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https://doi.org/
10.69639/arandu.v12i2.1070
Calidad de vida y desempeño funcional en niños con
Trastorno del Espectro Autista de Lima Metropolitana

Quality of life and functional performance in children with Autism Spectrum Disorder

in Metropolitan Lima

Erika Contreras
Tinoco
erikatinoco2024@gmail.com

https://orcid.org/0000
-0002-1849-2096
Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Lima - Perú

Artículo recibido: 10 abril 2025 - Aceptado para publicación: 20 mayo 2025

Conflictos de intereses: Ninguno que declarar

RESUMEN

La investigación se enfocó en niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA), considerando las
percepciones de sus padres ya que representa una problemática significativa debido a que afecta
su desarrollo, el funcionamiento de las actividades de la vida diaria y la calidad de vida en las
personas con este trastorno. La presente investigación tiene como propósito identificar la relación
existente entre la calidad de vida y el desempeño funcional en las actividades de la vida diaria en
niños con trastorno del espectro autista de Lima Metropolitana. Este es un estudio cuantitativo,
de diseño correlacional de corte transversal, cuya muestra estuvo integrada por 77 niños entre 07
a 09 años, de los cuales el 93% son varones y el 07% mujeres, siendo el muestreo no probabilístico
por cuotas.Para la recolección de datos, se utilizó la Escala Kidslife-TEA y la Escala de
desempeño funcional en las actividades de la vida diaria en edad escolar (AVD-E). Los resultados
del estudio revelaron una asociación entre el índice de calidad de vida y desempeño funcional en
los niños con TEA, con una correlación positiva de magnitud fuerte (r=.760; p< .000). Se concluye
que un mayor desempeño funcional en las actividades de la vida diaria está asociado con una
mejor calidad de vida en niños con TEA.

Palabras clave: calidad de vida, desempeño funcional, espectro autista, niños

ABSTRACT

The research focused on children with Autism Spectrum Disorder (ASD), considering the

perceptions of their parents since it represents a significant problem because it affects their

development, the functioning of daily living activities and the quality of
life in people with this
disorder. The purpose of this research is to identify the existing relationship between quality of

life and functional performance in activities of daily living in children with autism spectrum
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disorder in Metropolitan Lima. This is a quantitative study, with a cross
-sectional correlational
design, whose sample was made up of 77 children between 07 and 09 years old, of which 93%

are boys and 07% girls, being the non
-probabilistic sampling by quotas. For data collection, the
Kidslife
-TEA Scale and the Functional Performance Scale in Activities of Daily Living in School
Age (AVD
-E) were used. The study results revealed an association between the quality of life
index and functional performance in ch
ildren with ASD, with a strong positive correlation
(r=.760; p<.000). It is concluded that greater functional performance in activities of daily living

is associated with better quality of life in children with ASD.

Keywords
: quality of life, functional performance, autism spectrum, children
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INTRODUCCIÓN

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) presenta las primeras manifestaciones en los

primeros años de vida del niño y se caracteriza por dificultades en las habilidades cognitivas,

sociales, así como en la comunicación, acompañadas de conductas, intereses y actividades de

carácter repetitivo (Hodis et al., 2025). Estos síntomas generan un impacto significativo en

diversos entornos y persisten a lo largo de la vida. En este sentido, el Manual Diagnóstico y

Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) clasifica en tres niveles de severidad según el

grado de apoyo necesario (American Psychiatric Association [APA], 2013).

De acuerdo con el informe de la National Health Statistics Reports (2013), una proporción

mayoritaria de niños diagnosticados con TEA, correspondiente al 58.3 %, presentan severidad de

nivel leve, 34 % moderado y el 6.9 % de nivel severo. Esta variabilidad de los síntomas afecta

negativamente en el desarrollo en ámbitos escolares, sociales y laborales; asimismo, en todas las

actividades diarias que realiza requiere de apoyo y atención de los demás. Según la Organización

Mundial de la Salud (OMS, 2022), la prevalencia mundial del TEA es aproximadamente uno por

cada 100 niños, aunque esta cifra puede variar dependiendo del país y de los estudios realizados.

En el caso del Perú, no existen investigaciones epidemiológicas que determinen la prevalencia

del TEA y el año 2021, atendieron a 12 325 menores con esta condición, alrededor del 80 % eran

menores de 11 años (Baquerizo-Sedano, et al., 2023). La detección temprana del TEA permite

implementar intervenciones terapéuticas tanto para el niño como para su familia, adaptadas a las

necesidades individuales, lo que favorece positivamente su desarrollo integral (Sampedro-Tobón

et al., 2013). Sin embargo, el diagnóstico del TEA constituye un desafío significativo, dada la

complejidad, variabilidad de los síntomas y la carencia de biomarcadores específicos, lo que

sugiere su identificación por valoración clínica.

