
Vol. 12/ Núm. 2 2025 pág. 2578
https://doi.org/10.69639/arandu.v12i2.1091
Calidad de vida relacionada con la menstruación y regulación
emocional en estudiantes de educación superior
Menstruation-related quality of life and emotional regulation in higher education
students
Erika Paola Tubón Toapanta
https://orcid.org/0009-0004-8113-0292
erikatubon01@gmail.com
Universidad Técnica de Ambato
Ecuador - Ambato
Andrea Susana Tobar Viera
https://orcid.org/0000-0001-8263-7440
as.tobar@uta.edu.ec
Universidad Técnica de Ambato
Ecuador - Ambato
Artículo recibido: 10 abril 2025 - Aceptado para publicación: 20 mayo 2025
Conflictos de intereses: Ninguno que declarar
RESUMEN
La menstruación, aunque es un proceso biológico natural, puede afectar la calidad de vida (CV)
de quienes la experimentan, debido a síntomas físico y emocionales que intervienen en el
bienestar general. El presente estudio tuvo como objetivo determinar la asociación entre calidad
de vida vinculada a la menstruación y las dimensiones de la regulación emocional en estudiantes
de educación superior. Además, se midió la puntuación promedio del cuestionario de calidad de
vida relacionada con la menstruación (CVM-22), se evaluó el nivel de regulación emocional
según sus dimensiones, y se compararon los puntajes del CVM-22 según la residencia.
Participaron 134 mujeres entre 18 y 26 años, estudiantes de un instituto superior en Ambato,
Ecuador. El diseño fue no experimental, transversal, con enfoque cuantitativo correlacional y
muestro no probabilístico por conveniencia. Se utilizaron el cuestionario CVM-22 y el
Cuestionario de regulación emocional (ERQ) mismo que fue validado en población ecuatoriana.
El análisis se realizó con estadística descriptiva, correlacional (Spearman) y prueba t de Welch.
Los resultados mostraron que la reevaluación cognitiva se asoció con una mejor calidad de vida
menstrual (rho=0.198, p=0.022) y no se hallaron diferencias por residencia. La puntuación media
del CVM-22 fue de 17.5, indicando una CV moderadamente afectada, y se observó un mayor
predominio en el uso de la supresión expresiva. Se concluye que una mayor utilización de la
reevaluación cognitiva se asocia con una mejor percepción de CV menstrual, destacando la
relevancia de la regulación emocional en la vivencia del ciclo menstrual.
Palabras clave: calidad de vida, menstruación, regulación emocional, salud en la mujer,
salud mental

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ABSTRACT
Menstruation, although a natural biological process, can affect the quality of life (QOL) of those
who experience it, due to physical and emotional symptoms that intervene in general well-being.
The present study aimed to determine the association between quality of life related to
menstruation and dimensions of emotional regulation in higher education students. In addition,
the mean score of the menstruation-related quality of life questionnaire (CVM-22) was measured,
the level of emotional regulation was assessed according to its dimensions, and CVM-22 scores
were compared according to residence. A total of 134 women between 18 and 26 years of age,
students of a high school in Ambato, Ecuador, participated. The design was non-experimental,
cross-sectional, with a quantitative correlational approach and non-probabilistic convenience
sampling. The CVM-22 questionnaire and the Emotional Regulation Questionnaire (ERQ), which
was validated in the Ecuadorian population, were used. The analysis was performed with
descriptive and correlational statistics (Spearman) and Welch's t-test. The results showed that
cognitive reappraisal was associated with better menstrual quality of life (rho=0.198, p=0.022)
and no differences were found by residence. The mean CVM-22 score was 17.5, indicating a
moderately impaired QoL, and a greater predominance was observed in the use of expressive
suppression. It is concluded that a greater use of cognitive reappraisal is associated with a better
perception of menstrual QOL, highlighting the relevance of emotional regulation in the
experience of the menstrual cycle.
