hacia los
pacientes, evidenciando que la inteligencia emocional, por sola, no basta; también se requiere
fortalecimiento específico en habilidades comunicativas.

En cuanto a las dimensiones de la inteligencia emocional, se evidenció que muchos
profesionales de la salud tienen dificultades para identificar y expresar lo que sienten, lo cual
afecta su equilibrio interno y la calidad de sus relaciones interpersonales. Aunque algunos
logran regular sus emociones, esta capacidad resulta limitada ante las altas demandas
emocionales del entorno hospitalario. Por ello, es fundamental fomentar una gestión emocional
consciente, ya que contribuye al bienestar psicológico del personal y repercute positivamente en
la atención brindada a los pacientes.

En referencia a la asertividad, se observó que la mayoría de los evaluados tienden a
emplear formas poco efectivas de expresión, reflejando comportamientos inasertivos. Esto
indica una dificultad para manifestar sus necesidades, opiniones o sentimientos de forma clara y
respetuosa, lo cual puede generar malentendidos, tensiones o insatisfacción en el ámbito laboral
como en la relación con los pacientes. Un pequeño grupo presentó un estilo confrontativo,
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 3725
caracterizado por defender sus ideas. Aunque este estilo puede ser útil en determinadas
situaciones, si no se maneja con cuidado, corre el riesgo de parecer agresivo, afectando la
percepción del mensaje y dañando el vínculo con los demás.

Finalmente, al comparar los resultados según el sexo, no se evidenciaron diferencias
significativas en los niveles de asertividad entre hombres y mujeres. Sin embargo, se observó
que, en general, los niveles de asertividad fueron bajos en ambos grupos. Esto indica que,
independientemente del sexo, los participantes presentan dificultades para expresar con claridad
sus pensamientos, defender sus derechos o manifestar sus emociones de forma firme pero
cordial. Es pertinente recalcar que, este hallazgo no puede ser generalizado a otras poblaciones
sin antes realizar investigaciones que consideren distintos factores personales, sociales y
culturales.
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 3726
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