En este sentido, se continúa investigando y desarrollando nuevos métodos que faciliten su

detección, con el objetivo de mejorar el acceso, reducir los costos y acortar el tiempo necesario

para llegar al diagnóstico (Velarde-Inchaustegui et al., 2021). El diagnóstico oportuno del TEA

en la infancia posibilita la implementación temprana de intervenciones terapéuticas, las cuales

requieren la participación coordinada de profesionales de la salud, familiares y profesores (Lordan

et al., 2023). Existen diversas intervenciones diseñadas para el abordaje del TEA, cuyo objetivo

principal es mejorar la salud mental y la calidad de vida desde la infancia.

La aplicación temprana de enfoques psicosociales contribuye significativamente al

desarrollo del lenguaje, facilitando así la interacción social. Si bien algunas personas con TEA

alcanzan niveles importantes de autonomía, otras requieren cuidados continuos a lo largo de su

vida. En este sentido, el manejo de estos trastornos suele representar una carga económica

adicional, además de una demanda constante de apoyo emocional tanto para los pacientes como

para sus familias (OMS, 2022). Los padres y las familias con niños diagnosticados con TEA se
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enfrentan a numerosos desafíos: aislamiento social, frustraciones emocionales, relaciones tensas

y cargas económicas (Hodis et al., 2025). Una investigación desarrollada el año 2022 evidenció

que el diagnóstico de TEA en contexto peruano ocurre a una edad más avanzada en comparación

de otros países de América (Tick et al., 2016), lo que puede retrasar el inicio de los tratamientos

necesarios.

El ser humano comienza a desarrollar una serie de habilidades básicas en la primera

infancia, con el tiempo, se vuelven más complejas. Dentro de estas se encuentran el desempeño

de las actividades de la vida diaria (AVD), fundamentales para que el niño alcance un mayor

grado de independencia personal y dependa cada vez menos de los padres. Las AVD comprenden

tareas esenciales para el autocuidado, como el aseo personal, el vestirse y la alimentación. En lo

que respecta a los niños con Trastorno del Espectro Autista, el aprendizaje de estas actividades

requiere métodos didácticos estructurados y adaptados, lo cual contribuye significativamente al

fortalecimiento de su independencia y a su integración social (Simarro, 2013).

Los niños con un desarrollo típico comienzan a evidenciar desde los primeros días de vida

ciertas competencias sociales, las cuales evolucionan progresivamente desde formas simples

hacia otras más complejas. Entre estas se encuentran la habilidad para compartir e intercambiar

expresiones emocionales, así como el interés por las acciones de otras personas y por diversos

objetos (Traverthen, 1982). En contraste, los niños diagnosticados de autismo presentan una

marcada ausencia de conductas comunicativas intencionadas, además de mostrar dificultades

significativas en las interacciones sociales y en el desarrollo de habilidades comunicativas

(Carrascon Carabantes, 2016). Estas condiciones que presentan en desventaja los niños con TEA,

influyen en su calidad de vida lo que también interfiere su desarrollo integral.

En el contexto peruano, los estudios epidemiológicos sobre salud mental realizados a nivel

nacional han permitido evaluar el nivel de calidad de vida en personas adultas utilizando la escala

de Mezzich. Los datos revelaron un puntaje promedio de 7,63 en Lima Metropolitana (2002),

mientras que se registraron cifras similares en otras regiones del país: 7,80 en ciudades de la

Sierra, 7,6 en la Selva, 7,3 en zonas fronterizas y 7,4 en la costa (Instituto Nacional de Salud

Mental, 2013). Años más tarde, estudios realizados en ciudades como Huánuco y Cerro de Pasco

arrojaron resultados de 7,88 y 7,97 respectivamente, lo que sugiere un nivel de calidad de vida

considerado aceptable (INSM, 2016). Sin embargo, no se realizaron estudios específicamente en

la población infantil.

Según Verdugo (2009), la Calidad de Vida (CV) debe entenderse como un enfoque
dinámico e innovador que impulsa mejoras tanto en los servicios profesionales como en la
atención dirigida a personas con discapacidad. Este enfoque pretende transformar profundamente
la manera en que las organizaciones y la sociedad enfrentan sus necesidades no solo centrado en
modelos que toman en cuenta sus limitaciones individuales sino en un enfoque ecológico que
integre los contextos sociales y personales. Además, se propone sustituir el modelo tradicional
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basado únicamente en el rendimiento de los sistemas sanitarios por otro más integral, que
contemple diversas dimensiones de la vida, respete la individualidad, y permita evaluar los
avances en calidad de vida. Finalmente, se sugiere replantear los sistemas existentes para incluir
activamente a los familiares en los procesos de atención y apoyo.