Keywords: quality of life, menstruation, emotional regulation, women's health, mental
health
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INTRODUCCIÓN
La menstruación es un proceso biológico natural en la mujer, acompañado de alteraciones
emocionales o molestias físicas, como cambios de humor, irritabilidad, dolor pélvico/abdominal,
hinchazón o dolor de pechos, cuya intensidad varía y puede afectar la participación en las
actividades diarias (Martínez San Andrés et al., 2018; Naciones Unidas, 2024). Según la
Organización Mundial de la Salud [OMS] (1998), la calidad de vida integra factores como la
autonomía, el contexto cultural, la interacción con el entorno, la salud física y psicosocial,
mediados por la percepción subjetiva. En relación a la salud menstrual, se incluyen condiciones
socioeconómicas y políticas sobre el acceso a recursos y ejercicio de derechos, mismos que
pueden interferir en la funcionalidad diaria y el estado emocional de la persona menstruante.
El período menstrual impacta mensualmente a más del 50% de la población mundial,
condición que persiste como objeto de estigmatización y desinformación, lo que puede llevar a
una falta de atención a sus efectos sobre la calidad de vida (Oficina del Alto Comisionado para
los Derechos Humanos [ACNUDH], 2024).
La salud menstrual es un tema poco discutido, incluso entre las mujeres. Según el Fondo
de las Naciones Unidas para la Infancia [UNICEF] y OMS (2023), más de 2.000 millones de
mujeres de entre 15 y 49 años menstrúan regularmente durante la mayor parte de su vida. Pese a
esta universalidad, su omisión de las políticas sanitarias globales perpetúa el estigma, la vergüenza
y limita la participación plena en actividades académicas, laborales y sociales.
En casos graves, condiciones como el trastorno disfórico premenstrual (TDPM) afectan al
1.6% de mujeres en edad fértil, mientras que el síndrome del ovario poliquístico (SOPQ) oscila
entre el 6% y el 13%. Además, se estima que hasta el 70% de quienes presentan síntomas
asociados con estas condiciones no están diagnosticadas (OMS, 2023; Reilly et al., 2024).
En 2022, una encuesta global del Programa Conjunto de Monitoreo del Abastecimiento de
Agua, Saneamiento e Higiene (JMP), aplicada a 53 países con una cobertura de entre el 95% en
Asia Central y Meridional y el <1% en Europa y América del Norte, reveló que las adolescentes
y mujeres en zonas rurales enfrentan una menor calidad de vida durante la menstruación debido
al limitado acceso a materiales menstruales, lo que afecta su desempeño durante este período
(UNICEF & OMS, 2023, p. 17).
En 2021, Ecuador registró 5 211. 473 mujeres en edad fértil, a quienes la falta de acceso a
condiciones dignas y equitativas durante el periodo menstrual vulnera sus derechos humanos.
Este problema se agrava en contextos de pobreza extrema, donde el 32% de la población vive con
menos de dos dólares al día. Según la encuesta “Hablemos de Gestión Menstrual” de 2022, el
58% de las mujeres carece de espacios públicos seguros para el manejo de su menstruación y el
31% ha faltado a actividades por dolor o temor a mancharse. Estas cifras reflejan la falta de acceso

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a educación menstrual, perpetuando estigmas y actitudes negativas que afectan la calidad de vida
de las mujeres (Asamblea Nacional del Ecuador, 2021; UNICEF, Ecuador, 2022).
En Ecuador, con la “Ley de Salud e Higiene Menstrual” se buscaba implementar políticas
públicas para garantizar el acceso gratuito a productos de higiene menstrual, con el objetivo de
promover una gestión menstrual digna y combatir la pobreza menstrual; sin embargo, aún sigue
en proceso. Por otro lado, se han desarrollado campañas educativas y de distribución de insumos,
dirigidas especialmente a adolescentes y mujeres en situación de vulnerabilidad (Asamblea
Nacional del Ecuador, 2021; Plan Internacional Ecuador, 2021).