Este enfoque representa un hito en el cambio de la manera en que se concibe la CV dentro
de los servicios de apoyo social y educativo dirigidos a personas con discapacidad, promoviendo
una planificación personalizada que favorece una participación más activa del usuario en las
actividades y programas diseñados por los equipos profesionales. El modelo de calidad de vida
desarrollado por Schalock y Verdugo (2003) concibe ésta como una condición de bienestar
individual, alcanzado a través de la satisfacción en diversos aspectos de la vida (Morán et al.,
2018). Para evaluarla, dicho modelo identifica 8 dimensiones claves: bienestar emocional,
relaciones interpersonales, bienestar material, desarrollo personal, bienestar físico,
autodeterminación, inclusión social y ejercicio de derechos. Asimismo, pretende integrar de
manera global todos los factores que contribuyen al bienestar de una persona (Simarro, 2013).

Bienestar emocional: Hace referencia a la percepción de los sentimientos de satisfacción
con la vida, tanto a nivel personal como global. Incluye aspectos como la seguridad emocional,
la percepción de competencia o incapacidad, la autoestima, la estabilidad emocional, además de
la habilidad para manejar el estrés, preocupaciones y tristezas.

Relaciones personales: Engloba la participación en entornos sociales diversos, incluyendo
vínculos con familiares y amigos cercanos. Se resalta lo importante de ser apreciado, aceptado e
integrado a los grupos.

Bienestar material: Se refiere a la disponibilidad de recursos económicos y materiales
suficientes que permitan llevar una vida digna y satisfactoria.

Desarrollo personal: Abarca las habilidades sociales e individuales, promoviendo el
crecimiento personal y profesional mediante la motivación, la adquisición de nuevas
competencias, la adaptación al entorno y el aprendizaje de estrategias comunicativas eficaces.

Bienestar físico: Implica el acceso a servicios de salud, tanto preventivos como generales
y especializados. Considera la gestión del dolor, el uso de medicamentos y su impacto en la salud
general, con el objetivo de facilitar herramientas que posibiliten ejecutar las actividades cotidianas
de forma eficiente.

Autodeterminación: Hace alusión al proyecto de vida, la libertad para determinar
aspectos de su vida, en función de los intereses y metas personales. Esta dimensión reconoce el
derecho a ejercer libertad de elección y expresión de opiniones, promoviendo el control sobre la
propia vida.

Inclusión social: Comprende la implicación directa en la sociedad y la integración social.
Se consideran factores como la existencia de discriminación o barreras sociales, así como el rol
de la colaboración comunitaria en facilitar entornos inclusivos.
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Defensa de los derechos: Contempla el reconocimiento y ejercicio de derechos
fundamentales como la privacidad, el respeto y la dignidad. Esta dimensión también analiza cómo
se garantizan dichos derechos en los contextos familiar, educativo y social; así como el nivel de
conocimiento que tiene la persona sobre sus derechos y el cumplimiento de los mismos.

Las actividades de la vida diaria (AVD) son las acciones esenciales realizadas por una
persona de forma cotidiana y generalmente se realizan de manera autónoma. Entre ellas se
consideran acciones como de comer, la higiene, regulación de eliminación de la orina, vestirse y
movilizarse (Blesedell Crepeau et al., 2005). Trombly, por su parte, enfatiza la relevancia que
estas acciones poseen tanto en la vida personal como en el entorno profesional. De manera similar,
otros investigadores las consideran funciones fundamentales que promueven la independencia del
individuo (Romero, 2007). Pedretti (1981) incorpora elementos adicionales a las definiciones
previas de las AVD, al incluir no solo el autocuidado, el desplazamiento y la comunicación, sino
también la gestión del hogar como componentes clave que permiten a la persona alcanzar un
mayor nivel de independencia y autonomía en su entorno doméstico. Posteriormente, en los años
90, se clasificó en actividades básicas e instrumentales; el cual, permite valorar con mayor
precisión el nivel de complejidad cognitiva implicado en cada tipo de actividad (García et al.,
2012).

Según Kielhofner (2004), las AVDs consisten en acciones fundamentales y rutinarias, pero
necesarias para el cuidado personal y el mantenimiento del bienestar individual. Incluye acciones
de aseo, el baño, la alimentación, higiene de la casa, limpieza y cuidado de la ropa. Estos AVDs
engloban todas las acciones que las personas realizan de forma habitual en su cotidianidad. En
este sentido, términos como AVD básicas, actividades físicas y autocuidado se utilizan de manera
equivalente (Blesedell et al., 2005).

El desempeño de las actividades de la vida diaria (AVD) básicas es fundamental para
asegurar la supervivencia y el bienestar del ser humano, enfocándose en satisfacer necesidades
generales que contribuyen al bienestar personal. Estas actividades no requieren un gran esfuerzo
cognitivo y se automatizan durante la primera infancia, con el propósito de fomentar la autonomía.
Incluyen tareas como la alimentación, el aseo personal, el uso del baño, el vestir, la movilidad, el
descanso y el dormir (Romero, 2007). Son funciones mentales simples que permiten a los
individuos reconocer a quienes los rodean, orientarse en su entorno, comprender instrucciones y
realizar actividades básicas (García et al., 2012). En resumen, se trata de actividades elementales
que facilitan el cuidado personal y la movilidad, promoviendo la autonomía de las personas para
vivir de manera independiente, sin necesidad de apoyo de otros (Meléndez et al., 2010).

Los niños con autismo, debido a las características propias de su condición, presentan
dificultades para llevar a cabo tareas de autocuidado, esto conlleva la necesidad de desarrollar
habilidades de autonomía para llevar a cabo las actividades diarias, como la alimentación, el aseo
y el vestirse. Este entrenamiento tiene como objetivo mejorar su funcionalidad e independencia
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en la vida diaria (Lucker, 2009). Un estudio realizado en 2015, patrocinado por Autism Speaks y
la Foundation of Hope, reveló que el factor más determinante para obtener resultados positivos
en la adultez es el dominio de las AVD. Según los investigadores que realizaron el seguimiento
de los niños con autismo hasta la adultez media, estas habilidades son más cruciales que el
lenguaje, la capacidad intelectual o la gravedad de la condición clínica para mantener un empleo
y alcanzar satisfacción en la vida (Autism Speaks, 2018).

La Clasificación Internacional del Funcionamiento, la Discapacidad y la Salud (CIF)
describe la actividad como la ejecución de tareas realizadas por una persona, mientras que el
autocuidado se entiende como el cuidado personal cotidiano que una persona realiza para sí
misma como: lavarse, vestirse, comer y beber (OMS, 2001).

La evaluación de las AVD y las actividades instrumentales ofrece información sobre los
logros o procesos que los individuos están experimentando. Permite identificar si son capaces de
realizar estas actividades de manera independiente, adecuada y eficiente, o si requieren apoyo o
supervisión debido a dificultades en su ejecución. El desempeño en estas actividades se evalúa
mediante enfoques cualitativos o cuantitativos, siendo el criterio más común para medir los grados
de dependencia, es decir, si la persona puede realizar la actividad por sí misma o necesita
asistencia (Blesedell et al., 2005).

En la actualidad son limitadas las investigaciones acerca de la CV en población infantil con
TEA y el desempeño de las AVDs en niños con esta condición. Este estudio igualmente permite
proyectar nuevas líneas de investigación a futuro sobre estas variables en esta población, las
asociaciones con otros factores y enfoques de tratamiento que consideren la mejora de calidad de
vida.

En consecuencia, se considera la importancia de la calidad de vida para todas las personas,
con un énfasis particular en la infancia con TEA. Por lo cual, este artículo pretende ofrecer un
análisis profundo de la relación de la CV y el desempeño de las AVD y proporcionar aportes
prácticos, que permitan incorporar prácticas en entornos educativos, modelos de desarrollo
holístico para la calidad de vida, programas de enseñanza de desarrollo de habilidades y fortalecer
políticas públicas dirigidas a personas con TEA.

Objetivo general

Determinar la relación de la calidad de vida y desempeño funcional en las actividades de
la vida diaria en niños con TEA de Lima Metropolitana.

Objetivos específicos

Determinar la relación entre las dimensiones de calidad de vida (bienestar emocional,
relaciones interpersonales, bienestar material, desarrollo personal, bienestar físico,
autodeterminación, inclusión social y derechos) con las dimensiones de desempeño funcional en
las actividades de la vida diaria (alimentación, aseo, vestido y funcionamiento general) en niños
con TEA de Lima Metropolitana.
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Del mismo modo, se propone la hipótesis de que existe una relación estadísticamente
significativa entre ambas variables y sus respectivas dimensiones.