Por otro lado, un estudio reveló que la dismenorrea y el síndrome premenstrual (SPM)
afectan de forma considerable la calidad de vida, siendo el dolor y las variaciones emocionales
los principales factores asociados con esta disminución (Franco-Antonio et al., 2025). Asimismo,
investigaciones previas señalan que las mujeres que experimentan síntomas físicos y emocionales
negativos durante su periodo utilizan en mayor medida la reevaluación sin obtener éxito al regular
sus emociones y aquellas con niveles altos de neuroticismo presentan mayor intensidad emocional
y vulnerabilidad durante la fase menstrual (Wu et al., 2014).
Según Gross (1998), la regulación emocional es un proceso donde los individuos influyen
sobre las emociones que experimentan y en su forma de expresión, empleando mecanismos que
pueden ser automáticos o regulados, conscientes o inconscientes. Este proceso se basa en dos
estrategias principales: la reevaluación cognitiva, que consiste en modificar la interpretación para
regular su impacto emocional, y la supresión expresiva, que implica inhibir el comportamiento
expresivo para modular la respuesta emocional. Estas estrategias permiten mantener el equilibrio
emocional, afrontar los desafíos cotidianos y adaptar las respuestas emocionales a demandas del
entorno (Pérez & Bello, 2016).
Una de cada cuatro mujeres en edad fértil experimenta sangrados uterinos anormales
(Critchley et al., 2020). Y si hablamos de síntomas menstruales, se incluyen calambres o dolores
en la región pélvica y abdominal, sensibilidad en los senos, irritabilidad y cambios de ánimo, cuya
intensidad y duración puede variar (National Institute of Child Health and Human Development
[NICHD], 2020; Schoep et al., 2019). En particular, la dismenorrea se ha vinculado con
depresión, somatización, ansiedad y autopercepción negativa (Kabukçu et al., 2021), mientras
que el SPM afecta la calidad del sueño debido a la disminución hormonal durante la fase lútea
tardía (Nowakowski et al., 2013). Por tanto, estas manifestaciones pueden interferir en la calidad
de vida de las mujeres.
En este contexto, se ha evidenciado que las dificultades en la regulación emocional
aumentan la percepción de síntomas menstruales e interfieren en el manejo de la ansiedad durante
el ciclo menstrual (Manikandan et al., 2016). En particular, las mujeres con SPM emplean menos
la reevaluación cognitiva y más la supresión expresiva en comparación con mujeres sin SPM. De

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este modo, la reevaluación cognitiva se asocia con mayor bienestar, mientras que la supresión
expresiva predice un mayor malestar (Nasiri et al., 2022; Wu et al., 2016).
Asimismo, estudios previos han determinado una asociación entre las dificultades en la
regulación emocional en mujeres con dismenorrea primaria, TPDM (Petersen et al., 2016; Tita
et al., 2018) y con el síndrome premenstrual, condiciones que suelen acompañarse de cambios
emocionales y otros síntomas que afectan la calidad de vida de las mujeres (Franco-Antonio et al.,
2025). En comparación con otro estudio realizado en adolescentes, se determinó un deterioro en
la calidad de vida, siendo la dimensión emocional la más afectada (Torres et al., 2017).
Desde otra perspectiva, las fluctuaciones hormonales a lo largo del ciclo menstrual pueden
modular la respuesta emocional, conductual y ciertas funciones cognitivas. Por ejemplo, durante
la fase lútea, el aumento de progesterona intensifica la reactividad emocional, lo que puede
provocar los síntomas del TDPM; en cambio, la fase folicular, dominada por estrógenos se ha
asociado con una mejora en ciertas funciones cognitivas y una menor reactividad emocional
(Kurpanik et al., 2024; Sundström-Poromaa & Gingnell, 2014). Así mismo, el uso de métodos
anticonceptivos hormonales puede modificar esta experiencia ( Martínez San Andrés et al., 2018).
Precisamente por esta variabilidad fisiológica, se consideró pertinente excluir a las mujeres
con diagnóstico médico de trastornos asociados al ciclo menstrual debido a que suelen presentar
sintomatología física y emocional exacerbada. Del mismo modo, el periodo gestacional y la
lactancia alteran drásticamente los patrones hormonales, la experiencia emocional y suspenden
temporalmente la menstruación (Badraoui & Hefnawi, 1982; Carrillo-Mora et al., 2021), lo que
imposibilitaría evaluar la calidad de vida relacionada con el ciclo menstrual y podrían sesgar los
resultados sobre regulación emocional.
Aunque hay estudios sobre síntomas menstruales, pocos analizan específicamente la
calidad de vida y regulación emocional en poblaciones amplias. En cuanto al tratamiento, presenta
vacíos al abordar de forma integral las distintas alteraciones del ciclo menstrual (Ryterska et al.,
2021). Por lo que, sus hallazgos podrían contribuir en el desarrollo de programas y estrategias de
prevención, promoción y tratamiento.
En consecuencia, el presente estudio tiene como objetivo determinar la calidad de vida
relacionada con la menstruación (CVM) y su relación con las dimensiones de la regulación
emocional, como objetivos específicos se ha propuesto medir la media de puntuación del CVM-
22, valorar el nivel de regulación según las dimensiones y comparar las puntuaciones de CVM
según la localidad (urbana o rural) en estudiantes de educación superior.
MATERIALES Y MÉTODOS
Diseño
El estudio se desarrolló bajo un diseño no experimental, descriptivo-correlacional y de
corte transversal, ya que, se evaluaron las variables en su contexto natural, sin manipularlas

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deliberadamente, con el fin de determinar y detallar la relación entre las variables, aplicando
instrumentos en un único momento (Sampieri et al., 2004; Báez, 2008). Su enfoque de tipo
cuantitativo permitió recolectar datos medibles mediante instrumentos psicológicos.
Participantes
Los participantes fueron estudiantes de educación superior de un Instituto Superior de la
ciudad de Ambato, Ecuador. La muestra inicial estuvo conformada por 204 mujeres que
participaron; se excluyeron 70 (34.3%) por: cuestionarios incompletos (n=3), rechazo del
consentimiento informado (n=21), mujeres que no tuvieron menstruación en los últimos meses
debido al embarazo/lactancia (n=15) y porque tenían un diagnóstico médico de trastorno
relacionado con el ciclo menstrual (n=31). La muestra final fue de 134 participantes, con una tasa
de respuesta válida del 65.7%.
La media de edad de las participantes fue de 21.3 (DE: 1.98) con rango de 18 a 26 años. La
mayoría de mujeres eran solteras (88.8%) y residían de forma casi equitativa en zonas rurales
(50.7%) y urbanas (49.3%). En cuanto al uso de métodos anticonceptivos, el 66.4% indicó no
utilizar ninguno.
Se empleó un muestreo no probabilístico por conveniencia, seleccionando a participantes
accesibles y disponibles dentro de la población objetivo (Hernández et al., 2016), considerando
su disposición y cumplimiento de los criterios del estudio.
Instrumentos
Se utilizaron dos instrumentos, el cuestionario de Calidad de vida relacionada con la
menstruación [CVM-22] desarrollado por Torres-Pascual et al. (2019), es un instrumento
psicométrico de autoinforme con una alta consistencia interna (Alfa de Cronbach de 0.917). Este
instrumento se desarrolló con el fin de evaluar el impacto de la sintomatología menstrual en la
calidad de vida; consta de 22 ítems distribuidos en 3 componentes: percepción de salud y bienestar
físico y funcional, bienestar psicológico y cognitivo y síntomas. La puntuación oscila entre 0 y
66, donde a mayor puntuación peor CV.
El segundo instrumento fue el Cuestionario de regulación emocional [ERQ], validado en
población ecuatoriana por Moreta-Herrera et al. (2018). Consta de 10 ítems que abarcan 2
componentes: reevaluación cognitiva (consistencia interna de .82) y supresión emocional
(consistencia interna .76). Se responde mediante una escala de tipo Likert de 7 puntos, donde 1
corresponde a “totalmente en desacuerdo” y 7 a “totalmente de acuerdo”.