MATERIALES Y MÉTODOS

La investigación se enmarca dentro del enfoque empírico, utilizando una estrategia
asociativa y un diseño correlacional de carácter simple (Ato et al., 2013), pues pretende conocer
el vínculo existente entre CV y desempeño funcional de AVDs en niños con TEA.

Participantes

La población investigada incluyó a niños de entre 07 y 09 años de edad diagnosticados

con TEA que reciben atención en algún establecimiento de salud, con un muestreo no

probabilístico; entre los criterios considerados para la selección de los participantes se incluyeron

a los niños cuyos padres brindaron su consentimiento informado y recibir atenciones en algún

establecimiento de salud y en los criterios de exclusión se consideró a los participantes que tengan

padres iletrados, niños de albergues, niños con padres que hablan otros idiomas diferentes al

español. Siendo la muestra de 77 niños que presentan el diagnóstico de TEA, de los cuales el

93,5% de estos niños son varones y 6.5%, mujeres; el 89.6 % de estos niños estudian y 10.4%, no

estudian. En promedio, los niños del estudio tienen alrededor de 8 años de edad.

Instrumentos de recolección de datos

Se empleó una ficha sociodemográfica considerando los datos de los niños y sus padres.
Para evaluar la calidad de vida se empleó la escala KidsLife-TEA desarrollada por Gómez et al.
(2018), compuesta por 96 ítems en ocho dimensiones con respuestas tipo Likert. Para la
interpretación, la puntuación más alta indica un índice de CV más favorable, mientras la
puntuación más baja refleja un menor nivel y desfavorable. Con respecto a las propiedades
psicométricas del instrumento en su versión original, obtuvo coeficientes alfa de Cronbach de .96,
mientras las dimensiones oscilaron entre .80 (bienestar físico) y .90 (desarrollo personal) (Gómez
et al.,2018).

En el marco de este estudio, se evaluaron la validez y la confiabilidad de la prueba. Se
llevó a cabo una validación del contenido de la escala Kidslife TEA para niños peruanos, con
cuatro expertos tomando en cuenta los criterios de representatividad y claridad. Los índices de V
de Aiken oscilaron entre .63 y 1.00, siendo la mayoría de los ítems mayor a .85, los ítems que
obtuvieron un puntaje bajo en criterio de claridad fueron: el ítem 12 (.69), el ítem 16 (.63), ítem
32 (.63) e ítem 49 (.69) se siguió las recomendaciones de los expertos y se agregó a estos ítems
algunos ejemplos clarificadores para el contexto peruano.

Posteriormente, se aplicó en un grupo piloto de 58 niños de una institución educativa,
entre las edades de 6 a 10 años, previa aceptación de los familiares en el consentimiento
informado. Se realizó un análisis de consistencia interna utilizando el índice w de McDonald, con
resultados adecuados en términos de confiabilidad: Inclusión social (.838), autodeterminación
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(.729), bienestar emocional (.851), bienestar físico (.868), bienestar material (.869), derechos
(.854), desarrollo personal (.884), relaciones interpersonales (.883).

Para la evaluación del desempeño funcional de las actividades de la vida diaria, se empleó
la Escala AVD-E versión española de 89 ítems, las cuales miden desempeño en vestido, aseo e
higiene personal y alimentación, en niños con desarrollo neurotípico y con trastorno del
neurodesarrollo, entre ellas el TEA. Además, considera factores que influyen en la ejecución,
como el procesamiento sensorial y el funcionamiento ejecutivo. En alimentación; el índice de alfa
de Cronbach de .837, considerado bueno; aseo e higiene personal (.914), vestido (.905), en
funcionamiento general (.613) (Barrios, 2017).

Para fines de esta investigación, se realizó una validación de contenido del presente
instrumento AVD-E, con siete jueces expertos considerando los criterios de representatividad y
claridad. Los índices de V de Aiken oscilaron entre .54 y 1.00, siendo la mayoría de los ítems
mayor a .80, los ítems que obtuvieron un puntaje bajo fueron en el criterio de claridad; tales como
el ítem 20 aseo 3 (.64), ítem 34 aseo 16 (.57), ítem 44 aseo 26 (.64), ítem 47 aseo 29 (.54), ítem
71 vestido 20 (.64). Para estos ítems, se siguieron las recomendaciones de los expertos,
considerándose términos más familiares para los participantes. Asimismo, se consideró pertinente
la redacción a través de la modificación de términos comprensibles al contexto peruano de
algunos ítems.