Además, se incluyó una ficha sociodemográfica que recogió los siguientes datos: edad,
lugar de residencia (rural o urbano), estado civil, uso de algún método anticonceptivo, situación
de embarazo o lactancia y si la persona tiene algún diagnóstico médico relacionado con
alteraciones del ciclo menstrual.

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Procedimiento
El estudio fue aprobado por el Comité de Ética de la Investigación en Seres Humanos
CEISH-UTA, tuvo el respaldo del director de la Unidad de Gestión Académica de Salud y
Bienestar del Instituto, quien accedió a colaborar y brindar las autorizaciones necesarias para la
recolección de datos. Solo aquellas estudiantes que firmaron el consentimiento informado y
completaron los cuestionarios CVM-22 y ERQ participaron.
Una vez obtenida la autorización, se procedió con la digitalización de los cuestionarios en
la plataforma Google Forms, y por medio de un link se proporcionó los cuestionarios para que
puedan ser completados por los participantes. El formulario permaneció activo durante dos
semanas, con recordatorios periódicos para aumentar la participación. Finalizando el plazo, se
recolectaron y analizaron exclusivamente las encuestas completas y válidas.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Análisis Estadístico
Se analizaron los datos mediante el paquete estadístico Jamovi (versión 2.6.26). La
normalidad se evaluó mediante la prueba de Shapiro-Wilk, considerando un nivel de significancia
de α=0.05 y los resultados se interpretaron con un intervalo de confianza del 95%. Los análisis
descriptivos utilizaron números y porcentajes para indicar el promedio y la desviación estándar
(DE) de las variables. La comparación entre grupos con distribución normal se realizó mediante
la prueba t de Welch para muestras independientes. Para examinar la correlación entre las
variables con distribución no normal se empleó la prueba estadística de Spearman.
Resultados
Tabla 1
Estadísticos descriptivos y resultados de normalidad para las variables de estudio
Shapiro-Wilk
Media Mediana DE Mínimo Máximo W p
Total CVM-22 17.5 17.5 8.92 0 38 0.983 0.089
Reevaluación cognitiva 25.5 26.0 8.14 6 42 0.972 0.008
Supresión expresiva 16.4 16.0 5.78 4 28 0.977 0.023
Nota. DE= Desviación Estándar; CVM= Calidad de vida relacionada con la menstruación.
En la tabla 1 se muestran las estadísticas descriptivas de la puntuación total y las medias
de puntuación de las dimensiones de las variables. La puntuación total en promedio del
cuestionario CVM-22 fue de 17.5, ubicada en una CV moderadamente afectada, pero con una
DE:8.92 relativamente alta que indica una amplia variabilidad entre las experiencias individuales.
Respecto a la regulación emocional, la reevaluación cognitiva mostró una media de 25.5
(DE: 8.14), dentro del rango medio (24-30), sin distribución normal (p= 0.008). Mientras que, en

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la supresión expresiva se obtuvo una media de 16.4 (DE: 5.78), situada en un rango cercano al
límite alto, sin distribución normal (p=0.023).
Tabla 2
Frecuencias de las dimensiones de Regulación Emocional
Reevaluación cognitiva Frecuencias %Total %Acumulado
Baja 46 34.3% 34.3%
Media 54 40.3% 74.6%
Alta 34 25.4% 100.0%
Supresión expresiva Frecuencias %Total %Acumulado
Baja 28 20.9% 20.9%
Media 41 30.6% 51.5%
Alta 65 48.5% 100.0%
Al categorizar los niveles de las dimensiones de regulación emocional (tabla 2), se
observó que el 34.3% de las participantes presentaron un nivel bajo de reevaluación cognitiva, el
40.3% un nivel medio y solo el 25.4% un nivel alto, exhibiendo un predominio de niveles medio-
bajos (74.6%). En contraste, la supresión expresiva fue reportada con niveles altos por el 48.5%
de las participantes, mientras que el 30.6% presentó un nivel medio y apenas un 20.9% mostró un
nivel bajo.