RESULTADOS

Los datos recogidos fueron analizados utilizando el software SPSS, versión 27. Para el
análisis descriptivo se utilizaron frecuencias y porcentajes. Para verificar las hipótesis, se utilizó
la prueba de correlación de Spearman Rho, considerando un nivel de significancia de p≤0,05

Se encontró en el análisis descriptivo de la muestra de 77 niños diagnosticados de TEA, el
93,5% de estos niños son varones, 89,6 % de estos niños estudian y la edad promedio es de 7,95
%.

Tabla 1

Características generales de los niños con TEA que asisten a un establecimiento de salud Lima
Metropolitana (n=77)

Frecuencia
Porcentaje
Sexo

Masculino
72 93,5
Femenino
5 6,5
Estudia

Si
69 89,6
No
8 10,4
Nivel de estudio

Inicial
13 16,9
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Primaria
64 83,1
Tipo de colegio

Estatal
20 26,0
Particular
29 37,7
Cebe
28 36,4
Media
DE
Edad
7,95 0,94
Análisis de correlación

En la tabla N.º 2, se realizó la asociación entre el índice de calidad de vida y el desempeño
funcional en las actividades de la vida diaria (AVD) en los niños con TEA. Se obtuvo una
correlación positiva de magnitud fuerte (r= .760; p< .000), lo que indica que cuanto mayor es el
desempeño funcional en las AVDs, mayor es la calidad de vida de los niños con TEA.

Tabla 2

Correlación entre el índice de calidad de vida y desempeño funcional en las Actividades de la
vida diaria en niños con TEA que asisten a un establecimiento de salud de Lima Metropolitana
(n=77)

Actividades de la vida diaria

Coeficiente de correlación*
Significación
Índice de calidad de vida
.760 < .001**
Nota: * Rho de Spearman; **La correlación es significativa al nivel 0.05 (bilateral).

En la tabla N.º 3, se realizó la asociación entre las dimensiones de la Calidad de vida con
las dimensiones del desempeño funcional en las Actividades de la vida diaria.

Para el área de inclusión social se encontró correlación con el desempeño en alimentación de los
niños, esta correlación es positiva y moderada con (r = .526; p < .001), lo mismo ocurre con el
desempeño en aseo (r = .441; p < .001) y para el desempeño en vestirse se encontró una
correlación positiva leve (r = .354; p = .0021), en cuanto a la inclusión social con el
funcionamiento general se obtuvo una correlación alta y positiva (r = .670; p < .001).

En cuanto a la autodeterminación se encontró correlación positiva moderada con el
desempeño en alimentación de los niños (r = .481; p < .001), asimismo correlación con el
desempeño en el aseo (r = .434; p < .001), para el desempeño en vestido de los niños con TEA se
encontró una correlación positiva leve (r = .303; p = .007) y con el funcionamiento general la
correlación con la autodeterminación es positiva y moderada (r = .569; p <.001).

Respecto al bienestar emocional, se encontró correlación positiva moderada con el
desempeño de la tarea de alimentación de los niños (r = .577; p < .001), desempeño en actividad
del aseo (r = .432; p < .001), con desempeño en la actividad del vestido de los niños con TEA
(r = .452; p < .001) y con el funcionamiento general de los niños con TEA una correlación alta y
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positiva (r = .604; p < .001).

En cuanto al bienestar físico se encontró correlación positiva leve con el desempeño de
la alimentación de los niños (r = .355; p < .002), lo mismo ocurre con desempeño en aseo (r =
.267; p < .019) y para el desempeño en vestirse (r = .237; p = .038), en cuanto al funcionamiento
general esta correlación es positiva y moderada (r = .485; p =<.001).

El bienestar material presenta una correlación positiva y moderada con el desempeño en
alimentación de los niños (r = .424; p < .001), en cuanto a la correlación con desempeño en aseo
(r = .383; p=.001) y de vestirse (r = .280; p=.014), respecto a la correlación del bienestar material
con el funcionamiento general se encontró una correlación alta y positiva (r = .597; p < .001).

En cuanto a sus derechos de los niños con TEA se encontró correlación positiva leve con
el desempeño de la alimentación de los niños (r = .388; p < .001) y con desempeño en aseo (r =
.297; p < .009) y para el desempeño en vestirse no se encontró relación (r = .156; p = .175), en
cuanto al funcionamiento general esta correlación es alta y positiva (r = .611; p =<.001).