Tabla 3
Matriz de Correlaciones
Reevaluación Cognitiva Supresión Expresiva
Total CVM-22
Rho de Spearman -0.198* 0.157
gl 132 132
valor p 0.022 0.069
Nota. * p < .05, ** p < .01, *** p < .001
La reevaluación cognitiva mostró una correlación negativa baja con la puntuación total
del CVM-22 (rho=-0.198, p=0.022), según se representa en la tabla 3. En contraste, no se encontró
una correlación estadísticamente significativa entre CVM-22 y la supresión expresiva (p=0.157;
p=0.069).
Tabla 4
Prueba t para Muestras Independientes
Estadístico gl p
Total CVM-22 T de Welch 0.0477 126 0.962
Nota. Hₐ μRural ≠ μUrbana
Se utilizó la prueba t de Welch debido a varianzas desiguales (Levene, p< 0.05), quien
reporto que no se encontraron diferencias significativas en CVM entre estudiantes rurales y

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urbanas (t: 0.0477; gl:126, p=0.962; IC 95% [-2.98:3.12]). Ambos presentaron puntuaciones
medias similares (rural=17.6, DE:10.0; urbana= 17.5, DE: 7.72) con normalidad de Shapiro-Wilk
(p=0.094), aunque con mayor variabilidad en el grupo rural. Concluyendo que la localidad no
presenta diferencias significativas en la percepción de afectación menstrual en la muestra de
estudio.
DISCUSIÓN
Tradicionalmente, la menstruación ha sido investigada desde la perspectiva de
disfuncionalidad y rara vez se ha abordado desde el punto de vista del bienestar y calidad de vida
en poblaciones sin patología, particularmente en mujeres jóvenes. En este contexto, el presente
estudio buscó indagar en la percepción subjetiva de calidad de vida (CV) y regulación emocional
en personas menstruantes.
Los datos principales, mostraron que la CV percibida durante la menstruación fue
moderadamente afectada en mujeres de 18 a 26 años, con una media de 17.5 (DE: 8.92) según el
CVM-22 (Torres-Pascual et al., 2019). En contraste, un estudio realizado en estudiantes españoles
de entre 19 a 23 años por Franco-Antonio et al. (2025) reportaron que su experiencia menstrual
no fue mala, según las puntuaciones obtenidas en el mismo cuestionario. Estas discrepancias
podrían explicarse por las diferencias en los contextos socioculturales de ambas poblaciones.
Aunque la desviación estándar (DE=8.92; min 0, máx. 38) sugiere que algunas
estudiantes experimentaron un impacto relativamente bajo en su calidad de vida menstrual
(CVM), la amplia dispersión observada revela una heterogeneidad significativa. Esto indica que,
junto a los casos leves, existe una proporción de personas que podrían presentar afectaciones entre
moderadas a severas. Estos hallazgos resaltan la necesidad de implementar estrategias
diferenciadas para identificar subgrupos con mayores afectaciones, priorizando intervenciones
dirigidas a quienes presentan dificultades severas en su vivencia menstrual.
En este contexto, estudios previos reportaron que los síntomas menstruales (Martínez San
Andrés et al., 2018; Schoep et al., 2019) y las alteraciones asociadas al ciclo menstrual (Kabukçu
et al., 2021; Torres et al., 2017) afectan significativamente la CV de las mujeres, especialmente
en la dimensión emocional y en componentes relacionados con la salud mental. No obstante, los
resultados de estos estudios no son totalmente comparables con nuestro estudio, ya que, no se
utilizó el mismo instrumento para medir la calidad de vida.
A su vez, se identificó una asociación entre CV relacionada con la menstruación y el uso
de la reevaluación cognitiva, indicando que, a mayor uso de esta estrategia, mejor es la CV
percibida. Aunque esta muestra no corresponde a una población clínica, estudios previos han
reportado que mujeres con dismenorrea primaria o TDPM presentan una calidad de vida más
afectada cuando existen dificultades en la regulación emocional (Petersen et al., 2016; Tita et al.,

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2018b). Si bien, Petersen et al. (2016) empleó el ERQ sin hallar diferencias significativas, sí
encontró una correlación con la Escala de dificultades en la regulación emocional (DERS).
De igual forma, Nasiri et al. (2022) y Wu et al. (2016) a través del ERQ encontraron que
la reevaluación cognitiva se relaciona con una menor severidad del síndrome premenstrual,
mientras que la supresión expresiva predice mayores niveles de malestar. Otros estudios, como el
de Manikandan et al. (2016), respaldan este vínculo, al señalar que una regulación emocional
deficiente puede agravar e intensificar los síntomas menstruales.
La mayor parte de la muestra analizada mostró niveles de medios a bajos en reevaluación
cognitiva, lo que sugiere un perfil emocional menos adaptativo. Esto podría explicarse por la
influencia de factores hormonales, neuronales y conductuales que, en ciertos momentos del ciclo
menstrual, logran reducir la eficacia de esta estrategia e incrementar la vulnerabilidad emocional
(Lusk et al., 2017), afectando así la CV. Este hallazgo coincide con Wu et al. (2014), quienes
mencionan que, incluso al emplear la reevaluación cognitiva, es posible experimentar síntomas
físicos y emocionales negativos durante el periodo menstrual.
La ausencia de diferencias significativas en la calidad de vida menstrual entre mujeres de
zonas rurales y urbanas podría estar relacionada con los avances en políticas públicas orientadas
a la gestión menstrual. Aunque en Ecuador la implementación de normativas que regulen la
gestión menstrual aún está en desarrollo, las campañas educativas y la distribución de productos
de higiene menstrual podrían estar contribuyendo a reducir las brechas y a promover una
experiencia más equitativa entre mujeres de distintos entornos geográficos (El Universo, 2022).
Si bien entre el 14-15% de las mujeres en edad fértil experimentan irregularidades
menstruales (Critchley et al., 2020; NICHD, 2020), el abordaje clínico sigue priorizando el
manejo farmacológico de síntomas físicos, relegando a un segundo plano las intervenciones
integrales para el bienestar psicológico, pese a que múltiples estudios han demostrado que los
aspectos psicológicos y emocionales intervienen en la experiencia menstrual.
Limitaciones
Este estudio presenta algunas limitaciones. En primer lugar, la distribución desigual de
los métodos anticonceptivos en la muestra (66.4% sin uso vs. 33.6% con uso) y el bajo tamaño
muestral en subgrupos específicos impiden realizar comparaciones estadísticamente significativas
sobre cómo estos métodos modifican los niveles hormonales y, por lo tanto, pueden influir en la
calidad de vida menstrual y, aunque estos factores no fueron considerados como variables
centrales en el presente estudio, representan elementos clave para futuras investigaciones. La
segunda limitación se debe al tamaño muestral y la heterogeneidad que limita la capacidad para
detectar diferencias significativas y generalizar los resultados. La tercera limitación, es que el
cuestionario CVM-22 no establece un punto de corte que permita distinguir entre una CV
menstrual alta, media o baja. Futuros estudios con muestras más grandes y balanceadas entre
grupos de anticoncepción podrían clarificar estas relaciones, con el fin de profundizar en el
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impacto multidimensional que pueda generar el ciclo menstrual en distintos ámbitos de la mujer,
niña o adolescente.
CONCLUSIÓN
El análisis realizado se enfocó en la calidad de vida menstrual en mujeres sin diagnósticos
clínicos, con el propósito de explorar esta experiencia desde una perspectiva general y no
patológica. Este estudio revela que, aunque la CVM en estudiantes se ve afectada especialmente
en el bienestar psicológico, la clave podría estar en cómo se gestionan las emociones. Los
resultados mostraron que el uso de reevaluación cognitiva se asocia a una mejor percepción de la
CV. Estos hallazgos indican que fomentar y fortalecer el uso de estrategias de regulación
emocional puede ser una herramienta eficaz para mejorar la calidad de vida de mujeres jóvenes.

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