Respecto al desarrollo personal se encontró correlación positiva moderada con el
desempeño en alimentación de los niños (r = .530; p < .001), con desempeño en aseo (r = .402;
p < .001) y con el funcionamiento general (r = .589; p < .001), con desempeño en vestido de los
niños con TEA presentó una correlación positiva y leve (r = .364; p=.001).

Para las relaciones interpersonales se encontró correlación positiva moderada con el
desempeño de la alimentación de los niños (r = .542; p < .001), lo mismo ocurre con aseo (r =
.450; p < .001) y para el desempeño en vestirse (r = .411; p <.001), en cuanto al funcionamiento
general esta correlación es alta y positiva (r = .662; p =<.001).

Tabla 3

Correlación entre las dimensiones de la Calidad de vida con las dimensiones del desempeño en
actividades de la vida diaria en niños con TEA

Alimentación
Aseo Vestido Funcionamiento
general

Coeficiente
de
correlación*

Sig.

Coeficiente
de
correlación*

Sig.

Coeficiente
de
correlación*

Sig.

Coeficiente
de
correlación*

Sig.

Inclusión social
.526** <.001 .441** < .001 .354** .002 .670 <.001
Autodeterminación
.481** <.001 .434** < .001 .303** .007 .569 <.001
Bienestar emocional
.577** <.001 .432** < .001 .452** < .001 .604 <.001
Bienestar físico
.355** .002 .267* .019 .237* .038 .485 <.001
Bienestar material
.424** <.001 .383** .001 .280* .014 .597 <.001
Derechos
.388** <.001 .297** .009 .156 .175 .611 <.001
Desarrollo personal
.530** <.001 .402** < .001 .364** .001 .589 <.001
Relaciones
interpersonales
.542** <.001 .450** < .001 .411** <.001 .662 <.001
Nota: * Rho de Spearman; **La correlación es significativa al nivel 0.05 (bilateral)
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DISCUSIÓN

La finalidad de esta investigación fue determinar la relación de la calidad de vida y el
desempeño en las actividades de la vida diaria en niños con TEA de Lima Metropolitana, según
la perspectiva de los padres encontrando una correlación significativa entre ambas variables.

Los hallazgos indicaron una correlación fuerte y positiva, lo que implica que al mejorar el
desempeño funcional en lo cotidiano como en el aseo personal, alimentación y vestirse, se asocia
con una mejor calidad de vida en los menores con trastorno en el espectro autista. Los niños
autistas presentan alteración en áreas del desarrollo cognitiva, desarrollo del lenguaje, social y
conductual; asimismo, tienen dificultad en la adquisición en las habilidades de autocuidado
(APA,2013); estas alteraciones y dificultades repercuten en la calidad de vida de las personas con
esta condición (Verdugo & Schalock, 2003).

En tal sentido, por las limitaciones que presentan estos niños en cuanto a su autonomía,
sus relaciones con el entorno y su habilidad para manejarse en la vida cotidiana necesitan de
asistencia constante de otros (padres, familiares, profesionales). Esta necesidad de asistencia o
dependencia en estos niños para realizar estas actividades simples o complejas se debe a los
déficits en la comunicación, rigidez cognitiva y conductual, déficits en funciones ejecutivas,
problemas sensoriales y otros (Hodis et al., 2025) y muchas veces se convierten en barreras para
expresar necesidades, pedir ayuda o interactuar de forma funcional, dificultad para adaptarse a
cambios en rutinas o ambientes, dificultad en planificación, autorregulación y resolución de
problemas, y la hiper o hiporesponsividad sensorial puede hacer que ciertas actividades sean
rechazadas y requiera la intervención de un adulto (Artigas-Pallares & Paula, 2012). Estas
conclusiones se ven reforzadas por los estudios desarrollados en EEUU por Kramer J.M., et al
(2015) en 365 niños con Trastornos en el neurodesarrollo de 3 a 21 años. Se halló una diferencia
significativa en el desempeño de la actividad cotidiana en los autistas en comparación con
aquellos que no tenían discapacidades. Concluyendo, que los niños con autismo presentan un
patrón de desarrollo diferente en la adquisición de habilidades para las actividades cotidianas en
el ámbito sociocognitivo; y sus padres utilizan un proceso de evaluación único al evaluar el
desempeño funcional de sus hijos.

Por otro lado, una investigación realizada en Israel por Hammud G, et al (2023) en 49 niños
y adolescentes, encontró que los niños con trastornos emocionales presentaron una prevalencia
mayor de disfunciones ejecutivas, y estas disfunciones pronosticaron una menor calidad de vida;
asimismo, afectar su desempeño en las actividades diarias y su calidad de vida. En adición a este
estudio, Morrison Ch, et al (2024) encontró que las habilidades de la vida diaria son un factor
fundamental para maximizar la calidad de vida de los autistas, por lo cual resalta la importancia
de apoyar a las personas con autismo para que aprendan a ejecutar acciones cotidianas como
ducharse, limpiar y cocinar; para su independencia. y que las personas jóvenes con autismo tienen
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menos probabilidades de realizar actividades cotidianas de forma independiente. Estos resultados
muestran que la mejora en la independencia funcional de los niños mejora la percepción de
bienestar y satisfacción en las personas con TEA.

Con relación a la calidad de vida es una condición de bienestar personal que se alcanza
mediante la satisfacción de logros en la ejecución de actividades en múltiples ámbitos de la vida;
considerados ocho dimensiones que engloban los factores que contribuyen en el bienestar de una
persona, en el aspecto emocional, relaciones interpersonales, en lo material, desarrollo personal,
físico, autodeterminación, inclusión social y ejercicio de derechos (Schalock & Verdugo 2003;
Simarro, 2013). En un estudio realizado por Kamp-Becker et al (2011) en 42 niños y adolescentes
con TEA en Alemania, concluyeron, que no existía correlación significativa entre la calidad de
vida relacionada con la salud y la edad, el coeficiente intelectual o los síntomas autistas. Mientras
que los estudios de Chan K.L., et al (2019) en 4114 niños entre 6 a 18 años, de China, hallaron
resultados que los niños con discapacidades intelectuales, trastornos mentales y TEA tuvieron un
funcionamiento físico, emocional, social y una CV relacionada con la salud más deficientes en
comparación con los niños sin discapacidades. Hubo asociaciones específicas de la discapacidad
con la salud. Concluyen, que los niños con discapacidad presentan peores resultados en el
funcionamiento físico, emocional, social y escolar. Otro estudio realizado por Williams K, et al
(2020) en Australia, con 435 menores de 5 a 18 años con discapacidad intelectual y TEA, parálisis
cerebral, síndrome de Down o síndrome de Rett; demostró que los niños con mayor dependencia
para la gestión de sus necesidades personales y escaso contacto visual experimentaron una peor
calidad de vida. Concluyeron, que una mayor dependencia en la realización de las actividades de
la vida diaria se relaciona con una peor calidad de vida. Estos resultados encontrados son similares
a los hallazgos en este grupo de niños autistas.

En tal sentido, la calidad de vida y el desempeño funcional están estrechamente
relacionadas; debido a que, si un niño logra ser autónomo en su cuidado, se refleja en un mejor
autocuidado cotidiano, disminuir la dependencia de sus padres u otros familiares en la realización
de actividades básicas, mayor satisfacción del cuidador, menos tiempo y energía en el
entrenamiento de estas destrezas (comer y vestirse solo, preparar un refrigerio, asearse
adecuadamente, dejar los pañales y acudir al baño), situación que conlleva a disminuir los niveles
altos de estrés en los cuidadores, debido a la sobrecarga, obviar apoyos adicionales de profesores
y auxiliares, mayor aceptación por sus compañeros y docentes en el aula del salón (Simarro, 2013;
Lucker, 2009; Kielhofner. 2004).

Asimismo, un estudio de Kilincaslán et al. (2019) en Turquía, con 51 niños con TEA y 51
niños con discapacidad intelectual, demostró que el grupo autista obtuvo una puntuación más baja
que los niños con discapacidad intelectual en el puntaje de habilidades de la vida diaria como
higiene personal, vestimenta, seguridad y habilidades interpersonales, concluyen que las
habilidades de la vida diaria son deficientes en niños con autismo, los que se asemejan a los
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resultados encontradas en el presente estudio. Por último, las intervenciones realizadas con los
niños con diferentes actividades podrían ayudar como lo señala Velaz Barquin et al (2024), que
las intervenciones con natación, judo, actividades lúdicas, danza, y otros ejercicios, parecen
promover cambios notablemente positivos en la vida de los menores con TEA, como en la
regulación emocional, la disminución de conductas autolesivas, el desarrollo de la autoestima y
la autonomía personal y otros; los cuales pueden ser tomados en cuenta para fortalecer las
capacidades físicas, emocionales y la autoestima en niños con TEA.

En conclusión, se encontró una relación estadísticamente significativa positiva entre la
calidad de vida y desempeño funcional como también entre sus dimensiones en los niños con
trastorno del espectro autista; en otras palabras, que un mayor desempeño funcional en las
actividades de la vida diaria está asociado con una mejor calidad de vida.
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